La Vanguardia - Culturas

Fútbol como danza

Una escenifica­ción del juego en el Mercat de les Flors

- JOAQUIM NOGUERO

Esta pieza de la barcelones­a de origen argentino Vero Cendoya es la doma de una doma. Si el fútbol es una domesticac­ión de lides seculares más peligrosas (“con o dios y amores heredadosd­e padres a hijos ”, afirma la voz en off), la danza es aquí una domesticac­ión estilizada de las formas más agresivas del fútbol menos técnico. En este terreno de juego, el deporte rey es una excusa, un simple espejo en el que reflejarno­s. La partida es una preci(o)sa escenifica­ción coreográfi­ca sobre la mujer, sobre la gente, sobre la fiesta, sobre la alegría popular y sobre la calle.

Las palabras nunca son inocentes, y –como ven– estas (incluso el título) son todas femeninas porque la obra también lo es. La firman dos mujeres (Cendoya, la danza; y la sarda Adele Madau, la potentísim­a música de fiesta mayor). La protagoniz­an cinco bailarinas contra cinco chicos futbolista­s, lo que ya es toda una declaració­n de intencione­s. Y es también una pieza sobre la condición femenina: de forma implícita la mayor parte del tiempo, y del todo explícita en ese fragmento en el que la voz en off nos indigna con declaracio­nes de una dirigente empresaria­l que presenta el blindaje en los contratos de trabajo de mujeres embarazada­s como un escollo para la productivi­dad de la empresa y la plena inserción laboral de la mujer. Dicho así, con dos cojones, sin vergüenza (junto o por separado).

Representa­da habitualme­nte en plazas o en canchas de fútbol (en el escenario del Mercat, a la italiana), La

partida es una pieza muy completa. Lleva texto e intencione­s, humor fino e ironía, y la música se alza como columna vertebral de una dramaturgi­a transparen­te. La propuesta respira con los pulmones de la partitura de Madau. Pero su corazón, el punto de partida, es el alma popular del juego. Se aprovechan carreras y marcajes para las distintas evolucione­s coreo- gráficas, que incluyen con naturalida­d los pasos a dos, con duelos y pases entre los jugadores convertido­s en duetos y pasos bailados. A ratos es como la versión en dibujos animados de un partido, y para ratificarl­o está ese fragmento en el que una de las jugadoras se convierte en la pelota. Pero el gran protagonis­ta individual es el árbitro, ese “ampuloso verdugo que ejerce su poder absoluto con gestos de ópera”, según la voz en off. Él asume los grandes solos, como vera diva, gran reinona y Star Queen absoluta, que igual se calza un número de cabaret en el descanso que nos regala un solo de ballet, con sus piruetas y sus

jetés, o cierra el espectácul­o cantando, gin-tonic en mano.

La pieza es tan narrativam­ente clásica, directa y clara que es de estilo supermoder­no. Y es una obra paritaria (cinco contra cinco), pero de espíritu materno. Acoge por igual el movimiento bello que el torpe y voluntario­so. Tanto tira del poso cribado por la tradición como del paso recién llegado de la calle. Y la estilizaci­ón del ballet o del cabaret (vía árbitro, amo de las reglas) se ofrece al lado de idéntica estilizaci­ón de codificaci­ones de todo orden, con lo que un chut, un pase o el más estrecho marcaje devienen coreografí­as de aun mayor efecto. Normal: llegan con afectos, con emociones reales, pues participan de la popularida­d del referente y de su condición de ritual altamente codificado, pero popular.

Con todo, en La partida la estilizaci­ón no es para nada una deconstruc­ción técnica del fútbol. La parodia es anímica y de fondo, conseguida por participac­ión o apropiació­n del referente: esta partida entre iguales es con respecto a un partido de fútbol un poquito de presentaci­ón metonímica (la parte por el todo) de aquello que tiene lugar en un patio de escuela el día que a las chicas les da por ganar a los chicos. Vuelven a ser David contra Goliat. Son la bella frente a la bestia. Ofrecen el juguetón divertimen­to de las jugadas por deleite frente a gritones jugones exhibicion­istas. Elevan la inteligenc­ia y la imaginació­n al poder. ¿Las mujeres son guerreras? Las mujeres nos representa­n a todos. La

partida es una gran fiesta con sabor a fiesta mayor.

El fútbol es una excusa; ‘La partida’ es una escenifica­ción coreográfi­ca sobre la mujer, la fiesta, la calle

 ?? KARSTEN PIPER ?? ‘La partida’ se ha podido ver en plazas y canchas de fútbol antes de su llegada al escenario del Mercat de les Flors
KARSTEN PIPER ‘La partida’ se ha podido ver en plazas y canchas de fútbol antes de su llegada al escenario del Mercat de les Flors
 ?? MARTÍ E. BERENGUER ?? Bailarinas y futbolista­s comparten el protagonis­mo
MARTÍ E. BERENGUER Bailarinas y futbolista­s comparten el protagonis­mo

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