Ópera, clásica y danza
Barcelona afianza un indiscutible nivel europeo en su oferta de música culta. Rattle y la Filarmónica de Berlín, Dudamel y la de Viena... todos están dispuestos a repetir en la ciudad. Al igual que las grandes voces: Flórez, Kaufmann, Radvanovsky... Ojo c
Los encuentros con la ópera, la clásica y la danza serán harto valiosos este año, tanto a escala peninsular como europea. Y en algunos casos, no estarán exentos de noticia.
Ópera
Darse cita con la ópera este 2018 implica, de entrada, anotar en la agenda la programación del Liceu, que una vez superadas las Navidades pone a la afición en guardia con
Poliuto de Donizetti, en versión concierto, en las voces de Sondra
Radvanovsky y Gregory Kunde. Buena forma de desengrasar, antes de sumergirse en el repertorio francés: Roméo et Juliette de Gounod por Josep Pons y Andrea Chénier, que cuenta en algunas funciones con el estelar tenor Jonas Kaufmann, a quien justo antes habremos escuchado en el Palau junto a
Diana Damrau, y a quien en julio veremos en Peralada. Y hagamos un paréntesis aquí, porque Juan Diego
Flórez, el otro tenor, presentará su disco Mozart en el Palau en abril.
El resto de la temporada liceísta es sabida: antes de entregarse a los placeres puccinianos con Manon
Lescaut (en junio) y de cerrar temporada con La Favorite de Donizetti, el Gran Teatre tiene un par de sorpresas consecutivas. La primera es Demon, un clásico del romanticismo eslavo de Anton Rubinstein cuya historia del demonio enamorado (según el poema de Lérmontov) causó estupor en la Rusia del XIX. La otra es el Ariodante de Händel que traerá en concierto
William Christie en marzo. En Madrid, por contraste, no se escatima en ópera contemporánea y del siglo XX: son imprescindibles los estrenos españoles de Dead man walking, de Jake Heggie, con
Joyce di Donato y Measha Bruggergosman (enero), y del Die Soldaten con montaje de Calixto Bieito (mayo). Y, por supuesto, la Gloriana de Britten, con nueva producción de
McVicar que se estrena en Madrid (abril), y la nueva Street Scene de Kurt Weill, que será un acontecimiento de la temporada madrileña.
A escala europea hay chispeantes novedades. En el festival de Bayreuth debutará Roberto Alagna como Lohengrin. Y subirá al exclusivo podio por primera vez un español, Plácido Domingo, dirigiendo
Walküre. Todo un exotismo. Siguiendo con Wagner, vale la pena correr a la Philharmonie Paris para escuchar los dos primeros títulos de su Tetralogía de manos de Valery Gergiev y la Orquesta del Mariinski (marzo). Y quién, por supuesto, no querría viajar a Baden Baden donde también en marzo Simon
Rattle hará Parsifal con la Filarmónica de Berlín y un reparto excelente (Herlitzius, Nikitin, Selig, Finley).
Siguiendo la pista a las grandes estrellas, Anna Netrebko será Tosca en el Met de Nueva York, junto con
Vittorio Grigolo y Bryn Terfel. El barítono galés, por cierto, vuelve a Barcelona después de 19 años: lo trae en abril el Palau de la Música, en grandes escenas de Walküre y Boris Goudonov. Y otra estrella, Sonya Yoncheva, se atreverá con Il pirata en la Scala (julio) donde no se ha hecho este Bellini desde que lo cantara la Callas... (glups). Y bueno, fabulosa cita con la pareja barroca
Cecilia Bartoli y Philippe Jaroussky
–este último será Orfeo en el Palau, en junio–, que harán Alcina de Händel en el Champs Elysées de París.
También el Covent Garden tiene una Tosca, con Adrianne Pieczonka y Martina Serafin. En el podio, Plácido Domingo, quien va combinando batuta y voz sin descanso (no olvidar su Thaïs este verano en Peralada). Y luego está la Tosca que Philipp Stölzl montará en Salzburgo –¿está este Puccini de moda?–, con Anja