“La ciudad nunca es un proyecto acabado”
Carles Muro (Barcelona, 1964) ha sido docente durante más de dos décadas de la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de Barcelona (Etsab) y, desde el año pasado, es comisario de la Fundación de Serralves de Oporto. Autor de Arquitecturas fugaces, un ensayo en el que reflexiona sobre el oficio desde múltiples perspectivas, ha asesorado a los organizadores de Ciutat Oberta en temas de urbanismo y habitabilidad.
El encuentro internacional pondrá un especial acento en la importancia de los barrios para construir comunidad. ¿Cómo se puede relacionar, de una manera más humana, la periferia con el centro?
La distinción entre el centro y la periferia ha dejado de ser operativa en muchas ciudades. Este es seguramente también el caso de Barcelona, no sólo por una tendencia hacia la ciudad policéntrica, sino también porque el territorio sobre el que debatir sus problemas es variable. A veces es importante centrar la discusión en un ámbito más local, y otras es imposible hacerlo si no es en un territorio mucho mayor que el que determina su término municipal.
La Biennal se celebra justo cuando existe una polémica sobre el uso de símbolos en la calle y en las instituciones.
Libertad de expresión y respeto a las minorías no son conceptos opuestos sino complementarios. La ciudad ha sido siempre un espacio de conflicto. Entiendo que la ciudad debe ser un lugar que acepte y asuma positivamente las diferencias políticas, religiosas, étnicas, culturales...
¿Cómo se puede mantener la singularidad, artística o profesional, sin dejar de comprometerse con las demandas sociales?
Hay siempre muchas respuestas posibles a los complejos problemas de la arquitectura y la ciudad. Es importante que los ciudadanos comprendan que la mejor respuesta a las demandas sociales o los problemas energéticos no tiene por qué ser más cara, ni renunciar a la máxima calidad.
En alguna ocasión ha dicho que los arquitectos ibéricos son, afortunadamente, generalistas.
Vivimos en un mundo que tiende a considerar que el conocimiento está fragmentado, y la arquitectura no es ajena a esta aproximación. La singularidad del arquitecto es que su especialidad es la de no ser especialista, y es muy importante saber transmitir esta idea adecuadamente a la sociedad y a la industria de la construcción. Recuerdo que, en cierta ocasión, José María Valverde se definió como un “especialista en generalidades”. Esta sería también una excelente definición de arquitecto.
Carlo Ratti hablará, en la Etsab, sobre cómo las aplicaciones móviles han transformado las grandes metrópolis. ¿Hemos pasado de hablar de ‘ciudades inteligentes’ a hablar de ‘ciudades sensibles’?
Los ciudadanos perciben la ciudad de una forma compleja. No sólo los aspectos visuales, sino también los auditivos, olfativos o táctiles son importantes para la vida urbana. Uno de los intereses de las investigaciones y propuestas de Ratti es el uso de las nuevas tecnologías no para la construcción de una ciudad prescriptiva, sino una ciudad más abierta, más cualitativa que cuantitativa, que potencia la vida de los ciudadanos.
Ricky Burdett reflexionará sobre cómo afectan las implicaciones sociales en las decisiones urbanísticas. ¿Qué es el ‘urbanismo flexible’?
Burdett se pregunta por qué seguimos dando respuestas antiguas a los nuevos problemas de la ciudad. El urbanismo flexible no es más que una forma de entender que la ciudad nunca es un proyecto acabado, e intentar responder a la condición indeterminada de la ciudad contemporánea y su velocidad de transformación con modelos que incorporen una capacidad de adaptación continua.
Usted conversará con el sociólogo Richard Sennett. ¿Cuál es la distinción esencial entre ‘ciudad física’ y ‘ciudad vivida’?
Las ciudades son organizaciones espaciales y sociales extremadamente complejas. Están hechas de calles y plazas, manzanas y edificios. Pero también de sus habitantes, de sus necesidades y sus anhelos. La distinción entre ciudad física y ciudad vivida es una distinción operativa que utiliza Sennett para distinguir la ciudad construida del modo en que es vivida, y del drama del progresivo distanciamiento de estas dos ciudades. De alguna manera, mi propuesta para la Biennal es tratar de habitar la supuesta frontera y, de este modo, contribuir a su desaparición.
Más de quinientos estudiantes están convocados a repensar los 37 kilómetros de las Rondas que atraviesan Barcelona.
En la mejor tradición urbana, las infraestructuras siempre han sido lugares de oportunidad para la transformación positiva de las ciudades. El problema aparece cuando las infraestructuras pierden complejidad y se convierten en elementos monofuncionales. Las Rondas se construyeron hace más de 25 años, en la vigilia de los Juegos Olímpicos yen un momento enelqu el amovilidad urbana era entendida de un modo muy distinto. Las infraestructuras son demasiado importantes para seguir dejándolas estrictamente en manos de especialistas con una mirada excesivamente limitada en la definición de problemas urbanos complejos.