La estética del pesimista
En formato diario y con mucho de ciencia ficción, este es el resistir de Pablo Martín Sánchez
La trayectoria académica de Pablo Martín Sánchez (Reus, 1977) es tan rica y ambiciosa como lo es su escritura. Por lo que pueda incidir en sus novelas, me limito a señalar que es doctor en Lengua y Literatura francesa por la Université de Lille-3, doctor en Teoría de la Literatura y del Arte por la Universidad de Granada y traductor, entre otros, de Alfred Jarry, Raymond Queneau y, recientemente, de Eduardo Berti y Marta Carnicero Hernanz; y, como broche de oro, es miembro del Collège de Pataphysique y del Oulipo, al que pertenecieron Italo Calvino, Georges Perec o el mencionado Queneau.
Diario de un viejo cabezota viene a ser la prolongación y culminación de El anarquista que se llamaba como yo (2012) y de Tuyo es el mañana (2016), donde el narrador –sin que esto pida una lectura autobiográfica– está presente, como lo están las fechas que manipula. Es una novela que tiene mucho de ciencia ficción, como indica el título, sin que se lea como autoficción. Va mucho más lejos. “Con estas cosas de la memoria y los recuerdos, los límites entre realidad y ficción son bastante difusos”. Y el hecho de que esté presentada en forma de diario permite las intervenciones del autor sobre su concepción de la novela y sobre el proceso de creación: “Yo estaba intentado terminar mi trilogía”, escribe. Se permite hacer comentarios autocríticos, que conviene leer con este humor siempre presente en el libro, y donde los supuestos defectos son en realidad virtudes: la dispersión, las frases hechas, las repeticiones, los paréntesis. Dado que escribe en las páginas de cortesía de los libros que consigue, adquiere o le regalan, podemos ver cuáles son sus lecturas, muy variadas y que nos llevan a lo que ha de marcarle como el poeta que vemos en los poemas que aquí transcribe. “Siempre me ha fascinado el rey de los números irracionales”, y “años después me aficionaría a escribir sonetos irracionales”, “un poema en el que las letras de cada palabra coinciden con los decimales de pi”: 3,14. 16.
Pero este oulimpismo no nos obliga a una lectura oulímpica, aunque es siempre una buena compañía. “Si empecé a escribir este diario no fue para dejar constancia de los tiempos convulsos en que vivimos (…); si escribo este diario es para intentar entender por qué no me he ido aún del Pere Mata, por qué me empeño en seguir aquí caiga quien caiga”. El Pere Mata fue un hospital psiquiátrico de Reus convertido en un geriátrico, donde está recluido, entre otros, en cautiverio, el narrador, un viejo de 89 años: “No tengo reparos en admitir que soy cabezota, gruñón y maniático”. Viven todos pendientes de la moratoria por parte de las fuerzas de ocupación. Un helioauto de la Mancomunidad Europea da vueltas en redondo para recordarles que tienen que abandonar el país. Deciden no rendirse. Con el Gran Apagón se van quedando sin víveres, hasta el punto de que tienen que alimentarse de los animales domésticos por los que sienten un gran efecto. Muchos acaban muriendo. La Smith & Wesson del narrador es un símbolo de la resistencia, como lo es la torre de agua, desde la que se observa la realidad exterior, con Reus en un primer plano.
Resistir es el centro narrativo. Estamos ante un grupo heterogéneo, unidos por el acoso y por la voluntad de superarlo, cuando no hay nada que superar ante la amenaza implacable. Porque no es
Un grupo de ancianos atrincherados en el Pere Mata de Reus hace frente al desalojo de la península Ibérica
cierto que no se intente ilustrar los tiempos convulsos en que vivimos, tiempos en los que no hay una barrera entre el pasado, el presente y el futuro, porque en el pasado y el presente (“El tiempo presente y el tiempo pasado/ acaso estén presenteseneltiempofuturo”,nosdiceEliot en los Cuatro cuartetos) se anuncia lo que va a ser el futuro, que leemos como un presente en el torbellino de esta agitada y absorbente novela.
Pablo Martín Sánchez Diario de un viejo cabezota
ACANTILADO. 384 PÁGINAS. 20,90 EUROS