VIAJE A LOS NO-PAÍSES
EL FOTÓGRAFO JORDI BERNADÓ Y LA ESCRITORA LAURA FERRERO NOS LLEVAN POR TERRITORIOS “NO OFICIALES”
“Ladies and gentlemen welcome to
Hargeisa, Somalia”, dice la voz de la azafata en el momento en que el avión, aún rodando por la pista, empieza a detenerse. Sin embargo, en el aeropuerto internacional de HargeisalasbanderasdeSomalia–azulcielo con una estrella en el centro– brillan por su ausencia. Y no es que no haya banderas, que las hay. Sin embargo, aquí todas son tricolores –verde, blanco y rojo– y la única similitud que comparten con la bandera somalí es la estrella que ostentan en el centro.
Al salir del avión, una pancarta que cuelga de la terminal de llegadas da formalmente la bienvenida a otro lugar que no se llama Somalia.
Pero la constatación definitiva de que algo no cuadra con las palabras de la azafata es el sello del visado en el que se lee que “al poseedor de este le está permitida la entrada y estancia a la República de Somalilandia durante treinta días”.
ARTSAJ
Armenia es una isla sin mar. De sus cuatro fronteras –en el norte y en el este limita con Georgia y Azerbaiyán, y en el sur y el oeste con Turquía e Irán– hoy sólo están abiertas las de Irán y Georgia. El sello de entrada al país es la silueta del monte Ararat, que se observa con nitidez desde multitud de rincones de Ereván, la capital. Sin embargo, la letra pequeña cuenta que el monte Ararat, emblema y orgullo de Armenia, pertenece a Turquía desde 1921 y a los armenios no les está permitido ni siquiera visitarlo.
Esta Armenia-isla cuyo símbolo está al otro lado de una de sus conflictivas fronteras, encierra en su interior otra isla. Se trata del histórico territorio de Nagorno Karabaj –ahora llamado República de Artsaj–, cuya soberanía ha enfrentado a Armenia y Azerbaiyán hasta desembocar en la cruenta guerra que tuvo lugar entre 1988 y 1994, el conflicto más grave de todos los que tuvieron lugar tras la desintegración de la Unión Soviética en diciembre de 1991.
A Stepanakert, capital de la autoproclamada República de Artsaj, sólo se accede por tierra. No hay fronteras que la separen de Armenia, es una señal en un margen de la carretera la que nos da la bienvenida “al territorio libre de la República de Artsaj”. El viajero que llega a Stepanakert tiene que dirigirse al ministerio de Asuntos Exteriores, donde se le tramitará una visa que se entrega aparte en un papel adhesivo: si decide pegarla en su pasaporte no podrá entrar bajo ninguna circunstancia en el país vecino, Azerbaiyán.