Autopsia de una vida
Narrativa La guionista Elisa Ferrer gana el XV premio Tusquets con una seductora novela sobre los conflictos familiares, laborales y sentimentales de una ilustradora que dibuja avispas y que encuentra una caja llena de recuerdos
Guionista y analista de guiones de largometrajes para el departamento de ficción de RTVE, Elisa Ferrer (L’Alcúdia de Crespins, Valencia, 1983) es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universitat de València, diplomada en Guion de Cine y Televisión por la Escuela de Cine de Madrid y graduada en el máster de Escritura Creativa por la Universidad de Iowa, donde desarrolló el proyecto que iba a culminar en esta su primera novela, Temporada de avispas. Si la experiencia nos hace sospechar de la discutible calidad de la mayoría de los premios, esta novela, ganadora del XV premio Tusquets, nos ha seducido desde su mismo título por una prosa sin estridencias, de una encantadora naturalidad. Sin embargo no podemos dejarnos engañar por la dulzura del relato. Escrito en primera persona, Nuria nos narra conflictos familiares, laborales y sentimentales para crear una estrecha relación entre el presente –el padre agonizante en la UCI, la pérdida de su trabajo en una revista gráfica cuando está a punto de terminar una viñeta y escribir un artículo sobre la maternidad, y la decisión de romper con Juan– y la infancia, marcada por la desaparición del padre, la tensa relación con su madre y la decisión de huir del hogar cuando Javier se instala en su casa pretendiendo asumir el papel de padre. El contacto entre los dos tiempos lo establecen las avispas, que son las que dan una dimensión especial al relato. Desde pequeña, dibujarlas le permite superar sus traumas. Gracias a la imaginación de Nuria, se convierten en seres fascinantes y al mismo tiempo amenazadores. Por un lado las vemos conduciendo un autobús , en chándal, en kimono, con un ala en cabestrillo o como una enfermera de la Segunda Guerra Mundial; por el otro, “te daban asco y miedo”, como la que mantiene hundida en la piscina y que “flota por fin hecha una bola amarilla y negra, las alas pegadas, las antenas gachas, sin vida”. El vuelo y la muerte de las avispas son algo más que un símbolo: expresan la realidad de una existencia, como si Nuria fuese una de ellas.
El encanto y la fuerza de la novela está en el contraste entre la lógica infantil y la dura realidad de la pérdida, del abandono, de las traiciones amorosas donde no faltan el voyeurismo (“veo sombras en la ventana del vecino”) ni el encanto del desnudo. También en la recuperación del pasado, con la caja en la que se ocultan los secretos del padre que acaban siendo los secretos de la novela, que llevan a la búsqueda incesante y a las revelaciouna
nes. De ahí que se multipliquen las escenas, que se van uniendo con la misma naturalidad con la que se unen pasado y presente. La vocación gráfica de Nuria es la que vemos en Elisa Ferrer, y las inquietantes o amables avispas son expresión de lo que vive la protagonista, con escenas que fortalecen lo que hay de narración. Así, la decisión de Nuria de abandonar la casa, huyendo de Javier y buscando a un padre del que ignora dónde vive, se convierte en una aventura con una fuerte tensión narrativa en la que no falta el humor y que nos remite al Desierto sonoro de Valeria Luiselli.
Pronto acabamos descubriendo que la clave está en la caja llena de recuerdos que permite una verdadera autopsia de una vida llena de percances y tribulaciones, de amores e infidelidades, y que al mismo tiempo refleja el vaciamiento total, como esa avispa que se retuerce en la piscina para acabar flotando sin vida, para sumirnos en este silencio que oímos como un rumor y como se oye el pasado en un cielo de avispas. |
Una aventura con una fuerte tensión narrativa sin que falte el humor; nos remite al ‘Desierto sonoro’ de Luiselli
TUSQUETS. 240 PÁGINAS. 18 EUROS