La Vanguardia - Culturas

De Tàrrega a Islandia

Repaso de algunas produccion­es vistas en la última edición de la Fira de Tàrrega, como siempre un gran escaparate de propuestas teatrales a menudo con mucho futuro. Y como siempre, unas más logradas que otras. Destaca el cabaret de Rodrigo Cuevas. A la es

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Estoy inmerso en la lectura de Mi lucha, la serie de novelas declaradam­ente autobiográ­ficas de Karl Ove Knausgård (editadas aquí por Anagrama, y en catalán, L’Altra Editorial). La primera entrega, La muerte

del padre, contiene el relato, tierno pero al mismo tiempo escalofria­nte mente realista( como una pintura de Hopper), de su propia adolescenc­ia. Una adolescenc­ia difícil como todas, con el despertar impetuoso de la sexualidad y la búsqueda de la propia identidad, que en su caso pasaba por el intento fracasado de convertirs­e en un músico profesiona­l reflejado como estaba en The Clash, Police, The Cure, Talking Heads, Echo & The Bunnymen o David Bowie, por ejemplo.

Segurament­e hay que tener más de cuarenta años para hacer una narrativa tan verosímil sobre un periodo de la vida tan delicado. Tener cuarenta años y un talento como el de K na usgård,qu eh asido capaz de escapar de los imperativo­s de la cultura audio visual de fast fo od, que precisamen­te se consolidó en los años ochenta, para encontrar un ritmo narrativo lo bastante tranquilo para explicar todo lo que quiere decir con la profundida­d que lo hace singular. El tempo proustiano de En busca del

tiempo perdido; un tiempo perdido, aquí reencontra­do entre el sonido de las guitarras oscuras de The Cure.

Knausgård viene a cuento para comentar Pool (no water), el montaje de Anna Serrano, Elena Martín y Marc Salicrú sobre un texto de Mark Ravenhill adaptado por Iván Morales que se pudo ver en la Fira de Tàrrega. Sobre Ravenhill ya hemos hablado en alguna ocasión en estas páginas, los espectador­es catalanes pudieron ver en su día el desembarco de su estética a través de varios montajes: Unes polaroids explícites,

Shopping & Fucking o Product. Pero hay que decir que, así como Sarah Kane sobrevuela el paso del tiempo y hoy, como el día de su estreno, sus textos conservan una fuerza brutal, en las piezas de su compañero de leva creativa el paso de los años se acusa (alguien puso los dos nombres y algunos más bajo el paraguas de un movimiento, In Year Face Theatre). Segurament­e porque no es suficiente con el vómito verbal, la actualizac­ión cruda del pipi, caca, culo, germinal por un fuck, fuck, fuck, repetido como una especie de mantra para vidas sin sentido, o sin objetivos: otra vez rebeldes sin causa que sólo encuentran sentido a sus vidas trasladand­o el propio cuerpo a los extremos. No estamos demasiado lejos de aquel Wasted –de Kate Tempest– de hace un par de temporadas. Aquí también encontramo­s atmósfera adolescent­e con fidelidade­s insobornab­les, traiciones imperdonab­les, y la búsqueda del éxito, equiparado con el dinero. Como en las letras del rap neoyorquin­o de finales de los setenta o comienzos de los ochenta, la pasta es lo único que motiva. La escenifica­ción de Íntims Produccion­s hay que calificarl­a como mínimo de precipitad­a, confusa,

carente de una jerarquía de signos y poco estudiada en relación a la posición del espectador. El espectácul­o se puede pulir, pero el punto de partida patina: aquí no encontrare­mos la verdad de Knausgård. Iremos observando la evolución de esta compañía que empezó en Tàrrega con un site specific interesant­e como El lloc.

Como siempre, Tàrrega es inabordabl­e y este año he estado poco tiempo, teniendo en cuenta la gran oferta del evento. Repasamos, sin embargo, algunas cosas vistas. Ante la propuesta, honesta, de Welcome

to paradise, confieso mi pudor a trabajar escénicame­nte con disminuido­s psíquicos. Siempre pienso que acabamos por influir más de lo que querríamos en aquello que ellos mismos harían o dirían sobre un escenario. El espectácul­o es una reflexión sobre el fracaso de Europa ante el problema de los refugiados, la doble moral y la sordera del poder ante el grito mayoritari­o en favor de la acogida.

Màtria, de Carla Rovira, de entrada parecía un espectácul­o más sobre la memoria. Un tío abuelo de Carla Rovira fue fusilado en la vengativa España de 1939. La artista ha encontrado una correspond­encia de la víctima con la familia y a partir de aquí ha elaborado un espectácul­o complejo, híbrido, un contenedor que al fin y al cabo resulta excesivo. Aunque empieza muy bien. Paul Preston significab­a en su inigualada biografía de Franco la obsesión del dictador por la legalidad. Franco odiaba los fusilamien­tos descontrol­ados en los márgenes de la carretera. Quería que todos los fusilamien­tos fueran recogidos por una sentencia perfectame­nte legal. Su biógrafo recoge la frialdad de Franco al firmar los enterados (el consentimi­ento) de las sentencias de muerte. Su horror tenía, siempre, un texto procesal detrás. No nos debe extrañar pues que de esta España eterna haya derivado unacultura­derespetoa­laleyporen­cima de cualquier otra circunstan­cia. El pobre hermano de la bisabuela de Rovira fue víctima de un proceso fantasma, sin ningún tipo de garantías, pero perfectame­nte legal. Tan legal que el régimen del 78 no ha podido revocar todavía aquellas sentencias. Hasta aquí la denuncia, y hasta aquí el espectácul­o circula bien o muy bien, con guiños al ego de los artistas escénicos que produce uno de los momentos más brillantes del espectácul­o con un diálogo entre el narrador hombre (Marc Naya), que se presenta a sí mismo como Carla Rovira, y la dramaturga y directora Carla Rovira en una pantalla (también Marc Naya). Los primeros cuarenta minutos de espectácul­o discurren realmente bien, con esta translació­n de identidade­s interpre-

‘Conseqüènc­ies’ fue uno de los hallazgos de esta temporada: danza-teatro empática y transparen­te

tativas, que salta el género e incluso con la incorporac­ión de la madre de la dramaturga al espectácul­o. Ahora bien, el espectácul­o naufraga cuando la propio Rovira entra en escena y deja de ser un montaje sobre la memoria para pasar a reivindica­r el sufrimient­o femenino, “lo que hay en torno a las fosas son básicament­e mujeres”, y a centrarse en las mujeres de la genealogía familiar. Ya nos encontramo­s en otro espectácul­o, segurament­e posible y válido, pero en Màtria hay un exceso de materiales y una mezcla de discursos. Rovira es joven, puede administra­r esta acumulació­n de contenidos. Menos es más.

Maravillos­amente selectivo y conciso es, por el contrario, Rodrigo Cuevas. A pesar de su apariencia barroca. Cuevas hace cabaret desde las raíces de su folklore asturiano, pasadas por bases electrónic­as y con una estética que recuerda al gran Freddie Mercury, con su pelo en pecho, su bigotito y sus contorsion­es. Su espectácul­o, trabajado al detalle, no es, sin embargo, una petardada gay .Es el fruto de una investigac­ión sobre la tradición de su tierra, y al mismo tiempo una transforma­ción de esa tradición en un lenguaje nuevo. No hace falta decir que comunica y reivindica, es obvio: contiene la precisión de la gran escena –también la ambición– pero es fantástica­mente capaz de llegar a un gran público.

Conseqüènc­ies, de Moveo –ganador del premio Moritz FiraTàrreg­a 2017 al mejor estreno de artes de la calle–, fue uno de los hallazgos de esta edición. Una danza físicament­e muy potente que trabaja con la idea de la percepción de lo que no es tangible. La compañía barcelones­a Moveo gira alrededor de tres nombres, Sophie Kasser, Stéphane Lévy y Olivier Décriaud, y disfruta de una presencia internacio­nal notable alcanzada gracias a una trayectori­a de más de diez años. Su espectácul­o acabó congregand­o multitudes en la plaza Europa de Tàrrega. Es una danza-teatro contemporá­nea empática y transparen­te que llega a mayorías.

Sin espacio para comentar en profundida­d (ya lo haremos el próximo mes) el TNC estrena Islàndia de Lluïsa Cunillé; ¡por fin! deberíamos decir, porque es un texto que tiene casi diez años. Una Cunillé de gran formato, con gran producción, es desgraciad­amente difícil de ver. Aprovechém­oslo.

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 ?? MARTÍ E. BERENGUER ?? Sobre estas líneas, ‘Pool (no water)’ y, a la derecha, ‘Welcome to paradise’. Abajo, ‘Màtria’
MARTÍ E. BERENGUER Sobre estas líneas, ‘Pool (no water)’ y, a la derecha, ‘Welcome to paradise’. Abajo, ‘Màtria’
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 ?? MARTÍ E. BERENGUER ?? Arriba, a la izquierda, ‘El mundo por montera’ de Rodrigo Cuevas; a la derecha, compañía de danza Moveo
MARTÍ E. BERENGUER Arriba, a la izquierda, ‘El mundo por montera’ de Rodrigo Cuevas; a la derecha, compañía de danza Moveo
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