Universo Zagajewski
Visitamos al poeta y ensayista en su casa de Cracovia
En sus poemas cantan mirlos y tordos, vuelan las golondrinas. Se oye al grave Brahms, al elegíaco Schubert, a Chopin, Mozart y Beethoven, sinfonías de Bach y de Mahler, la tristeza de Shostakóvich. Desde sus volúmenes de poesía nos miran cuadros de viejos maestros holandeses. En sus poemas se dibujan caminos que nos llevan a Cracovia, París, Houston, Roma, a las playas del Mediterráneo y a su ya inexistente Lviv natal. Sus ensayos se preguntan si el arte debería ser solidario o solitario, o cuál es el papel de la poesía en nuestro siglo. A la vez, en sus versos se contempla la vida, la vida normal, de la gente de a pie, los viajes, los aeropuertos y las estaciones de ferrocarril, los atardeceres. Zagajewski –convencido de que la imaginación puede convertirse en su propio enemigo si deja de prestar atención al duro mundo insoluble en el arte– es, como lo definió Derek Walcott, “un místico laico”.
Los cines negros ansían luz. Febriles respiran los bosques, las nubes cantan en voz baja, suplica lluvia una oropéndola. La vida normal ansía. ‘UNA VIDA NORMAL’, DEL LIBRO ‘ANTENAS’
Un universo de libros
Poeta, ensayista, filósofo, traductor y profesor, Adam Zagajewski ha sido galardonado con numerosos premios, entre cuales destacan el estadounidense Neustandt (2004), llamado “el pequeño Nobel”, y el Zhongkun (2014), conocido como el “Nobel chino de poesía”, recientemente también el premio Princesa de Asturias de las Letras, que recibirá el próximo día 20. Considerado uno de los más importantes poetas y ensayistas contemporáneos, Adam Zagajewski, hombre modesto e interlocutor extraordinario, vive con su esposa en Cracovia. En su despacho se amontonan libros que cubren prácticamente las paredes enteras, todo el suelo y una gran mesa en medio de la habitación. La biblioteca da al pequeño jardín donde, en primavera, se pueden oír los cantos de mirlo.