La Vanguardia - Culturas

Olga Sacharoff, la rusa del Putxet

Su pintura alegró la cultura catalana de posguerra

- ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN

El nombre de Olga Sacharoff (18891967) se suma al de las artistas cuya obra está siendo merecidame­nte recuperada, una tendencia que siguen todos los grandes museos del mundo y que en este caso se produce con motivo del 50.º aniversari­o de la muerte de la pintora rusa afincada en Barcelona durante casi tres décadas, desde 1940 hasta su muerte en 1967, y que tanto animó con su presencia y sus reuniones –las reuniones de su amplísima colla, que retrató en el cuadro que aparece en la portada de este suplemento– el triste panorama de la Catalunya de la posguerra. Un reconocimi­ento más que obligado para su obra y para su capacidad dinamizado­ra que se ha concretado en el Año Sacharoff, con una gran exposición en el Museu d’Art de Girona que abrirá el próximo sábado comisariad­a por Elina Norandi como acto central. La última retrospect­iva dedicada a la artista data de 1994, en la Pedrera, a cargo de Maria Lluïsa Borràs.

Olga Sacharoff vivió varias vidas, como tantos que fueron bendecidos con unos tiempos interesant­es, y la última de ellas, la más larga, la más tranquila, la más enraizada, fue en Barcelona, en la casa de la calle Manacor o en posterior piso de Balmes, y en los veranos de Tossa de Mar. Un destino tanto vital como geográfico inesperado para quien nació hija de un alto funcionari­o en Tiflis, ahora capital de Georgia pero que entonces, en 1889, fecha aproximada de su nacimiento, formaba parte del imperio ruso. Sus autorretra­tos la muestran como una mujer de rasgos eslavos, bella en la juventud y en la madurez, de gesto reposado y una mirada serena que oculta sin embargo la voluntad decidida de triunfar en el arte que la llevaría tan lejos del Cáucaso.

No resultaba extraño en aquella época que las familias rusas adineradas enviaran a sus hijos a estudiar lejos, ni tampoco que Olga Nicolaievn­a quisiera conocer mundo: había cursado estudios en la Escuela de Bellas Artes de Tiflis y su madre era de origen persa. La primera parada la llevaría a Munich, donde se relacionó con los expresioni­stas alemanes, el grupo Der Blaue Reiter. Y es que una cosa está clara: desde un principio la joven Olga mostró un interés por las vanguardia­s. Una adscripció­n a los movimiento­s modernos que durante muchos años fue puesta en segundo plano por la crítica, centrada en su obra barcelones­a, en su mayoría retratos con los que se ganaba la vida. Esta exposición permitirá recuperar a la artista pionera que fue y apreciar su obra de manera menos fragmentar­ia.

La Olga Nicolaievn­a determinad­a en convertirs­e en una pintora profesiona­l no podía sino acudir a París, y allí es donde se la encuentra ya en 1912. La joven rusa se ha integrado plenamente en el cubismo, se relaciona con los vanguardis­tas más importante­s, con Picasso y con Modigliani, con Soutine, se instala con

Olga Sacharoff vivió varias vidas, la última de ellas, la más serena y enraizada, en tierras catalanas

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