Billar en Oviedo
José Avelló marcó un hito en la novela urbana
En diciembre del 2013, estuvo en Oviedo el escritor José Avello (Cangas del Narcea, 1943-Madrid, 2015) para charlar sobre Jugadores
de billar con un grupo pequeño, pero entregado, de lectores. El encuentro supuso una reconciliación. Pese a que la crítica enseguida consideró que el libro, publicado por Alfaguara (2001), era un hito de la literatura española contemporánea, el sello no quiso reeditarlo. Su autor llegaba a la capital asturiana desencantado tras varios intentos infructuosos de devolverlo a la luz. El destino quiso hacerle un guiño esa noche: al término de su charla, en un corrillo que se formó junto a la misma plaza del Fontán en la que Ramón Pérez de Ayala ambientara su novela Tigre Juan, supo por primera vez de un editor que estaba dispuesto a conceder una nueva oportunidad a aquellas páginas.
Ese editor era Álvaro Díaz Huici, factótum de Trea, y es él quien cinco años después ha devuelto Jugadores de billar a esas librerías de las que nunca debió irse. No es un hecho aislado: el año que viene, la misma editorial recuperará la primera novela de Avello, La subversión de Beti García, que quedó finalista del Nadal y fue publicada por Destino en 1984, y acaba de lanzar, para su descarga gratuita en internet, un monográfico de la revista cultural El Cuaderno en el que se recoge un exhaustivo análisis de la vida y la obra del autor junto a sus relatos breves. Se hace así justicia con un escritor casi secreto que publicó muy poco, podemos decir que lo imprescindible, y se movió por la vida con una discreción nada habitual en los circuitos literarios.
Por todo ello, conviene celebrar el regreso de Jugadores de billar, magnífica novela cuyo alto vuelo estilístico enmarca una radiografía certera de la España actual. Articulada en torno a cuatro personajes y un narrador presuntamente omnisciente que irá cobrando cuerpo y alma a medida que avanza la trama, se recorren los claroscuros de un país en constante confrontación con su pasado. La Guerra Civil –entendida como un conflicto político, pero también, y este es uno de los meollos importantes del libro, como un expolio económico, el que llevaron a cabo los vencedores con las posesiones de los vencidos— gravita como una sombra perpetua sobre las cotidianidades de una sociedad que hace lo posible por acomodarse a una época boyante sin lograr desprenderse nunca del peso de la herencia. Los protagonistas juegan al billar en el reservado de un café ovetense y constituyen las cuatro esquinas simbólicas en las que se sitúa una voz anónima para contarnos aquello que sabe, pero también lo que ha podido averiguar y, por descontado, todo lo que sospecha. Son esas tiradas narrativas las que van trazando una sutil red de secretos y contradicciones que enmarañan los vericuetos del presente. La especulación inmobiliaria, el doble papel de la prensa como denunciante o como intermediaria, las angustias de la edad madura o la hipocresía de una élite que juega a no comportarse como tal mientras aprovecha todos sus privilegios, marcan el pulso de esta obra maestra que, bajo la apariencia de un retrato local, esconde una ambición universal.
El Oviedo de Avello proviene directamente de la Vetusta de Clarín, a la que actualiza y trasciende, y hace de la pequeña capital de provincias un gran espejo en el que se refleja el mundo. Novela lúgubre y por momentos casi claustrofóbica, dotada de esa vocación totalizadora que caracterizó a los grandes talentos decimonónicos, Jugadores
de billar enfoca a quienes manejan los hilos y se compadece de aquellos que los sufren, y lo hace con tanta brillantez que es imposible no sentirse interpelado por el curso de su prosa. El propio Avello, buen jugador de billar él mismo, era consciente de la excelencia de su empresa. Por eso dio una respuesta tan nítida como inapelable cuando, aquella noche en Oviedo, alguien se interesó por lo escaso de su producción: “Si en una partida has conseguido hacer cien carambolas, ¿para qué seguir jugando?”
José Avello Jugadores de billar
EDICIONES TREA. 552 PÁGINAS. 25 EUROS
Los protagonistas juegan al billar y constituyen las cuatro esquinas en las que se sitúa una voz anónima