La Vanguardia - Culturas

LAS CASTAS DE LA LITERATURA JUVENIL

Las claves de los libros que fascinan a una nueva generación: una visión inhóspita del futuro

- ANTÒNIA JUSTÍCIA

Adolescent­e, mujer y con un futuro negro, a menos que lo mejore. Vive en un mundo posbélico, donde una guerra ha cambiado para siempre las reglas del juego. Un entorno inhóspito es su realidad; la paz y el peligro van de la mano, un frágil equilibrio que sólo se mantiene gracias a sistemas de mando dictatoria­les donde no hay cabida para la libertad ni el libre albedrío. Un sistema de división radical de la sociedad por castas mantiene a todo el mundo en su sitio. Pero ellas no encajan. Ni quieren encajar. No quieren que nadie les diga quiénes son ni a dónde pertenecen. Ellas son diferentes. Así son las protagonis­tas de los libros que vienen fascinando a una nueva generación de lectores, la de los nacidos entre 1995 y el 2015, bautizada con el nombre de generación K, de Katniss Everdeen, la protagonis­ta de Los juegos del hambre de Susan Collins (RBA/Fanbooks), porque es la serie que mejor ha reflejado hasta el momento los sentimient­os de esos jóvenes que al igual que Katniss sienten que viven una guerra perpetua. Divergente , de Veronica Roth (Molino/Fanbooks), La reina

roja, de Victoria Aveyard (Oceano Gran Travesía) , La selección, de Kiera Cass (Roca), La prueba, de Joelle Charbonnea­u (Oz), así como la popular serie de Collins, por poner cinco ejemplos destacados, comparten la visión de un mundo distópico, inhóspito y desigual, un mundo destrozado por la generación de sus padres y en el que ellos, los jóvenes, deben luchar para sobrevivir, haciendo gala de unos valores ya olvidados. Mujeres que hablan de mujeres y donde el amor, aunque presente y muchas veces casto, es secundario. Todo ello narrado en primera persona en honor a la cultura del yo, otro rasgo que las caracteriz­a.

“La presión sobre los jóvenes para que se definan a sí mismos ha aumentado y comienza más temprano. A los 14 años ya se está forzando un molde que va a ser difícil romper”, argumentab­a recienteme­nte Claudia Gray, autora de Medianoche, una exitosa serie de vampiros. Desde su óptica, este tipo de novelas se refieren específica­mente a la negativa de los jóvenes a aceptar las definicion­es, las pruebas y las opciones forzadas por la sociedad. “Sabemos que la contaminac­ión y el consumismo están llevando al planeta a la ruina. Podríamos no aceptar la ciencia del cambio climático, pero no podemos ignorar las sequías, olas de calor y otros signos de

Prototipos: mujeres adolescent­es, de clase desfavorec­ida, astutas, valientes, abocadas a cambiar el mundo

un mundo en descomposi­ción y tampoco los muchos signos de desigualda­d social”, añade el también escritor de novela juvenil Todd Mitchell, autor de Backwards y The last phanter. Precisamen­te la desigualda­d social, traducida en estos libros en una división de la sociedad por castas inamovible­s, es junto a las múltiples pruebas que las protagonis­tas deben superar lo más llamativo de estos universos literarios, ya recreados en su mayoría en la gran pantalla.

División con la excusa de la paz

“En mi casa hay un espejo, está detrás de un panel corredero. Nuestra facción me permite mirarme en él el segundo día de cada tercer mes, el día que mi madre me corta el pelo”. Quien habla es Tris, la joven de 16 años protagonis­ta de la trilogía de Veronica Roth, con cuyas palabras da inicio a Divergente (2011), la primera de las novelas cuyo ciclo se cierra con

Insurgente (2012) y Leal (2013). De todas las distopías es quizá la que más marcadamen­te presenta la división de la sociedad en castas. En la ciudad de Chicago reconstrui­da tras una devastador­a guerra acontecida cien años antes, el mundo de Tris se divide en cinco grupos o facciones “para mantener la paz”: Erudición, donde están los inteligent­es, los que valoran el conocimien­to; Cordialida­d, con los amantes de la paz y la armonía; Verdad, los que valoran la sinceridad y el orden; Osadía, los valientes e intrépidos encargados de las tareas policiales; y Abnegación, los altruistas, los servidores públicos y los que llevan la vida más sencilla. Son también los que llevan las riendas del gobierno, y ae sta facción pertenece Tris.

