LAS CASTAS DE LA LITERATURA JUVENIL
Las claves de los libros que fascinan a una nueva generación: una visión inhóspita del futuro
Adolescente, mujer y con un futuro negro, a menos que lo mejore. Vive en un mundo posbélico, donde una guerra ha cambiado para siempre las reglas del juego. Un entorno inhóspito es su realidad; la paz y el peligro van de la mano, un frágil equilibrio que sólo se mantiene gracias a sistemas de mando dictatoriales donde no hay cabida para la libertad ni el libre albedrío. Un sistema de división radical de la sociedad por castas mantiene a todo el mundo en su sitio. Pero ellas no encajan. Ni quieren encajar. No quieren que nadie les diga quiénes son ni a dónde pertenecen. Ellas son diferentes. Así son las protagonistas de los libros que vienen fascinando a una nueva generación de lectores, la de los nacidos entre 1995 y el 2015, bautizada con el nombre de generación K, de Katniss Everdeen, la protagonista de Los juegos del hambre de Susan Collins (RBA/Fanbooks), porque es la serie que mejor ha reflejado hasta el momento los sentimientos de esos jóvenes que al igual que Katniss sienten que viven una guerra perpetua. Divergente , de Veronica Roth (Molino/Fanbooks), La reina
roja, de Victoria Aveyard (Oceano Gran Travesía) , La selección, de Kiera Cass (Roca), La prueba, de Joelle Charbonneau (Oz), así como la popular serie de Collins, por poner cinco ejemplos destacados, comparten la visión de un mundo distópico, inhóspito y desigual, un mundo destrozado por la generación de sus padres y en el que ellos, los jóvenes, deben luchar para sobrevivir, haciendo gala de unos valores ya olvidados. Mujeres que hablan de mujeres y donde el amor, aunque presente y muchas veces casto, es secundario. Todo ello narrado en primera persona en honor a la cultura del yo, otro rasgo que las caracteriza.
“La presión sobre los jóvenes para que se definan a sí mismos ha aumentado y comienza más temprano. A los 14 años ya se está forzando un molde que va a ser difícil romper”, argumentaba recientemente Claudia Gray, autora de Medianoche, una exitosa serie de vampiros. Desde su óptica, este tipo de novelas se refieren específicamente a la negativa de los jóvenes a aceptar las definiciones, las pruebas y las opciones forzadas por la sociedad. “Sabemos que la contaminación y el consumismo están llevando al planeta a la ruina. Podríamos no aceptar la ciencia del cambio climático, pero no podemos ignorar las sequías, olas de calor y otros signos de
Prototipos: mujeres adolescentes, de clase desfavorecida, astutas, valientes, abocadas a cambiar el mundo
un mundo en descomposición y tampoco los muchos signos de desigualdad social”, añade el también escritor de novela juvenil Todd Mitchell, autor de Backwards y The last phanter. Precisamente la desigualdad social, traducida en estos libros en una división de la sociedad por castas inamovibles, es junto a las múltiples pruebas que las protagonistas deben superar lo más llamativo de estos universos literarios, ya recreados en su mayoría en la gran pantalla.
División con la excusa de la paz
“En mi casa hay un espejo, está detrás de un panel corredero. Nuestra facción me permite mirarme en él el segundo día de cada tercer mes, el día que mi madre me corta el pelo”. Quien habla es Tris, la joven de 16 años protagonista de la trilogía de Veronica Roth, con cuyas palabras da inicio a Divergente (2011), la primera de las novelas cuyo ciclo se cierra con
Insurgente (2012) y Leal (2013). De todas las distopías es quizá la que más marcadamente presenta la división de la sociedad en castas. En la ciudad de Chicago reconstruida tras una devastadora guerra acontecida cien años antes, el mundo de Tris se divide en cinco grupos o facciones “para mantener la paz”: Erudición, donde están los inteligentes, los que valoran el conocimiento; Cordialidad, con los amantes de la paz y la armonía; Verdad, los que valoran la sinceridad y el orden; Osadía, los valientes e intrépidos encargados de las tareas policiales; y Abnegación, los altruistas, los servidores públicos y los que llevan la vida más sencilla. Son también los que llevan las riendas del gobierno, y ae sta facción pertenece Tris.
