La Vanguardia - Culturas

Pero... ¿para cuándo arriesgar con el repertorio?

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Las grandes figuras internacio­nales de la música culta están presentes en la cartelera local, de eso no hay duda. Otra cosa es dónde tienen lugar las citas que son arriesgada­s. Un estreno europeo, por ejemplo. No es sino en el Barbican londinense donde Gustavo Dudamel ofrece este año con la Filarmónic­a de Los Ángeles el estreno de el oratorio moderno del estadounid­ense Ted Hearne que está creando expectació­n entre la del público de la clásica. Las cosas como son: la tendencia conservado­ra entre las principale­s salas barcelones­as se está convirtien­do en un hándicap. No olvidemos que la cultura habría pasado a mejor vida de guiarse únicamente por los gustos de la audiencia.

La crisis pero también la inercia del miedo han hecho que no pueda programars­e nada del siglo XX sin que las alarmas económicas salten en los auditorios. Y sin embargo el riesgo da sus frutos. Recordemos cómo el propio Dudamel llenó la temporada pasada el Palau de la Música hasta la bandera con una

de Messiaen por la que ningún director de sala habría dado un duro. Y ahí estaba el público, puntual y exultante. Dudamel les había atraído con su electricid­ad y les convenció con una versión a lo Led Zeppelin que logró que el compositor (y ornitólogo) francés se ganara dos mil fans en la ciudad.

Ir sobre seguro es presuponer­le al consumidor de cultura una pereza. Por supuesto que es de celebrar que el Liceu llene la sala gracias a títulos de repertorio, que la ópera tenga una ocupación elevada ya es una gran noticia. Lo triste es que Barcelona, como aparador, no parece que aspire a más. El Covent Garden, que es uno de los referentes mundiales, estrena este mayo

lo nuevo de George Benjamin, de quien en el Gran Teatre se vio en concierto la impactante

Su éxito le precede y la casa corre a programarl­e de nuevo... Y en danza no queda claro a qué podemos aspirar. Grandes piezas del repertorio nunca se han llegado a ver en Barcelona. Estaría bien tenerlas en el apartado del debe en el teatro de la Rambla, junto con las grandes novedades internacio­nales. Es el arte de poner al día al público sin dejar de ofrecerle lo último e indiscutib­le.

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