Un decálogo posible del festival, por Carlos Losilla
El Festival de Sitges nació cuando el cine de terror moderno se encontraba en su apogeo. Y se fue consolidando como una muestra anual del género que no se ha limitado a las propuestas más canónicas, sino que siempre ha querido delinear un espacio de lo fantástico multiforme y variado, en el que han cabido desde el horror más puro hasta películas de autor más cercanas a la sugerencia y la extrañeza que a la típica iconografía de monstruos y psicópatas. He aquí diez filmes que pasaron por Sitges y así lo atestiguan.
1995. MANOEL DE OLIVEIRA
Sitges fue uno de los festivales que consagró en España a Manoel de Oliveira, majestuoso creador de formas y católico obsesionado por el Mal y sus derivados. Así, no es una historia de terror stricto sensu, sino una especie de auto sacramental, de extrema sobriedad y depurado estilo, que convoca a John Malkovich y Catherine Deneuve en un escenario inquietante del que surgen múltiples cuestiones metafísicas. Hermosa, diabólica pieza de cámara, consiguió el Premio de la Crítica. 1969. JURAJ HERZ
En pleno auge de la checa, poco después de que Milos Forman encandilara a Hollywood con
(1965), su compatriota Juraj Herz se mostraba mucho más ácido y oscuro en
una comedia negra acerca de un demente que pretende realizarse a través de la cremación. Cuento cruel en evocador blanco y negro, fábula sobre los horrores del nazismo, la censura española impidió que accediera a Sitges hasta tres años después de su realización.
1981. SAM RAIMI
Corrían los inicios de los años 80 del siglo pasado y el cine de terror buscaba nuevas vías de expansión cuando Sam Raimi, un joven casi debutante de 22 años, revolucionó el panorama de un plumazo. Hoy un clásico del fantástico se convirtió instantáneamente en un ejemplo de cine enérgico y salvaje, que supo mezclar el gore y los efectos especiales con una encomiable concisión narrativa, entre el horror y el humor, a costa del motivo clásico de la casa encantada.
1993. WILLIAM FRIEDKIN
La película que cambió para siempre el cine de terror es también una obra maestra del cine
Sobria e implacable, esta historia de una adolescente poseída por el demonio, o quizá atrapada en los delirios de la pubertad, transita entre Fritz Lang e Ingmar Bergman para acabar abrazando las reglas del género sin complejos ni timideces de ningún tipo. Un escándalo en su momento, debido a sus imágenes radicales y transgresoras, se pasó en la edición de 1975, doblada y con cortes de censura. El tercer largometraje de David Lynch se alzó con el primer premio del festival con su fascinante mezcla de cine de terror y comedia adolescente, todo ello construido desde una ironía posmoderna lindante con el surrealismo. Kyle MacLachlan y Laura Dern intentan entender por qué Isabella Rossellini es la prisionera de Dennis Hopper, al tiempo que Lynch crea atmósferas inquietantes desde un nuevo romanticismo que acabó guiando sabiamente los pasos del mejor cine fantástico posterior.