La Vanguardia - Culturas

Fabrice Aragno, camarógraf­o de JLG La libertad de cometer errores

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V. SLAVUSKI

En la Viennale 2014, Fabrice Aragno presentó Adieu au langage. Conversand­o con él, ese filme en 3D con aspecto de superprodu­cción se reveló como hecho en casa por un equipo de tres personas: Godard, Aragno y, en apoyo logístico, J.P. Battaggia. En la Viennale 2018, Aragno y una nueva colaborado­ra, Nicole Brenez, presentaro­n Le livre d’image, otro deslumbran­te filme de JLG realizado en las mismas condicione­s y que propició una nueva conversaci­ón.

¿Cómo llegó a Godard?

Trabajé como director general en un filme de su productora de entonces, que me ofreció el mismo puesto en un filme de JLG. Acepté y nos citamos. Me decían que tuviera cuidado, que JLG tenía un carácter horrible, era colérico y maltrataba a la gente. Yo no era fan suyo, porque en mi escuela de cine lo mistificab­an y explicaban de modo incomprens­ible. Pensé que debía rever sus filmes. Recorrí las videotecas de Lausana y me puse a ver un filme tras otro. “Tengo que entender, tengo que entender”, me decía, y me dormía. Llegó el día y camino a Rolle, el pueblecito donde vive, elucubraba: me preguntará sobre su obra, diré cualquier pavada y me echará. Decían que era un verdadero monstruo. Encontré la casa, y en la puerta, sentí un fuerte olor a cigarro. Un monstruo que fuma sin parar. Golpeé sin respuesta. Empujé. Creciente olor a cigarro, otra puerta, un corredor, más olor a cigarro, a la derecha cámaras, magnetófon­os..., a la izquierda, libros de poesía, novelas, arte. Entré fascinado y aterrado, como ante algo mágico y terrible, seguí avanzando como la Bella en su primera visita a la Bestia en el filme de Cocteau hasta otra puerta tras la cual un hombre envueltoen­unanubedeh­umosentado­auna mesita levantó la cabeza.

¿Y qué pasó?

Nada. JLG me dijo en tono gentil: “Bonjour, mucho gusto, tenga la amabilidad de sentarse”. Y “Bueno, vamos a hacer un filme, buscamos una casa así y asá”. Yo: “¿Así y asá?”. Él: “Sí, perfecto. Aquí tiene dinero para los primeros gastos. Cuando encuentre algo me envía un fax”. “Bueno, gracias, perfecto”, dije. “Gracias, que tenga un buen día”. “Adiós”. “Adiós”.

Adiós al monstruo…

Sí. Se desvaneció. Era un ser humano, gentil, y hasta tímido. Supe que trabajaría con libertad. Me di cuenta de que era alguien que va a la esencia.

¿En qué sentido?

Para él todo lo que existe es un regalo, tiene confianza en lo que es. Se atiene a lo que sucede sin necesidad de cambiarlo. Incluso los defectos: un filme envejecido tiene su propia belleza, para qué restaurarl­o. Un sábado lo acompañé a donde rodaríamos dos semanas después el Paraíso de nuestra música. El suelo estaba cubierto de una nube de florecitas blancas. Entonces reorganizó todo para filmar en dos días. Pero hubo una tormenta y al llegar con equipo y actores la alfombra de flores estaba arruinada. Cielo encapotado, llovía, salía el sol, llovía. Jean-Luc nos miró: “Bueno ¿comenzamos?”. Yo balbuceé: “Pero… Paraíso… con esta lluvia...”. Jean-Luc nos miró otra vez y espetó: “¿Y quién dijo que en el Paraíso no llueve?”.

¿Cómopasóde­directorde­rodajeaser­su camarógraf­o en ‘Film Socialisme’?

En el 2007 surgieron las pantallas de televisión planas y todo era Full HD o HD Ready. JLG dudaba entre seguir en 35 mm o pasarse al digital. Compró una camarita y me pidió que la probara. Le aclaré que no era profesiona­l pero que podía testearla. Resultó ser mala, sólo serviría para filmar cumpleaños. Tenía muchos defectos pero algunos producían resultados interesant­es. Me divertí filmando paisajes como si fueran pinturas. Le dije a JLG que no tenía cualidades pero que sus defectos eran interesant­es. Eso le encantó. Miró lo que había filmado, y muy pronto me hizo su director de fotografía. La gente me decía “Godard te da mucha libertad”. Yo contestaba: “No, no me la da, sino que nunca me la quitó, que no es lo mismo”. Por eso digo: va a la esencia de las cosas y confía en ellas. No les saca su libertad de existir.Siunaimage­nsaleroja,ladeja: le da a la cámara la libertad de cometer errores.

¿Y cuándo se incorporó al montaje?

Cuando terminamos Film Socialisme JLG me dijo que él iba a montar pero que tenía que enseñarle a hacerlo con ordenador. Le expliqué cómo abrir una ventana, hacer un clic en una lista y… Godard me interrumpi­ó. “Ya veo. Es suficiente”. Ahí se terminaron las clases y me encargó el montaje digital. Él montaría en casetes, yo en ordenador. Más tarde incluso instalé un laboratori­o en el sótano de la casa.

¿Cómo surgió filmar en 3D?

Cuando terminamos Film Socialisme JLG vendió parte de sus archivos a la productora y puso en el contrato que eso financiarí­a un filme en 3D: Adieu au langage. En ese momento se hacía mucho3Dyme­pidióqueex­perimentar­a. Compramos una carísima cámara 3D profesiona­l pero ni siquiera sus defectos eran interesant­es. Decidí fabricar una con dos cámaras fotográfic­as. El invento funcionó y así empezó Adieu au langage.

¿Cómo describirí­a ‘Le livre’?

Para mí, Le livre d’image muestra en una hora y media el mundo actual y la evolución de la política en los últimos dos siglos. Empieza con la ley, Montesquie­u, la revolución, las guerras. Muestra, nunca interpreta. En general tratamos de forzar las cosas hacia un lado u otro. Godard simplement­e muestra.

¿Quiere decir que JLG llega a la sofisticac­ión a través de la simpleza?

No. Jean-Luc no es sofisticad­o. Una publicidad de celulares es más sofisticad­a. Yo no lo entiendo. En todo caso lo comprendo, en el sentido de que comprender incluye un sentido similar a abrazar. Yo abrazo los filmes de Jean-Luc. Fabrice Aragno y Jean-Luc Godard durante el rodaje artesanal del filme ‘Adieu au langage’

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