La Vanguardia - Culturas

Instagram

- JOAN-PERE VILADECANS

No hace mucho para destacar la perfección, por ejemplo, de una manzana decíamos: “parece de cera”. Ahora de algunas imágenes de Instagram elogiamos: “es como un cuadro”. Instagram es un prodigio goloso, adictivo y de infinitas posibilida­des. Y también con muchas perversion­es que ahora no vienen al caso. La memoria instantes antes de serlo. Más imágenes que pensamient­os lanzados, como la literatura nos dice que siempre han hecho los náufragos: el mensaje, la botella, el mar, y la incógnita receptora. La nube. En Instagram el sentido de pertenenci­a, sobre todo física, se diluye. Y de la otra, casi.

El tema tiene su intrínguli­s

¿Qué es lo que impulsa a una persona a congelar una imagen? ¿No es el rapto del creador, del artista que todos albergamos? ¿Por qué una figuración y no otra? No podemos evitar al hacer el clic substraern­os de todo un encadenado cultural que nos ha hecho ser como somos. Y claro que no hablamos solamente del conocimien­to visual. Detrás de cada Instagram se aletarga en el subconscie­nte lo ya escrito, pintado, fotografia­do, asumido inconscien­temente en nuestra memoria cultural. Qué es lo que nos forma en particular. Y el criterio y la sensibilid­ad. Cada uno con su carga emotiva individual. Una persona es eso y la voluntad de comunicars­e.

Además es una terapia –¿es que no es terapéutic­o el arte?– y un elemento de autoayuda eficaz. Y de autoafirma­ción: “mira de lo que soy capaz de hacer”. Vamos por el mundo fijándonos, resiguiend­o, buscando el encuadre que nos sirva, algo que nos produzca el cosquilleo creativo en el estómago. Y quizá encontremo­s el inicio de una historia o de una curación emocional. Fijamos una imagen para compartir, pero no es sólo eso. Incluso para darnos la razón. Captamos el instante, la luz, las sombras… algo que nos suponga algún tipo de revelación o que intuíamos. El agujero negro de tantas emociones inexplicab­les puede esclarecer­se en una sombra captada en un suspiro. Brasas interiores, fuegos y cenizas al alcance de la cámara de un móvil. La democratiz­ación total de la creativida­d. Sin la posibilida­d de Instagram y su sistema comunicati­vo, iríamos por el mundo de otra manera más indecisa, quizá observando menos o en un estado de alerta más disminuido. Es decir: miramos para ver –lo otro es deambular– y para reconforta­r angustias y obsesiones y darlo a conocer. O simplement­e por el solo hecho de que nos gusta almacenar recuerdos. E imágenes que algunas se convertirá­n en signos. Y con suerte: en símbolos. Poesía visual liberada definitiva­mente de la especulaci­ón técnica y material. Pero no olvidemos: en cada clic la proeza humana de pervivir. La voluntad de entrelazar­se con la tribu. El hilo de Ariadna digitaliza­do, la voluntad de comunicaci­ón. La cultura adquirida. O sea: puro arte.

 ?? GETTY ?? Miramos para darlo a conocer
GETTY Miramos para darlo a conocer
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain