Tertulia con Viladrich
Siempre me han parecido admirables los ensayos de tema cultural que no se ciñen a una sola disciplina sino que proponen una visión integradora de las distintas artes. El gran modelo de este tipo de enfoque es para mí Vienna-fin-de-siècle, de Carl L. Schorske, que tradujo Gustavo Gili en 1988. El profesor Schorske cruzaba en este libro el teatro de Schnitzler, la pintura de Klimt, el psicoanálisis de Freud, la música de Schoenberg, el auge del sionismo y la crisis del liberalismo político para trazar un rico panorama que fue justificadamente reconocido con un premio Pulitzer.
No abundan este tipo de aventuras intelectuales porque ya cuesta mucho llegar a saber un poco de un campo acotado como para lanzarse a abrir la perspectiva tanto como hizo Schorske. Por eso las historias de la cultura tienen a menudo autoría colectiva. Pero hay algunos casos: entre nosotros, por ejemplo, el libro del arquitecto y pintor J.F. Ràfols Modernismo y modernistas, que publicó Destino en 1949 y donde se plasmaba ágilmente la ebullición interdisciplinaria de la generación de Antoni Gaudí, Ramon Casas y Joan Maragall.
El catedrático aragonés José Carlos Mainer (autor de La edad
de plata y De postguerra, entre otros títulos) también figura entre esos happy few, como confirma el volumen que acaba de publicar en editorial Fórcola: Periferias de la literatura. De Julio Verne a Luis Buñuel. Resulta fascinante encontrar en sus páginas al pintor leridano Miquel Viladrich discutiendo de erotismo en la tertulia de Carmen de Burgos, Colombine ;la España negra de Baroja en contraste con la de Solana o Maruja Mallo; y la arquitectura racionalista de los años treinta, ilustrada por la Casa de las Flores de Neruda o el chalet de Vicente Aleixandre en Velintonia. Cultura a lo ancho, cultura integral.