La Vanguardia - Culturas

‘Me impactó que no supiera su nombre’

- Véronique Olmi

La orilla del mar (2001), premio autor revelación AlainFourn­ier, es la única novela traducida de la docena publicada por Véronique Olmi, autora también de una docena de obras de teatro. Con Bakhita, Olmi se aparta totalmente de la línea de lo publicado. Tal como ha confesado en varias entrevista­s, descubrió a la religiosa en una pequeña iglesia francesa de la que era patrona y le impactó que no supiera su nombre. Eso la hizo intentar esclarecer el misterio de esta mujer excepciona­l. la obra cobra una actualidad impactante. Y, sin embargo, el tiempo real nos sitúa a finales del siglo XIX, cuando “los barcos de vapor ya no siguen el curso del Nilo para recoger esclavos y marfil a ambos lados del río. Ahora se va en busca de la mercancía mucho más lejos, a Uganda, Sudán del Sur y al sur de Darfur. Darfur es un buen vivero, pero hay que ir hasta allí, atravesar los desiertos, los ríos imposibles de vadear, es fácil morir por el camino. Sin embargo, el país está atiborrado de gente en venta”.

Bakhita no es la única de su familia que es raptada para ser vendida como esclava. Con apenas cinco años, ve cómo los esclavista­s irrumpen en su poblado y se llevan a su hermana Kishmeet, a quien durante su propio cautiverio buscará en todas las caravanas de esclavos. Son tiempos en los que todos son comprados y vendidos. “Tener un esclavo en venta revaloriza un poco su comercio –ni que sea vender a alguien de la propia familia– , el que no vende ni siquiera eso es realmente el más pobre entre los pobres”. Una niña que se da de bruces

No es una hagiografí­a ni la fortaleza de la protagonis­ta es tratada como algo épico, de ahí su valor

con la peor cara del ser humano: la encuentra en el negrero que mata contra una piedra a un bebé hambriento sólo porque su madre es incapaz de consolarlo y a manos de una de sus amas, que destroza su cuerpo con 116 marcas tatuadas sólo para poder lucirla desnuda por la calle.

Pero, pese a ser víctima de la violencia, no sintió la venganza, ni el odio. No hubo victimizac­ión. Y en parte gracias al recuerdo de su madre que la mantiene vinculada a su infancia,“aunespacio­declemenci­ayreposo. Allí, ella se siente de nuevo dulce y buena.Talcomolav­eíasumadre”. |

EDICIONES SÍGUEME. TRADUCCIÓN: FERNANDO GARCÍA– BARÓ. 363 PÁGINAS. 20 EUROS

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