La salud del vitriolo
Novela Literatura militante contra ciertas prácticas sociales
Una de las características de Cristina Morales (Granada, 1985) es la de ser una escritora que ha conseguido cierta resonancia realizando una literatura militante que si bien otorga resultados inmediatos tiene la desventaja de deslizarse siempre de lado y no querer mirar la realidad que se esconde del otro. Por otro lado, es autora de amplios registros y marcada sutileza aunque la guarda al servicio de la idea, lo que está bien en el terreno de lo social pero que se muestra tremendamente arriesgado cuando el grito se traslada a la literatura.
En este sentido puede decirse que Cristina Morales hace agitprop en unos tiempos no ya escépticos sino cínicos. Eso podría hacer penganadora Cristina Morales, ganadora del premio Herralde de novela
sar en que su literatura sería preterida: antes al contrario, sus novelas se leen con cierta fascinación porque Morales maneja con maestría sus recursos narrativos. Así, la intensidad, que fue una de las características que apunté cuando leí Malas palabras, una especie de autobiografía de Teresa de Jesús donde se cometen al sesgo ciertos anacronismos; así, el descacharrante sentido del humor, tremendamente corrosivo, de que hace gala en Lectura fácil, su última novela,
del premio Herralde de novela.
Cuatro deficientes psíquicas tienen que autogestionarse en un piso tutelado por la Generalitat. Ángels, Marga, Patri y Nati aprovechan esa deficiencia para poner en solfa los mecanismos sutiles de manipulación de nuestra sociedad; es decir, Morales ha empleado con inteligencia esa deficiencia para colocarla como espejo rutilante que refleja lo deformante que se esconde tras el concepto de normalidad. Ángels, la mayor de las cuatro, que sólo tiene un 40% de discapacidad, escribe ficción según el método de lectura fácil. Los capítulos que escribe se mezclan con los avatares de sus compañeras: la demanda de esterilización de Marga, 66% de retraso, que vive con pasión su sexualidad profusa; Patri, 52%, de una logorrea que en ocasiones la acerca al Finnegans Wake; Nati, 70%, la más culta y que, por supuesto, pronuncia los discursos más radicales, sobre el machismo y el fascismo