Los libros
ALIANZA. TRADUCCIÓN: RAMÓN GARCÍA. 240 PÁGINAS. 10,50 EUROS PENSODROMO 21. 242 PÁGINAS. 20 EUROS ALIANZA. TRADUCCIÓN: MARCO AURELIO GALMARINI. 320 PÁGINAS. 22 EUROS
Gruzinski ha hecho como base de un brillante y muy recomendable ensayo: Según este gran historiador, “nuestro presente no tiene contornos precisos, se nutre de un flujo de estímulos, de sensaciones, de imágenes, de presentimientos, de ruidos y de actualidades de los que la memoria sólo fija retazos”; eso supone una sociedad líquida, sin apego a la verdad, relativista en lo moral, escéptica ante el futuro, salvo que se trate de una aspiración providencialista como proponen los nacionalismos y los populismos. Cada hecho social, cada gesto político invoca las huellas del tiempo para asentarlas o para rechazarlas: con la misma fruslería se exalta a un personaje insignificante que se retira una estatua porque desagrada.
Una tenaza invisible aprieta hoy el instante revolucionario, le obliga a una oblación perpetua, o bien a favor de unos grupos sociales crispados en su egoísmo cosmopolita de sesgo new age, o bien, lo que viene a ser lo mismo aunque en el otro extremo del espectro político, a favor de una lectura localista de un pasado que no pasa. Pero ¿qué sucederá mañana si nada se ofrece a través de una mira- el caso del Inca Garcilaso apoyándose en la obra de Carmen Bernand; estoy de acuerdo con él de seguir al Inca, pero prefiero hacerlo a través de la brillante biografía que acaba de publicar Gabriella Airaldi. Hay que leerla para entender la defensa de la diversidad en forma de una lectura de los valores indígenas ante la globalización promovida en el siglo XVI por el imperio de los Habsburgo; de la modernidad, la desmesura”.
El triple desafío de la globalización en la actualidad. Hay un desafío para definir los conceptos que utilizamos para dialogar, por ejemplo el concepto de guerra civil al que el reputado David Armitage dedica un ensayo ameno, riguroso e imaginativo. Excelente en sus glosas a la guerra civil americana como conflicto entre dos concepciones del Estado, para situar lo ajeno en el mismo plano que lo propio, un gesto del espíritu que debería enseñarse más a menudo de lo que se hace como reconocimiento de lo que queremos que sea el porvenir. ¿Para qué sirve la historia?, nos preguntamos hoy. Una respuesta podría ser: sirve para aprender a escuchar al que tenemos delante, aunque sea como el sobrino deRameau.