Lejos del odio y cerca de la razón
História Daniel Arasa describe los sucesos ocurridos durante la Guerra Civil en Jesús, el pueblo en el que nació, desde los dos bandos
Muchos no lo sabrán, pero Jesús es una localidad del municipio de Tortosa que tiene unos 4.000 habitantes (en los años treinta, unos 2.500). Allí nació Daniel Arasa (1944), un niño de la posguerra, periodista, doctor en Humanidades y Ciencias Sociales e ingeniero técnico químico. Colaborador de La Vanguardia, Arasa sigue desarrollando una intensa actividad en el campo social y familiar. Ha publicado unos treinta libros, muchos de ellos son fruto de sus investigaciones sobre el maquis y sobre la Guerra Civil; yo destacaría sus trabajos sobre la batalla del Ebro y la propaganda bélica. Daniel Arasa es siempre garantía de veracidad y seriedad, es escrupuloso con la información que presenta y –lo que resulta decisivo– es un auténtico hombre de paz y concordia. Sin ocultar ningún dato que le pudiera resultar incómodo, su actitud es la de guiarse por la razón y la sensatez y alejarse radicalmente del odio.
En esta ocasión ofrece un estudio lleno de pormenores, sobre los paseos y fusilamientos que se produjeron en su localidad natal, tanto durante la guerra como en la posguerra. Hay un índice onomástico con más de dos mil protagonistas de historias dramáticas y se analizan más de ochenta consejos de guerra al acabar la contienda.
En Tortosa, ya abortado el golpe de Estado del 36, se estableció la revolución y las iglesias se cerraron al culto el 20 de julio, con el rótulo: “Este recinto es propiedad del pueblo”. En una bárbara persecución se contabilizan 315 sacerdotes asesinados en la diócesis de Tortosa, y 279 en la de Barcelona. Se mató por solo ir a misa, los templos se saquearon e incendiaron en un intento de erradicar todo vestigio religioso. Jesús tenía un noviciado, un seminario, un hospital llevado por monjas y un convento de carmelitas. En toda Catalunya se llegaría a asesinar a 8.360 personas en la retaguardia republicana. Se detenía y se mataba por la noche. “Nadie comunicaba oficialmente la muerte a los familiares”. Había pavor a las represalias: los incontrolados (exaltados organizados en su odio) estaban protegidos.
Por decreto de la Generalitat, 124 municipios cambiaron de nombre. Jesús pasó a ser Ascaso del Ebro y, tras los sucesos de mayo del 37, Molins d’Ebre. Recuperó su nombre un año después, cuando entraron las fuerzas italianas con los nacionales. Fueron recibidas con general alegría, “muy hartos de todo lo que les había pasado y esperaban que todo mejoraría con la llegada de los franquistas”. Hubo un feroz ajuste de cuentas, si bien los principales responsables de crímenes y extorsiones ya se habían exiliado. Se sucedieron denuncias por los desmanes producidos, una decía: “No pido venganza que no es católico ni cristiano el pedirla, sino justicia, en cumplimiento de hechos delictivos, para este inductor moral y sus colaboradores que constituye más grave delito que la ejecución material”. Dice Arasa que “la instrucción demuchascausasnosehizoalaligera como décadas más tarde se ha querido hacer ver”, cada juez debía instruir muchas causas, a menudo se pedía más datos y nuevos testimonios. En todo caso, hubo venganza y falta de compasión en medio de una exaltación político-religiosa, la de aquel nacionalcatolicismo. En 1943, el afán de sangre estaba un poco más calmado, pero había “poc pa i molta por”.
Quien quiera saber encontrará aquí consignadas anécdotas poco imaginadas, sorprendentes. Estas páginas, escritas con inusual rigor, suponen una formidable voluntad de superar rencores y alcanzar una reconciliación efectiva. |
FLAH EDITORS. 778 PÁGINAS. 35 EUROS
franceses. En los tiempos convulsos del FLN, que lidera el movimiento por la independencia del país, se verá obligado a huir a Francia junto a su mujer, Yema, y sus hijos, entre los que se encuentra Hamid. Vivirán en una tienda en el campo de Rivesaltes, en una caseta de madera en el poblado forestal de Jouques y, finalmente, en una vivienda de protección oficial en Flers, Baja Normandía, donde construyen una nueva vida, o lo intentan. De la reinvención de Hamid y su unión con una mujer francesa, Clarisse, nacerá Naïma. Y con ella empieza y termina la historia.
Naïma trabaja en una galería de arte parisina, alterna las curdas con las resacas, empuja las puertas “sólo para comprobar que estaban abiertas para ella” y se acuesta con los hombres esperando una señal de desprecio que le permita a su vez despreciarlos. Resuena, en su cabeza, la frase de su tío Mohammed: “Vuestras hijas, que llevan pantalones. Se comportan como putas. Han olvidado de donde vienen”. Pero tras los atentados de Charlie Hebdo y la toma de rehenes del Hyper Cacher teme que la confundan con una terrorista y se siente más extranjera que nunca. Experimenta, así, lo que el sociólogo argelino Abdelmalek Sayad llama “la doble ausencia”: las contradicciones del inmigrante, ausente de su familia, su pueblo y su país, golpeado por una culpa inexpiable, pero igualmente ausente, debido a la exclusión de la que es víctima, del país de llegada, que lo trata como una simple fuerza laboral o una amenaza. Una doble ausencia desde la que se construye la familia de Naïma y a la que intentará, temerosa, enfrentarse en esta novela, que es un viaje de vuelta a las raíces, transgrediendo el cliché.
La narradora omnisciente lee entre líneas –y entre silencios– e interpreta con una minuciosidad deslumbrante a sus personajes, consciente de sus contradicciones y complejidades. Ante cualquier conflicto –generacional o cultural– explica la subjetividad de las dos partes y de esta manera los defiende, tanto que resulta inevitable relacionar a Naïma con la autora, también nieta de un argelino que combatió en el ejército francés. ¿Se trata, entonces, de autoficción? Naïma, desde luego, la defiende: “Cuando alguien se queda callado, los demás siempre inventan, y casi siempre se equivocan, así que puede que los escritores a los que os referís pensaran que era mejor explicárselo todo a todo el mundo a todas horas en vez de dejar que se especule sobre su silencio”.
Alice Zeniter perderá, como mínimo, los silencios, y no dejará que especulen. |
SALAMANDRA. TRADUCCIÓN: JOSÉ ANTONIO SORIANO MARCO. 432 PÁGINAS. 21 EUROS