La Vanguardia - Culturas

Un decálogo posible del festival, por Carlos Losilla

- 1986. DAVID LYNCH

El Festival de Sitges nació cuando el cine de terror moderno se encontraba en su apogeo. Y se fue consolidan­do como una muestra anual del género que no se ha limitado a las propuestas más canónicas, sino que siempre ha querido delinear un espacio de lo fantástico multiforme y variado, en el que han cabido desde el horror más puro hasta películas de autor más cercanas a la sugerencia y la extrañeza que a la típica iconografí­a de monstruos y psicópatas. He aquí diez filmes que pasaron por Sitges y así lo atestiguan.

1995. MANOEL DE OLIVEIRA

Sitges fue uno de los festivales que consagró en España a Manoel de Oliveira, majestuoso creador de formas y católico obsesionad­o por el Mal y sus derivados. Así, no es una historia de terror stricto sensu, sino una especie de auto sacramenta­l, de extrema sobriedad y depurado estilo, que convoca a John Malkovich y Catherine Deneuve en un escenario inquietant­e del que surgen múltiples cuestiones metafísica­s. Hermosa, diabólica pieza de cámara, consiguió el Premio de la Crítica. 1969. JURAJ HERZ

En pleno auge de la checa, poco después de que Milos Forman encandilar­a a Hollywood con

(1965), su compatriot­a Juraj Herz se mostraba mucho más ácido y oscuro en

una comedia negra acerca de un demente que pretende realizarse a través de la cremación. Cuento cruel en evocador blanco y negro, fábula sobre los horrores del nazismo, la censura española impidió que accediera a Sitges hasta tres años después de su realizació­n.

1981. SAM RAIMI

Corrían los inicios de los años 80 del siglo pasado y el cine de terror buscaba nuevas vías de expansión cuando Sam Raimi, un joven casi debutante de 22 años, revolucion­ó el panorama de un plumazo. Hoy un clásico del fantástico se convirtió instantáne­amente en un ejemplo de cine enérgico y salvaje, que supo mezclar el gore y los efectos especiales con una encomiable concisión narrativa, entre el horror y el humor, a costa del motivo clásico de la casa encantada.

1993. WILLIAM FRIEDKIN

La película que cambió para siempre el cine de terror es también una obra maestra del cine

Sobria e implacable, esta historia de una adolescent­e poseída por el demonio, o quizá atrapada en los delirios de la pubertad, transita entre Fritz Lang e Ingmar Bergman para acabar abrazando las reglas del género sin complejos ni timideces de ningún tipo. Un escándalo en su momento, debido a sus imágenes radicales y transgreso­ras, se pasó en la edición de 1975, doblada y con cortes de censura. El tercer largometra­je de David Lynch se alzó con el primer premio del festival con su fascinante mezcla de cine de terror y comedia adolescent­e, todo ello construido desde una ironía posmoderna lindante con el surrealism­o. Kyle MacLachlan y Laura Dern intentan entender por qué Isabella Rossellini es la prisionera de Dennis Hopper, al tiempo que Lynch crea atmósferas inquietant­es desde un nuevo romanticis­mo que acabó guiando sabiamente los pasos del mejor cine fantástico posterior.

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