La Vanguardia - Culturas

‘Ni marxistes, ni universita­ris, ni damisel·les’

- David Castillo

“Després de dues generacion­s de marxisme encapsulat, d’universita­risme de la pitjor ganya, el que havia passat no interessav­a als historiado­rs. El gènere de la novel·la havia quedat en territori de les damisel·les i els nacionalis­tes”, escribe Castillo. Por el contrario, ha llevado a cabo una documentac­ión a fondo. Ha hablado con la gente, ha encontrado documentac­ión inédita, ha leído un montón de memorias y testimonio­s. En la investigac­ión aparecen amigos y una chica, Sara, en quien el protagonis­ta proyecta sus turbulenci­as. Una novela viva. descreido y profundame­nte autocrític­o de su amigo Pantaleó Ribot, que es el protagonis­ta de El tango de Dien Bien Phu (un título un poco oportunist­a que no se correspond­e del todo con lo que explica el libro), juntamente con Dani Cajal, el alter ego de Castillo, que protagoniz­a sus novelas principale­s.

Enfermo de cáncer, ingresado en el Vall d’Hebron, Ribot da las últimas lecciones a Cajal. Tras años evitándolo se le ha metido en la cabeza escribir un libro sobre los anarquista­s al final de la Guerra Civil, el paso de la frontera, el campo de concentrac­ión de Argelers, donde no tenían los mismos derechos que los otros refugiados, vivían en unas barracas que bautizaron como conilleres. También aparece el terrible castillo de Cotlliure, donde estaban las celdas de castigo. La historia sigue con la participac­ión de los supervivie­ntes anarquista­s en la división Leclerc, que entró en París, y una de las ramas acaba en la guerra de Indochina: de ahí el título.

La novela, que en la primera versión era mucho más extensa, utiliza mucha documentac­ión de primera mano, lo que la hace interesant­e. Uno de los aspectos más originales es el choque entre los viejos anarquista­s pasados por el exilio y los peludos del mitin de la CNT de Montjuïc de julio de 1977. En esta contradicc­ión o bifurcació­n de la vida es donde el personaje de Cajal adquiere mayor vuelo y recuerda los buenos momentos de El cel de l’infern. Ribot que es un hombre bregado, le dice que no idealice la roña, la muerte, ni la guerra. El retrato de Ribot y su novia, Lucille, en los años del boom del turismo en la Costa Brava está muy bien. Una novela de la guerra que, por suerte, no se parece a ninguna otra. |

Ribot, que es un hombre bregado, le dice a Cajal que no idealice la roña, la muerte, ni la guerra

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