Escenarios
Si el ciclo Parker llega a la televisión –Connolly se ha decidido al fin a subastar los derechos–, lo único seguro es que los responsables de la localización de exteriores van a tener que peinar a fondo el estado de Maine (y, por pedir, uno sueña con Adam Arkapaw, director de fotografía de la primera temporada de El irlandés quiso compartir con su reverenciado Stephen King la transformación del frondoso y francófono Maine en un pozo sin fondo de manifestaciones malignas, de raíz tanto terrenal como sobrenatural. Tal es su pasión por la zona que es dueño de una casa en Portland, la ciudad más poblada del estado, a la que “acudo unas tres veces al año. Rodeado de naturaleza y liberado de compromisos, en una semana me saco el trabajo de un mes”. En sus bosques hemos visto morar turbias comunidades religiosas, asesinos legendarios, fantasmas, entes diabólicos, criaturas impropias de este mundo, árboles de frutos extraños, bandas de moteros, traficantes de todo tipo de sustancias…
En ocasiones el autor ha incorporado el sur de Estados Unidos a su cartografía literaria, esta vez bajo la inspiración de otro admirado colega como James Lee Burke. Por sus territorios pantanosos, sofocantes y proclives a la superstición se han escampado fanáticos, médiums y monstruos del más variado pelaje. Imposible olvidar a la anciana negra que habla con los difuntos desde un chamizo de Louisiana o a Cyrus Nairn, la aberración de la naturaleza que custodia sus secretos en la orilla de un río.