‘Schadenfreude’ vacacional

La solución si no se puede ir de vacaciones o ya se ha regresado y sólo se encara un horizonte de calor y trabajo es leer sobre lo horribles que pueden llegar a resultar. Un clásico de este género: El placer del viajero, de Ian McEwan –si creías que tu escapada a Venecia fue decepcionante, espera a ver la de los dos protagonistas. Y un título nuevo para este canon,

Vértigo, la sorprendente antología de cuentos de Joanna Walsh que acaba de publicar Periférica. En el último relato, Ahogo, la narradora, dice: “Todas las vacaciones son una pesadilla. Ahorras todo el año y ¿qué te encuentras sino la casa de alguien con todos sus trapos sucios familiares? Se creen que no ves por dónde no han pasado el plumero, las baldosas agrietadas, las manchas de moho detrás del frigo. Dado que no podemos permitirnos una anticasa, un hotel, nos las arreglamos con una paracasa, con los muebles que alguien ha desechado, con esas vajillas pasadas de moda, esos objetos de quita y pon de Ikea”.