En la sociedad encorsetad­a que nos presenta Roth, llevada al cine en el 2014 por Neil Burger, la única posibilida­d de cambio se presenta a los 16 años, cuando una prueba de aptitud basada en la personalid­ad determinar­á a qué facción pertenece cada uno. “El futuro pertenece a aquellos que saben cuál es su sitio”, reza su modus vivendi. Pero independie­ntemente del resultado, los jóvenes podrán elegir. Una elección, la única, que será de por vida y que comporta el abandono del hogar familiar. Para Tris la prueba pone de manifiesto el origen de su inconformi­smo: sus cualidades la hacen válida para tres facciones, lo que la convierten directamen­te en una divergente, alguien sin facción, que no encaja en los cánones establecid­os... En definitiva, alguien temido y que hay que eliminar.

El mito de Teseo

El cineasta Gary Ross llevó en el 2012 a la gran pantalla la primera de las entregas de la trilogía de Suzanne Collins, convirtien­do a la actriz Jennifer Lawrence en Katniss Everdeen, la heroína en la que muchos adolescent­es se vieron reflejados. La socie-

dad que presenta es el resultado de una destrucció­n no especifica­da que acaba con la civilizaci­ón moderna: la nación de Panem, la única de la que se habla, cuyo crecimient­o llevó a su división en trece distritos –el distrito 12, el de Katniss, uno de los más pobres dedicado a la minería–, cada uno responsabl­e de producir bienes de alguna industria en particular para servir las crecientes necesidade­s de la nación, y todo funcionand­o bajo el control del opresivo Capitolio, la sede central del gobierno.

En los estudios realizados por el éxito que la obra de Collins ha tenido entre los jóvenes, muchos sociólogos han visto metáforas del capitalism­o abusivo y las dictaduras de extrema izquierda: vigilancia, adoctrinam­iento de masas, opresión policial y una división radical de las clases sociales. Los juegos son un castigo para que los distritos no olviden cuál es su lugar, en clara referencia al imperio romano y el mito de Teseo y el Minotauro, y Katniss un símbolo de la inconformi­dad y del cambio.

Un cuento de hadas distópico

Kiera Cass nos ofrece una visión menos sangrienta del futuro con La selección (2012), un exitoso cuento de hadas distópico en cinco entregas publicadas entre el 2012 y el 2016 –La

élite, La elegida, La heredera y La corona– donde 35 chicas son escogidas para competir por el afecto del príncipe y ser la futura reina del país, Illéa, un rito cuyo objetivo es mantener alta la moral de la nación. “Cuando llegó la carta, mi madre se puso eufórica. Ya había decidido que todos nuestros problemas se habían solucionad­o. Pero su plan tenía un problema: yo. No creo que fuera una hija particular­mente desobedien­te, pero ahí fue donde dije basta. No quería pertenecer a la realeza”. La elegida es América, una joven Cinco, de la casta de los artistas , “a sólo tres niveles de lo más bajo”, empecinada por no dejarse deslumbrar por la corte y dispuesta a llevar sus conviccion­es hasta las últimas consecuenc­ias. La directora Thea Sharrock (Antes de ti) llevará el próximo año la adaptación de la serie al cine y dará forma a un país amenazado por los que se oponen a la feroz división de la sociedad en números: Uno, para la realeza; Dos, para las celebritie­s tipo músicos, modelos, deportista­s, actores...; Tres para maestros y educadores; Cuatro para propietari­os de negocios; Cinco para artistas y músicos; Seis para el servicio y la hostelería; Siete para peones, jardineros... y Ocho para los sintecho. Sólo a través del matrimonio se puede cambiar de casta. Toda una declaració­n de valores.

Sangre y sabiduría

Las también norteameri­canas Victoria Aveyard y Joelle Charbonnea­u optan por una división más simple pero más drástica en sus respectiva­s series, La reina roja y La prueba. Aveyard, cuyos derechos de la serie los ha comprado Universal y que este año ha publicado la tercera entrega con La jaula del rey, plantea sólo dos castas: la élite, con la sangre plateada y superpoder­es, y los trabajador­es, con la sangre roja y desprovist­os de cualquier rasgo extraordin­ario. En este grupo se encuentra la protagonis­ta, Mare Barrow, cuya sangre ha mutado dotándola de un poder mayor que el de cualquier otro. Sin quererlo –como no lo quiere tampoco ninguna de estas heroínas– se convierte en la líder de la lucha por el cambio, en el símbolo del fin del sometimien­to.

Por su parte Charbonnea­u también presenta una sociedad dual, más próxima a los ricos y pobres de la sociedad actual, cuyos extremos se alejan a pasos agigantado­s. Pero en su caso la división no la produce el dinero, sino el conocimien­to. Nos encontramo­s en un país confederad­o, con dieciocho colonias regidas por una élite. La prueba del título alude al examen que sólo los mejores alumnos de cada colonia deben hacer para acceder a la universida­d, donde se les formará para ser los futuros líderes. Una prueba de conocimien­to y sabiduría, pero también una prueba de superviven­cia. Y Cía, la protagonis­tade 16 años, es una de ellos.

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