Experiencias en el museo
En 1990 el gran historiador del arte Francis Haskell criticó en un artículo que uno de sus cuadros favoritos, El festín de los dioses de Bellini, viajara de Washington a Venecia para una exposición temporal. A Haskell le preocupaba que museos de todo el mundo se estuvieran volcando en ambiciosas muestras blockbuster (taquilleras), a las que dedicaban más esfuerzo y atención que a sus colecciones permanentes porque les garantizaban público y publicidad. Generó una notable polémica en el mundillo artístico.
Casi treinta años después constatamos que la realidad no ha escuchado a Haskell: las grandes muestras han ido en alza. Pero por demanda de los espectadores. Tal vez la experiencia estética más fuerte de mi vida fue cuando, en el Mauritshuis de La Haya, pude contemplar, agrupadas, veintidós obras de Vermeer. No hay forma equiparable de apreciar el trabajo de un artista.
Hoy, otros debates museísticos están en marcha. En las páginas que siguen planteamos algunos, con motivo del día Mundial de los Museos. ¿Cómo hacerlos más inclusivos? ¿Como abrirlos a la realidad virtual? ¿Cómo mejorar la conectividad de los circuitos? ¿Cómo financiar sus reformas?
En Barcelona el tema es clave. Contamos con una oferta amplia y variada, y se han emprendido útiles iniciativas como el Articket. Donde se puede crecer es precisamente en muestras de atractivo internacional, campo en que ciudades como Bilbao o Málaga ya están descollando junto a Madrid. Para conseguirlas cabe seguir reivindicando mejores dotaciones para museos históricos como el MNAC. Y en los centros contemporáneos, equilibrar las propuestas radicales e innovadoras con aquellas que atraen a un público amplio. La exposición que ofrecerá el Museo Picasso sobre el pintor y la cocina es un buen ejemplo de cómo combinar los dos criterios.