Un incendio de placer o de agonía
Narrativa El británico Max Porter propone una muestra ejemplar de libertad creativa: ‘Lanny’, una obra de rareza sublime entre el realismo y lo fantástico y en la que confluyen la inocencia, el (des)amor y la maldad
“Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía”, escribió Vicente Huidobro en Altazor o el Viaje en Paracaídas. Más que una noque vela corta, Lanny quizá sea un largo poema mutante, o una terrorífica canción de cuna, o el sueño de un druida por apresar, en una única pócima, la pureza infantil, el ruido, la furia y la estupidez de un torbellino de voces en un momento determinado y las fuerzas ancestrales trascienden nuestro entendimiento, o la carta de (des)amor de un a un país que se pudre.
Es esto y mucho más (o nada de esto, su poder radica en empujar al lector a interpretaciones y sensaciones intransferibles), la segunda e inclasificable obra de Max Porter (High Wycombe, Reino Unido, 1981), tras proclamar en su ópera prima, El duelo es esa cosa con alas, que entiende la novela como una zona libre de emisiones convencionales, un artefacto en el que historia, prosa y estructura desafían cualquier manual de escritura creativa con la intención de escarbar en nuestras heridas más profundas e interrogarse por la existencia o no de formas de curación/ salvación. Retomando a Huidobro, lo único meridianamente claro es que Lanny es un incendio, capaz por igual de irradiar estremecimientos de placer o de agonía, según las expectativas y la tipología de quien haya al otro lado.
En un pueblecito cerca de Londres vive Lanny, un chico superdotado para la expresión oral y de imaginación desbordante pero con problemas de socialización debido a su introversión (encuentra en el bosque su verdadero hogar) y sus rarezas, un misterio incluso para sus padres, inmersos en un distanciamiento creciente, pero que conecta emocionalmente con Pete, un artista venido a menos y con fama también de excéntrico en la localidad, el cual le da clases de dibujo. Sin embargo, en el centro del relato está Papá Berromuerto, una criatura metamórfica o espíritu del lugar o ente de la naturaleza –soberbia creación que invita a pensar en cuadros de Giuseppe Arcimboldo
cobrando vida a
partir de un irónico proceso de descomposición o en lo que Tolkien o Miyazaki podrían haber llegado a concebir durante una pesadilla lisérgica o en los monstruos que Lovecraft hubiera vomitado de tener formación como naturalista–, capaz de captar las conversaciones de los lugareños y que parece estar urdiendo un plan maléfico.
En la segunda parte asistimos a la desaparición del niño, cuyas repercusiones en la comunidad Porter refleja en un encadenado de frases de una sola línea o párrafos cortos donde, por lo general en primera persona, se recogen las opiniones y reacciones de la comunidad. Puesto que antes hemos sabido que la madre de Lanny escribe novelas negras comerciales y de dudoso gusto, cabe entenderla (pero, ojo, se trata lógicamente de una mera hipótesis, de nuevo el libro es una invitación a la teorización libre, incluso delirante) como antítesis de cualquier relato policial canónico, el Mal revelando una cacofonía perversa que justifica su aparición. Y así desembocamos en el tercer acto, una incursión en el terreno fantástico, sobre el que sólo diré que seguramente es lo más cercano al Club Silencio de Mulholland Drive de David Lynch o al pozo de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo de Murakami que ha encontrado este crítico.
Y aún nos aguarda un miniepílogo en el que se desprecia cualquier final pero aquí se nos acaba el espacio y aún no he brindado por la labor también sobrenatural de los traductores, y sólo deseo afirmar que me convulsionó esta ¿fábula oscura?, ¿loa al individuo repudiado por su conexión íntima con lo inefable? ¡Debatamos!, ¡Leámosla de nuevo! |
Largo poema mutante, terrorífica canción de cuna o sueño de un druida por apresar en una sola pócima
Un artefacto en el que historia, prosa y estructura desafían cualquier manual de escritura
LITERATURA RANDOM HOUSE/RATA. TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: MILO J. KRMPOTIC/AL CATALÁN: VÍCTOR OBIOLS. 184/224 PÁGINAS. 18,90/17,90 EUROS