El desnudo integral del proceso
‘En el tsunami catalán’, el periodista Santiago Tarín expone los vínculos entre el pujolismo y el arrebato independentista
“Los veintitrés años de predominancia de Pujol y CDC fueron más que mandatos: se constituyó un régimen en sí mismo (…). Y no fue un sistema amable. Disentir estaba estigmatizado”. Santiago Tarín es periodista de La Vanguardia desde 1985 y las ha visto de todos los colores gracias a su fuerte –la información judicial– y el rigor, una virtud que algunos asocian a los árbitros de fútbol o a los penaltis cuando fue siempre cardinal del buen periodismo que gasta el autor de En el tsunami catalán. Una biografía describe con respeto pero con la perplejidad del periodista que ya creía haberlo visto todo, salvo a un juez que alegremente desvelaba la elaboración de listas de compañeros contrarios a la causa o el escaso respeto a las leyes de ciertas acciones.
El entramado financiero
El lector conocerá y no de oídas el entramado financiero que ha permitido financiar con dinero público un desafío al Estado, en el que nunca faltaron recursos para, entre otras finalidades,
muertos, siempre para explotarlos. Se intuye que el mito pudo nacer para impedir que los esclavos, sometidos a la brutalidad de los colonos franceses en los siglos XVII y XVIII, se quitaran la vida, por miedo a seguir esclavizados eternamente. En 1804, triunfó en Haití la revuelta de los esclavos, que derrotaron a las tropas de Napoleón. El país logró su independencia, pero a costa de una monstruosa deuda contraída con Francia en concepto de daños y prejuicios por las tierras y los esclavos perdidos. La deuda, que convirtió aquella rica colonia en uno de los países más pobres del mundo, no fue revocada hasta la visita de Sarkozy después del terremoto del 2010, el más terrible de su historia.
Sobre esta más que controvertida relación entre Francia y su excolonia –dos siglos de extorsión en función de una indemnización, en definitiva, por esclavismo– ha construido Bonello Zombie child, que relaciona un caso de zombificación en el Haití de los años 60 con las vicisitudes de un grupo de adolescentes de la actualidad en un internado fundado en su día por Napoleón. Ese mismo caso de zombificación, del que fue víctima Clairvius Narcisse en 1962, ya inspiró un libro del antropólogo Wade Davis, que fue parcialmente adaptado en la película de Wes
Little monsters de Lupita Nyong’o, oscarizada por 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013), nos recuerda que, aunque fuera por casualidad, el protagonista de La noche de los muertos vivientes también era un actor de raza negra, el poco prolífico Duane Jones, lo que, inevitablemente, traía consigo el recuerdo de todas aquellas turbas de blancos indignados que se formaban cada vez que una familia afroamericana se mudaba a su barrio.
En Lanochedelosmuertosvivientes, las hordas de zombis no parecían muy distintas de las partidas de hombres blancos formadas para darles caza, y menos cuando el protagonista, único superviviente, era finalmente abatido por ellos, aparentemente confundido con un zombi. Lupita, y su ukelele, basta ahora para recordarnos que el racismo zombi sigue estando de triste actualidad. Bonello, por su
‘Zombie child’ hunde sus raíces en el origen caribeño del mito; ‘Little monsters’ podría leerse como el enésimo homenaje a George A. Romero
Visitar el taller de un(a) artista es como entrar en la cabina de proyección de un cine, el lugar físico que hace posible la magia, y tiene algo de limbo incierto y caótico en el que las ideas aguardan su tránsito hacia el mundo sensible. Ya sea entre montañas (Ivanow) o en medio de un núcleo urbano (Cascales), son portales a otras dimensiones.
Berta Blanca Ivanow