Diez años en el Ático
Ático de los Libros cumple diez años y ha ido creciendo hasta ser el grupo editorial Ático, pequeño pero peleón, con cuatro editoriales (Ático, Principal, Kitsune y Oz para infantil/juvenil), una revista de historia, un máster de Edición propio y una delegación en Madrid. Y todo manejado entre diez personas, que parecería increíble si uno no conociera el carácter estajanovista de sus fundadores.
Me recibe risueña Claudia Casanova, que, junto a su socio editorial y vital, Joan Eloi Roca, maneja la barca. Es uno de esos pisos del Eixample de puertas de madera y baldosa hidráulica y hay una sala grande que da a la calle Aragó. En ese entorno clásico me llama la atención la pizarra blanca autoborrable repleta de ideogramas japoneses, como si estuviéramos en Tokio o en La Roca Village. Me cuenta: “En la editorial estamos aprendiendo japonés”. Como miro extrañado, me dice que acaban de publicar en su sello Kitsune el libro de pensamiento japonés Chowá de Akemi Tanaka. No me parece que los editores de novelas policiacas nórdicas aprendan islandés, pero Casanova tiene una voracidad irrefrenable: aquí se publican los rigurosos ensayos históricos de Tom Holland u obras maestras como Leviatán de Philip Hoare en Ático de los Libros, las novelas románticas de la colección Chic en Principal de los Libros o libros de divulgación con vocación comercial en Kitsune… “Somos eclécticos, diversos. ¡Somos editores omnívoros!”. Explica que les gustan mucho “los libros híbridos, el ensayo narrativo” y me habla de La biblioteca de hielo y Nancy Campbell, que el próximo jueves 5 de marzo estará en el CCCB, en conversación con la escritora Alicia Kopf, para hablar de esa pulsión suya de poeta hipnotizada por los territorios helados del planeta.
También publican en catalán: “La línea de publicación es caprichosa, igual publicamos a Natalia Ginzburg que a Gombrowicz o Jordi Coromines”. Y editan la revista Historia Hoy aunque no sean buenos tiempos para las revistas de papel: “Era un empeño de Joan Eloi y son estos proyectos los que te obligan a no dormirte. Y ahí está”.
Para los siguientes diez años el deseo de Ático es “crecer para resistir el embate de los cielos, pero no mucho, para no perder el modo de guerrilla”. De estos años me habla feliz de Leviatán o la ballena de Philip Hoare, como uno de sus libros emblemáticos. Pero también H de halcón o de las novelas en España de David Simon, guionista y creador de la serie The Wire. Me pregunto cómo una pequeña editorial como ellos pudo echar el lazo a un pez gordo como Simon. Me alarga el volumen de su novela Homicidio: un ladrillote de 704 páginas. Los grandes grupos se lo pensaron y mientras Casanova lo agarró al vuelo. “Esto se consigue siendo rápidos, con una mezcla de valentía, locura y cálculo, una combinación que sólo se da en el editor independiente”. Le pregunto qué tal lleva la competencia arrolladora de los grandes grupos editoriales: “La gran maquinaria cumple su trabajo y hace su función, engrasan el ecosistema”. Levanto las cejas incrédulo al oírla tan diplomática y le digo que cuando ella y Joan Eloi abandonaron su trabajo como editores en el Grupo Planeta no me parecía estar muy contenta, por decirlo suavemente… “Ahora reservo el ímpetu para contratar autores. De todo hemos aprendido. Trabajar en un gran grupo también te da cosas buenas. De hecho, cuando salí, venía de estar arropada por una gran maquinaria y no tenía claro si saldría adelante. ¡Pero se consigue! La maravilla de este sector es que cada año se abre la veda, los libros que serán los elegidos por los lectores son una incógnita. Necesitas olfato, suerte, dinero y amor”. ¿Amor? “Amor por lo que haces. Esta es nuestra vida y va a ser así mientras el sector y las fuerzas aguanten”. |