Hacer monarquía
Hay un momento especialmente magnífico en la segunda temporada de la serie
The crown. El viejo cascarrabias Churchill, de pie como de costumbre, le escucha a una joven Isabel II su preocupación ante ciertas críticas que ha recibido por su comportamiento serio y distante y la consiguiente pregunta de si debe cambiar. El salvador del país durante la Segunda Guerra Mundial calma a su soberana diciéndole que en cualquier caso no debe mostrar nunca nada personal a la ciudadanía, “solo lo eterno”, porque esa “eternidad encarnada” es lo que justifica la Corona. Hay otras charlas en The
crown, de la reina con su madre y su tío, el evanescente duque de Windsor, que van en la misma línea, momentos discursivos que hacen de la serie un instrumento de reflexión sobre la monarquía más útil que una decena de tratados politológicos sobre el tema (que de todas maneras entre nosotros tampoco se escriben).
No es raro que el primer artífice de la serie sea un tipo serio, Peter Morgan, el mismo guionista al que debemos la película The queen .En The crown, la reina intenta mantener la responsabilidad y la calma en un entorno caracterizado por los problemas continuos y la actitud irreflexiva y comprometedora de todo tipo de parientes. Al final su profesionalidad gana la partida. Me ha hecho pensar en Felipe VI, con la diferencia de que el rey de España no es seco ni distante.
Hay que meditar sobre la institución de la monarquía. En el índice de países con mayor calidad democrática del mundo de
The Economist, once de los quince primeros puestos los ocupaban en el 2017 monarquías constitucionales europeas o países de la Commonwealth. No es, claro, una casualidad. Se trata de sociedades liberales y desarrolladas, en las que se ha salvaguardado esta forma de Estado por razones de continuidad histórica, estabilidad y equilibrio entre tradición y modernidad. Consideraciones que supongo han estado en la mente de los líderes independentistas catalanes cuando buscaban un referente para su Estado ideal: Artur Mas quería que fuéramos “la Holanda del sur”, Junqueras ponía como ejemplos a Dinamarca, Suecia y Finlandia, Puigdemont se refugió en Bélgica. Muy significativamente, el modelo de la república catalana… es una monarquía.