Retratos: no sólo Rembrandt
Un centenar de grabados y pinturas, de los que 39 corresponden al genio holandés, mostrarán la edad de oro del género en el Amsterdam del siglo XVII
Rembrandt van Rijn (Leiden, 1606Amsterdam, 1669) llegó a Amsterdam sobre 1631. Para entonces la ciudad se encontraba en plena expansión económica y demográfica, comerciaba con las Indias Orientales, se había convertido en el puerto del grano que llegaba del norte... El flujo de gente era constante: tras una primera ola migratoria desde el sur de los Países Bajos, se produjo una gran afluencia de refugiados de los países escandinavos, alemanes, judíos sefarditas. Una ciudad cosmopolita, sólo comparable a Londres, París o Nápoles, cuyos habitantes poseían una clara consciencia de su lugar en el mundo y querían dejar constancia de ello.
Fue por esa razón, por la abundancia de encargos de retratos, por la que Rembrandt se instaló en Amsterdam; retratos de la alta burguesía, pero también de los comerciantes, artesanos o miembros de los gremios y la administración que prosperaban junto a los primeros. Todo aquel que disfrutaba de una buena situación social y disponía de una vivienda con suficientes paredes para llenar (ambas circunstancias venían juntas) necesitaba una buena colección de retratos. Una selección de ellos se mostrará a partir del próximo martes en el Museo Thyssen-Bornemisza, en la que constituye la primera muestra dedicada a la faceta retratista del pintor neerlandés.
Entre 1631 y 1635, los años de su relación comercial con Hendrick Uylenburgh, se calcula que Rembrandt pudo haber entregado de 30 a 50 retratos individuales; la mayoría eran de pareja, hombre y mujer, de medio cuerpo y formato ova- >
Jacob Fransz Hercules (1635-1707) es el jefe de la familia y así lo destaca la composición del cuadro, que dirige las miradas hacia el centro, donde están los hombres. La mujer, con los niños, queda relegada a un espacio doméstico a la derecha.
Al fondo de la sala, un ayudante de Jacob Fransz está afeitando a un cliente; muchos cirujanos tenían también barbería en su establecimiento para completar sus ingresos, además de constituir una buena formación para los aprendices.