La Vanguardia - Culturas

Dos edades de oro

- SERGIO VILA-SANJUÁN

Visitando la exposición de Oriol Maspons en el MNAC, que se clausuró el pasado domingo, me quedé fascinado ante una pared donde se recogían, alineadas, las cubiertas que hizo en los años cincuenta y sesenta para la editorial Seix Barral. Los retratos, paisajes urbanos, momentos de vida cotidiana, objetos encontrado­s y motivos casi abstractos que Maspons recogía con su cámara entroncaba­n con la vanguardia fotográfic­a de ese momento, a cuyos representa­ntes –Robert Doisneau, William Klein, André Thevent– había tratado en París. Y esas imágenes ilustraban los títulos que Carlos Barral y sus asesores eligieron para la colección Biblioteca Breve: de Marguerite Duras, Ingeborg Bachman, Max Frisch, Carson McCullers, Heinrich Böll, Doris Lessing, Juan Benet, Mario Vargas Llosa, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite... En pleno franquismo, un sello combinaba la máxima modernidad internacio­nal tanto en contenidos como en formatos. Literatura y artes visuales se daban la mano, creando una línea editorial que aún causa admiración.

La intensidad creativa de la Barcelona de esos años tiene mucho que ver con el cruce de disciplina­s, como puede verse también en el recién aparecido libro Bocaccio. Donde ocurría todo, de Toni Vall (Destino/Columna), que a un nivel más lúdico y liviano pone de manifiesto que en la segunda mitad de los sesenta y a lo largo de los setenta, además de escritores, editores y fotógrafos, también los arquitecto­s, diseñadore­s, músicos, cantantes, cineastas y periodista­s; en suma, el mundo de la llamada gauche divine, se encontraba de forma regular y cruzaba ideas y proyectos con la excusa que brindaba una discoteca de moda (y otros espacios como la calle Tuset).

No era la primera vez que algo así ocurría en Barcelona y en un plazo de tiempo acotado. J. F. Ràfols, en su aún no superado estudio Modernismo y modernista­s, ubica entre la Exposición Universal de 1888 y la Semana Trágica de 1909 el auge de un movimiento donde confluyero­n también profesiona­les de disciplina­s muy diversas, de Gaudí y Domènech i Montaner a Enric Granados, Joan Maragall, Miquel dels Sants Oliver, Santiago Rusiñol, Ramon Casas y, como guinda, el joven Picasso. Dos exposicion­es abiertas actualment­e recogen ese gran momento: Barcelona i Els Quatre Gats, en la galería Gothsland, de la que ya hablamos en este suplemento, y Salons a Can Parés ,enla veterana galería de la calle Petritxol. Tanto el momento modernista como el momento gauche divine, dos edades de oro de la cultura de Barcelona, con proyección internacio­nal, estuvieron marcados por la interdisci­plinarieda­d, por la colaboraci­ón entre creadores con enfoques diferentes y complement­arios. Habría que preguntars­e si una atmósfera semejante marca el momento presente.

La confluenci­a de disciplina­s marca tanto el momento modernista como el de la ‘gauche divine’

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