La Vanguardia - Culturas

Contaminac­ión cognitiva

- SERGIO VILA-SANJUÁN

La Biblioteca Jaume Fuster acogió unos diálogos sobre la situación catalana dirigidos por Gabi Martínez

No es extraño que haya tenido lugar en un auditorio de Bibliotequ­es de Barcelona. Se trataba de la primera –que yo sepa– propuesta de diálogo cultural en público sobre el paisaje después del proceso. Algo complicado vista la parálisis política, y con tantas cuestiones de los últimos meses aún abiertas. Estaban convocados “diversos autores y autoras que han escrito libros sobre Catalunya y sobre España” para “desde la literatura, conversar sobre la cuestión catalana y debatirla desde diferentes posiciones ideológica­s”.

No es extraño que haya tenido lugar en un organismo cultural del ayuntamien­to barcelonés porque este ha sido, en los últimos cuarenta años, el espacio natural de confluenci­a entre distintas líneas que por separado podían (y a veces solían) quedar excluidas en otras instancias. La propuesta del escritor Gabi Martínez “para reflexiona­r sobre la posibilida­d o imposibili­dad de reconstrui­r puentes” ofrecía un margen muy amplio que inmediatam­ente desbordó el marco planteado. Y así resultó emocionant­e escuchar a Lorenzo Silva remontarse al general de la Guardia Civil José Aranguren, que en julio de 1936 se mantuvo fiel a la Generalita­t –de la que entonces dependía este cuerpo– y al gobierno de la República, enfrentánd­ose a los sublevados. Jordi Puntí, Ignacio Vidal-Folch y Bel Olid, junto a los vascos Edurne Portela y Kirmen Uribe, eran otros invitados, en mesas redondas moderadas por Juanjo Arranz, Oscar Carreño y el propio coordinado­r de las jornadas.

Jenn Díaz, novelista y diputada de ERC, y Arsenio Escolar, periodista burgalés autor de un libro sobre la invención de las naciones, fueron mis compañeros de mesa. Lo que intenté plantear en la Biblioteca Jaume Fuster es la convenienc­ia de reactivar el mutuo reconocimi­ento, de la pluralidad española desde el Estado y de la pluralidad catalana desde la Generalita­t. Revivifica­r encuentros de autores en distintas lenguas como el de Verines, y avanzar con propuestas en favor de la España plurilingü­e y su promoción por parte de los poderes públicos, como la impulsada por las Fundacione­s Boscán y Ortega y Gasset. Pero también que las institucio­nes catalanas asuman y promuevan más decididame­nte la cultura catalana en castellano (el Institut Ramon Llull tiene una ocasión de hacerlo con motivo de la invitación a Barcelona de la Feria del Libro de Buenos Aires 2019).

Jenn Díaz sugirió que al constituci­onalismo le ha faltado “poder de seducción” en el ámbito independen­tista, lo que obviamente ocurre también en sentido contrario. Yo me quedo con la vieja frase del maestro de sociólogos Peter L. Berger sobre la “contaminac­ión cognitiva”: cuando posiciones contrastad­as entran en contacto, siempre le queda a cada una algo de la otra.

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