En la sociedad encorsetada que nos presenta Roth, llevada al cine en el 2014 por Neil Burger, la única posibilidad de cambio se presenta a los 16 años, cuando una prueba de aptitud basada en la personalidad determinará a qué facción pertenece cada uno. “El futuro pertenece a aquellos que saben cuál es su sitio”, reza su modus vivendi. Pero independientemente del resultado, los jóvenes podrán elegir. Una elección, la única, que será de por vida y que comporta el abandono del hogar familiar. Para Tris la prueba pone de manifiesto el origen de su inconformismo: sus cualidades la hacen válida para tres facciones, lo que la convierten directamente en una divergente, alguien sin facción, que no encaja en los cánones establecidos... En definitiva, alguien temido y que hay que eliminar.
El mito de Teseo
El cineasta Gary Ross llevó en el 2012 a la gran pantalla la primera de las entregas de la trilogía de Suzanne Collins, convirtiendo a la actriz Jennifer Lawrence en Katniss Everdeen, la heroína en la que muchos adolescentes se vieron reflejados. La socie-
dad que presenta es el resultado de una destrucción no especificada que acaba con la civilización moderna: la nación de Panem, la única de la que se habla, cuyo crecimiento llevó a su división en trece distritos –el distrito 12, el de Katniss, uno de los más pobres dedicado a la minería–, cada uno responsable de producir bienes de alguna industria en particular para servir las crecientes necesidades de la nación, y todo funcionando bajo el control del opresivo Capitolio, la sede central del gobierno.
En los estudios realizados por el éxito que la obra de Collins ha tenido entre los jóvenes, muchos sociólogos han visto metáforas del capitalismo abusivo y las dictaduras de extrema izquierda: vigilancia, adoctrinamiento de masas, opresión policial y una división radical de las clases sociales. Los juegos son un castigo para que los distritos no olviden cuál es su lugar, en clara referencia al imperio romano y el mito de Teseo y el Minotauro, y Katniss un símbolo de la inconformidad y del cambio.
Un cuento de hadas distópico
Kiera Cass nos ofrece una visión menos sangrienta del futuro con La selección (2012), un exitoso cuento de hadas distópico en cinco entregas publicadas entre el 2012 y el 2016 –La
élite, La elegida, La heredera y La corona– donde 35 chicas son escogidas para competir por el afecto del príncipe y ser la futura reina del país, Illéa, un rito cuyo objetivo es mantener alta la moral de la nación. “Cuando llegó la carta, mi madre se puso eufórica. Ya había decidido que todos nuestros problemas se habían solucionado. Pero su plan tenía un problema: yo. No creo que fuera una hija particularmente desobediente, pero ahí fue donde dije basta. No quería pertenecer a la realeza”. La elegida es América, una joven Cinco, de la casta de los artistas , “a sólo tres niveles de lo más bajo”, empecinada por no dejarse deslumbrar por la corte y dispuesta a llevar sus convicciones hasta las últimas consecuencias. La directora Thea Sharrock (Antes de ti) llevará el próximo año la adaptación de la serie al cine y dará forma a un país amenazado por los que se oponen a la feroz división de la sociedad en números: Uno, para la realeza; Dos, para las celebrities tipo músicos, modelos, deportistas, actores...; Tres para maestros y educadores; Cuatro para propietarios de negocios; Cinco para artistas y músicos; Seis para el servicio y la hostelería; Siete para peones, jardineros... y Ocho para los sintecho. Sólo a través del matrimonio se puede cambiar de casta. Toda una declaración de valores.
Sangre y sabiduría
Las también norteamericanas Victoria Aveyard y Joelle Charbonneau optan por una división más simple pero más drástica en sus respectivas series, La reina roja y La prueba. Aveyard, cuyos derechos de la serie los ha comprado Universal y que este año ha publicado la tercera entrega con La jaula del rey, plantea sólo dos castas: la élite, con la sangre plateada y superpoderes, y los trabajadores, con la sangre roja y desprovistos de cualquier rasgo extraordinario. En este grupo se encuentra la protagonista, Mare Barrow, cuya sangre ha mutado dotándola de un poder mayor que el de cualquier otro. Sin quererlo –como no lo quiere tampoco ninguna de estas heroínas– se convierte en la líder de la lucha por el cambio, en el símbolo del fin del sometimiento.
Por su parte Charbonneau también presenta una sociedad dual, más próxima a los ricos y pobres de la sociedad actual, cuyos extremos se alejan a pasos agigantados. Pero en su caso la división no la produce el dinero, sino el conocimiento. Nos encontramos en un país confederado, con dieciocho colonias regidas por una élite. La prueba del título alude al examen que sólo los mejores alumnos de cada colonia deben hacer para acceder a la universidad, donde se les formará para ser los futuros líderes. Una prueba de conocimiento y sabiduría, pero también una prueba de supervivencia. Y Cía, la protagonistade 16 años, es una de ellos.