Tàrrega: adiós luminoso
Como cada año, la Fira de Tàrrega marca el inicio de la temporada. Esta vez, el ya clásico encuentro de teatro en la calle ha cerrado una edición que se puede calificar de excelente. Comentamos algunos de los espectáculos más destacados
Muerte, memoria, identidad. La última edición de Tàrrega ha girado en torno a estos conceptos. Alguien se convierte en nadie cuando no tiene un documento que acredita su nacimiento. También se convierte en nadie cuando al final de sus días va a parar a una residencia de ancianos donde su existencia se reduce en un catálogo de normativas y horarios prefijados.
Aquello que nos separa de la condición animal, entre otras cosas, es la conciencia de muerte y la capacidad de memoria. Precisamente el mundo de hoy, con una fabulosa subversión de valores, ha desterrado la muerte de la vida (tabú) y ha situado la memoria bajo el control de aquello que interesa al poder político, económico y social. Esto es así por todas partes, pero en las sociedades donde la desigualdad es extrema tiene una manifestación de una crudeza obscena. Pendiente Teatro, compañía mexicana, con la colaboración de Eduardo Bernal, presentó un proyecto que mezclaba el teatro de objetos y el site
specific que trataba diferentes situaciones a partir de una realidad monstruosa: en México hay cerca de catorce millones de apátridas, más de 280.000 desplazados por la violencia, y casi treinta mil desaparecidos. O sea, millones de seres humanos que no existen como ciudadanos, casi trescientos mil que no pueden vivir en sus lugares de origen porque el estado, corrompido, es incapaz de protegerlos ante la delincuencia organizada. En Santa María del Sur, próspera comunidad agrícola autogestionada del estado de Guerrero, formada por ciudadanos desplazados por la violencia, llegó un conjunto de hombres armados que quiso obligar a la comunidad a sumarse a uno de los bandos en conflicto en las guerras de narcotraficantes. Ellos se enorgullecían de no necesitar la ayuda del gobernador, pero cuando recibieron esta amenaza el gobernador los cobijó en un hotel. Pero la presión de los narcotraficantes rompió, finalmente, las barreras políticas y colocó otra vez a estos desplazados a la libre exposición de las amenazas de la mafia violenta.
No es una serie de televisión, es teatro que documental o que pasa hoy en México: no poder, por ejemplo, reconstruir la propia vida por falta de una partida de nacimiento, o no poder cerrar una herida abierta por no encontrar a un familiar desaparecido. El público da tres vueltas alrededor de cuatro instalaciones de objetos, donde un narrador nos explica los diferentes casos. El público va girando como giran las madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires, manifestándose para significar la falta de acción del poder. La escena, así, recuerda una especie de plegaria gregoriana en torno a un claustro, en la cual oímos los casos una, dos, tres veces, como una especie de letanía, una oración laica que pide un cambio, que transforma la indignación en acción, que proclama un nuevo tiempo donde el silencio de la sumisión se ha transformado en el relato de la subversión.
La muerte también estuvo presente en otros espectáculos de origen mexicano, que trataban el tema de la desaparición y la violencia contra las mujeres, como La brisa, de Teatro Línea de Sombra, o como Ohtli, de Claudia Lizeth, que manifestaba un diálogo con los seres queridos desaparecidos muy diferente al de Occidente: la presencia de los ausentes en la cotidianidad.
Melina Pereyra y Chroma Teatre también hablaron de la muerte, de la memoria, de su componente político, en un montaje concebido para ser representado en el cementerio de Tàrrega y que finalmente se tuvo que poner en escena justo al lado del muro del recinto, pero en el lado exterior. Este complejo encargo de Firatàrrega a la directora de origen argentino consistía en otro site specific que tenía que trabajar a partir de la existencia de dos tumbas de soldados norteamericanos de la brigada Lincoln. Una de ellas perteneciente a un aviador caído en combate durante la Guerra Civil y que durante décadas no dispuso de su placa. La resistencia de algunos ciudadanos de Tàrrega a la realización de este espectáculo, enormemente respetuoso, en el interior del cementerio, ha sido según la misma dirección de la Fira una muestra de la dificultad que encuentra nuestro país para hacerse suya una política de memoria sana, democrática.
Manuel Reyes Mate, a raíz de su monumental trabajo de comentario sobre las tesis de Walter Benjamin, ya hace décadas que defiende las políticas activas de memoria como la vía que tiene un país para profundizar su propia democracia. Escenificar un espectáculo, para todos los públicos, sobre un soldado desaparecido en un conflicto que ya hace casi ochenta años que acabó, no tendría que ser traumático, pero lo es. Extraer los restos de un dictador asesino de un monumento nacional tampoco tendría que ser motivo de debate, ni de oposición, pero lo es. Prácticas de vuelos para acabar con el olvido, trata con ternura un tema muy crudo, muy duro, que es de aquí, pero es de todas partes.
Porque de hecho, eso de la muerte tiene que pasarle a todo el mundo; y después ¿qué? ¿Cómo nos relacionamos? Una de las obras maestras del director Jean Renoir, Le fleuve (que aquí se estrenó como El río, 1951) sobre
todo habla de eso, la sorpresa y la admiración que causa en el viajero occidental la cultura de la trascendencia en India, donde la muerte está perfectamente integrada en la vida. UN. HABITANTS_To make room for
us, de Caterina Moroni, busca precisamente eso, la reflexión, desde el respeto, sobre nuestra relación enfermiza con la muerte. Un destino comúna todo el mundo pero que una inmensa mayoría considera, como así lo hacía Terenci Moix, por ejemplo, una estafa. El espectáculo de Moroni invita a salir del paradigma existencialista del ser es hacer, para abordar la muerte desde un prisma liberador. Relacionarse con la objetualización occidental de la muerte desde unas formas alternativas que incluso permitan una vivencia del dolor o de la ausencia diferentes.
Libres ante la muerte, pero también en el preludio de la muerte: Issue
Conceptos como la muerte y la memoria han centrado algunas de las propuestas más interesantes de la Fira
de secours, de la compañía francesa Adhok, es todo un poema visual de calle. Un conjunto de abuelos, que literalmente salían de una residencia de la plaza del Carme de Tàrrega y hacían un recorrido por la plaza, cargado de humor, pero también de patetismo. La vida se ha alargado, sin embargo, ¿a qué precio? ¿Cómo se viven los últimos años de esta vida prolongada gracias a la farmacia? ¿La normatividad, el protocolo y las rutinas de los centros donde se confinan aquellos que ya no son productivos, ¿es o no es vida? El grupo de abuelos de Adhok rompe con todo, se escapa, grita, vive. Y tal vez eso, podemos aventurar, les acorta la vida, pero todo eso que tendrán cuando llegue el momento.
En este país donde todo se inaugura mal, La tortue de Gauguin de la Compañía Lucamoros sorprendió con un montaje muy espectacular y visual, donde música, plástica y voz se aunaban para ofrecer una poética entrada a Firatàrrega. También se pueden hacer cosas con contenido para el gran público. Jordi Duran ha acabado su periodo como director artístico de Firatàrrega con una edición situada en la excelencia, de la que aquí, como siempre, sólo podemos dar una pincelada. Pero no dejen escapar una de las joyas de la Fira de este año, Likes de Núria Guiu, que se podrá ver en la Sala Hiroshima y a la que dedicaremos un espacio en el próximo artículo, junto a ese clásico de la escena contemporánea que ya es Isabella’s room,deNeedcompany. |