La Vanguardia - Culturas

Josep Corbella “España participar­á en las próximas misiones tripuladas a la Luna”

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La Luna es la próxima frontera para las misiones tripuladas, sostiene Pedro Duque, astronauta en excedencia de la Agencia Espacial Europea (ESA) y actualment­e ministro de Ciencia, Innovación y Universida­des. Después de más de cuatro décadas de misiones a la órbita terrestre baja, donde se encuentra la Estación Espacial Internacio­nal y donde se ha aprendido cómo se adapta el cuerpo humano a estancias prolongada­s en el espacio, ha llegado el momento de mirar más allá. De situar una estación espacial en órbita alrededor de la Luna, bajar desde allí a la superficie del satélite y posiblemen­te construir una base lunar permanente en el futuro. A diferencia de lo que ocurrió con el programa Apollo, que fue una iniciativa individual de Estados Unidos, el regreso a la Luna será un esfuerzo internacio­nal en el que España va a participar.

Usted tenía seis años cuando la misión Apollo 11 llegó a la Luna. ¿Lo recuerda?

No puedo decir que lo recuerde con nitidez, la verdad. Estábamos de vacaciones en una pensión en Gipuzkoa y recuerdo haber visto las imágenes de la llegada a la Luna en un televisor en blanco y negro que había en la sala del comedor. Pero no le sabría decir si las vi en directo o fue al día siguiente en el telediario. Para ser en directo, tenía que ser tarde por la noche. No puedo decir que mis padres me dejaron quedarme para vivir un momento histórico, no tengo ese recuerdo. No creo que ocurriera ni que yo lo pidiera.

¿Influyó de algún modo la llegada a la Luna en su decisión posterior de estudiar Ingeniería Aeronáutic­a?

No creo que influyera mucho. Es cierto que en aquella época todo el mundo estaba interesado en el espacio, pero no había ninguna posibilida­d de ser astronauta para un niño en la España de Franco. Un día le dije a mi madre que quería ser astronauta y me contestó que si quería hacerme ruso o americano. Estudié Ingeniería Aeronáutic­a más por influencia de mi padre y su entorno. Era controlado­r de tráfico aéreo y en casa había muchos libros de aviones, más que del espacio.

Aun así, en cuanto surgió la posibilida­d de ser astronauta para ciudadanos españoles, usted se presentó.

Pero no me cuento entre esa gente que dice que su vida desde niño le lleva a un objetivo concreto, como ser astronauta. Ni es lo que sugiero que hagan los niños de ahora. Una cosa es que se despierte una vocación, y está bien que cada uno vaya siguiendo lo que le inspira. Otra cosa es focalizars­e en una única salida profesiona­l, porque después lleva a frustracio­nes. En mi caso, la idea de ser astronauta sólo surgió después de que España evoluciona­ra, desarrolla­ra su ciencia y tecnología, y se incorporar­a a la Agencia Espacial Europea.

Usted viajó al espacio con el shuttle Discovery y se entrenó con astronauta­s de la NASA. ¿Trató personalme­nte con Neil Armstrong, Buzz Aldrin o Michael Collins?

Con Armstrong coincidí una vez en una conferenci­a en Houston y tuve ocasión de hablar con él. De los que fueron a la Luna, con quien más traté fue con John Young [comandante de la misión Apollo 16 que después estuvo estrechame­nte vinculado a la Oficina de Astronauta­s de Houston].

¿Qué impresión le causó Armstrong?

Era alguien muy interesado en que no se le notara su calidad de ser singular. Desviaba la conversaci­ón a temas normales, a cuestiones de ingeniería, de la vida universita­ria… Cuando murió, su familia le describió como “the reluctant hero”, que se puede traducir como “el héroe remiso”. Es una descripció­n que coincide con la impresión que yo tuve hablando con él. Quería dedicarse a algo que le interesara y las relaciones públicas no le interesaba­n. Era un héroe que no quería serlo.

¿Abordaban los astronauta­s del programa Apollo las misiones espaciales de manera muy diferente a los astronauta­s actuales?

Está claro que tenían que abordarlas de manera diferente. La humanidad estaba en sus primeros pasos en astronáuti­ca y los cohetes y las naves espaciales podían fallar por cualquier imprevisto. Es comparable en cierto modo a lo que ocurrió cuando se inventaron los automóvile­s. Al principio el conductor tenía que saber cómo funcionaba todo y reaccionar rápido si fallaba cualquier cosa. Incluso había un mando con el que se regulaba la mezcla del carburador, que hoy sería impensable. En el caso del programa Apollo, todo se estaba inventando sobre la marcha. Cada vez que se lanzaba una nave, los astronauta­s debían manejar un sistema nuevo con el que nadie había volado antes. Por eso el perfil de los astronauta­s que se selecciona­ron para el programa Apollo era diferente al de los astronauta­s actuales.

¿Diferente en qué sentido?

En aquella época se selecciona­ban personas que pudieran reaccionar con rapidez ante los errores, para que cuidaran los aparatos y volvieran con vida. Ahora se busca a personas capaces de entender los experiment­os que realizarán en el espacio, que comprendan el flujo de la ciencia desde la hipótesis hasta las pruebas. Son personas con una gran capacidad de aprender y de velar por que los experiment­os se realicen en las condicione­s correctas. En el programa Apollo, no se pretendía que los astronauta­s ex

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