El fulgor de la sangre
Narrativa Erótica y violenta, la primera novela de Michelle Roche Rodríguez es una feroz crítica contra el poder dictatorial, eclesiástico y económico
Periodista, ensayista, crítica literaria y narradora, Michelle Roche (Caracas, 1979) es autora del libro de entrevistas Álbum de familia: Conversaciones sobre identidad y cultura en Venezuela (2013), del ensayo Madre mía que estás en el mito (2016) y de la colección de relatos Gente decente (2017). Malasangre es su primera novela. Cualquier cosa que se diga de ella será una simplificación, pues abarca varios géneros, tratados desde varios niveles y con una visión muy amplia de la sociedad. Se inscribe dentro de la tradición de la novela histórica, ambientada como está en la década de los veinte del siglo pasado, cuando se encuentra en Venezuela el primer pozo de petróleo, bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez, precedente de la de Marcos Pérez Jiménez en la década de los cincuenta y, a su modo, de las de Hugo Chávez y su sucesor, el inmaduro Nicolás Maduro. Es decir, una crítica a una dictadura concreta puede leerse como una crítica a los regímenes dictatoriales y nepotistas. Por otro lado, entramos de nuevo en la novela gótica o de terror, aquí representada por una familia hematófaga, es decir, que se nutre
de sangre como los vampiros: “Como lectora del género gótico, no se me escapó el uso del término científico en lugar del coloquial, vampira”. Un vampirismo actualmente ilustrado en la exposición Vampiros. La evolución del mito, en CaixaForum Madrid hasta el 7 de junio, o en los tres capítulos de la serie de Netflix, Drácula, un delicioso manjar sangriento. Y está, por supuesto, la novela Drácula (1897), de Bram Stoker, llevada al cine en 1922 por Friedrich Wilhelm Murnau.
Todo tiene, pues, un carácter simbólico o metafórico, pero la crítica a los Gómez lo es a las dictaduras en general y es también un retrato individual de una familia, que no se limita a lo político, como la hematofagia retrata asimismo a los miembros de una familia. Hay una tensión dramática y al mismo tiempo un fuerte y creciente elemento de sainete o parodia. Y no es una crítica a un aspecto concreto, sino a muchos enlazados entre sí.
El padre, hacendado y prestamista, representa la usura. La beatería está representada por la madre y por el padre Ramiro, para quienes la solución para Diana, la hija y narradora de la novela, está en el convento. Al final todos optarán por el matrimonio de conveniencia que les ayude a salir de la crisis económica. La defensa de la mujer ocupa un espacio privilegiado, con escenas impactantes, por degradantes, como la del “ventaneo”, donde a las mujeres en edad casadera las ponían en exposición hasta que un hombre quisiera llevárselas. “¿Qué diferencia tenía esto con la venta de mi sexo? El poder de los hombres”. Y el poder es la fuerza dominante: el de la dictadura, el de la Iglesia, el del matrimonio, el del petróleo, “el estiércol del diablo”, o el del dinero. No extrañe pues que la máxima expresión la encontremos en la hematofagia, el poder del deseo y de la sangre. Dominan las escenas de violencia: la del bozal que le ponen a Diana y, por encima de todo, el gusto por la sangre y la lujuria que llevan a la muerte de las víctimas, y a Diana a morder a su padre: “La sangre del padre: mi transformación estaba completa”.
Las referencias a la época, es decir, a la década de los veinte del siglo pasado, son frecuentes, aunque el lector tiene la sensación de que estamos en el presente, ya que nada ha perdido su actualidad. Nada se puede decir de esta magnífica y arrolladora novela que no sea positivo. |
ANAGRAMA. 240 PÁGINAS. 18,90 EUROS
Arrolladora novela, a la vez histórica y gótica, con ambientación venezolana, sobre el mito del vampirismo