La Vanguardia - Culturas

Los colores de la amenaza

- Reivindica­ciones políticas ARTUR RAMON

Norman Narotzy fotografia­do con varias de sus obras SÒNIA HERNÁNDEZ

En 1971, en la galería Aquitania, de Sarrià, Norman Narotzky (Brooklyn, Nueva York, 1928) expuso un conjunto de pinturas de calaveras. Más de cuarenta años después ha regresado al tema, como también ha retomado muchas de las protestas que llevó a cabo en la época de la guerra de Vietnam. Ahora, a la denuncia del racismo, de la discrimina­ción religiosa o la violencia del poder se suma la alerta sobre el calentamie­nto global y la destrucció­n del medio ambiente.

La exposición que presentará en marzo en el Museu de l’Hospitalet, comisariad­a por Jordi Garrido, quiere ejercer como “un aviso de que, si seguimos a este paso y los políticos en lugar de luchar entre ellos no empiezan a resolver los problemas, vamos hacia el ocaso de la humanidad”. Las calaveras que ha realizado en los últimos cinco años son, en palabras del propio artista, “más abstractas que las de los setenta”. Están elaboradas con collage, con los papeles que ha ido pintando y guardando a lo largo de los años esperando la ocasión idónea –“son mi verdadera paleta de colores”, afirma–, y con cromatismo­s que han dado un paso más, avanzando en algunos casos de la vitalidad habitual en sus trabajos a la estridenci­a, “para buscar el contraste y la reacción. No hago esto para complacer al público, sino para mostrar cuánto me preocupa lo que me rodea”.

Se estableció en Barcelona hace más de sesenta años, “porque me casé con una catalana”, argumenta. Desde entonces, ha representa­do su entorno, ya sea el paisaje de Cadaqués, la ornamentac­ión de algunos edificios de Barcelona o las chimeneas de casas antiguas del Empordà.

Partiendo de la temprana influencia

de Rothko o de su profesor, Ad Reinhardt, pasó por el informalis­mo o el expresioni­smo abstracto hasta “construir mi propio camino”, en el que la reivindica­ción política ha tenido un papel tan destacado que incluso le supuso algunos problemas con la censura franquista a mediados de los sesenta: “Cuando empecé a hacer cosas más figurativa­s y pinté, por ejemplo, a los Reyes Católicos, algunos críticos dejaron de hablar bien de mí y se ofendieron porque decían que insultaba a su país”, recuerda. Ahora pretende provocar también reacciones exaltadas, pero que sirvan para actuar contra las verdaderas amenazas al mundoqueco­nocemos.

Norman Narotzky

Ocaso

COMISARIO: JORDI GARRIDO. MUSEU DE L’HOSPITALET. WWW.MUSEUL-H.CAT. DEL 7 DE MARZO AL 14 DE ABRIL

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S.H.

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