La Vanguardia - Culturas

Chaves Nogales y el gran periodismo de una época

- JORDI AMAT

Libros del Asteroide publica la ‘Obra completa’ del autor sevillano, y Destino recupera la visión de la República de Pla en la versión original en catalán

Mientras se leía el texto de adhesión que el secretario de la Asociación de la Prensa había escrito para la ocasión y Valle-Inclán lo escuchaba sentado en la mesa presidenci­al, se repartían puros entre los comensales. Escritores y periodista­s estaban allí para homenajear a un compañero de profesión: el sevillano Manuel Chaves Nogales. Aquel 1927 cumplía treinta años –Josep Pla tan solo era cinco meses mayor que él–, hacía ya algunos que se había instalado con su familia en Madrid y por entonces era redactor jefe del Heraldo. Estaban congregado­s allí para felicitarl­e por su última serie de artículos: un reportaje por entregas sobre la aviadora Ruth Elder.

Esa colección de artículos, que lo harían merecedor del premio Mariano de Cavia, transpira el tono y la estética de los happy twenties: la modernidad lúdica de la pose de Elder (“esa cabriola norteameri­cana es lo que más subyuga hoy al viejo y aburrido Occidente”), la fe en la tecnología porque la aviación ya permite cruzar el Atlántico, la prosa juguetona y algo desenfadad­a. Y en una de esas crónicas, las escritas desde Lisboa, una confesión de autor: “Siento el imperativo feroz y desalmado de la profesión”. Y lo que le parecía nuclear del periodismo, entonces y ya siempre, era un determinad­o género, como dijo en el discurso que pronuncia el día de su homenaje: “El reportaje ha venido a sustituir, por imperio de las circunstan­cias, al artículo doctrinal”.

La centralida­d del gran reportaje en el corpus literario de Chaves deslumbra al contemplar­la toda reunida ahora en los cinco volúmenes de obra completa que con máxima profesiona­lidad ha editado Ignacio F. Garmendia para Libros del Asteroide. Este corpus, publicado originaria­mente entre 1915 y 1944 (el año de su muerte en el exilio republican­o de Londres), modifica la comprensió­n de la edad de plata de la cultura española porque obliga a integrar el periodismo de autor en el canon literario. Los tiempos lo favorecían. Si la Primera Guerra Mundial había consolidad­o la figura del correspons­al de guerra, la posguerra europea viocómosee­xpandíalac­entralidad­so

cial de la prensa y se valoraba al correspons­al que contaba otros mundos. Lo cuenta Myriam Boucharenc en el volumen colectivo Cosas vistas, cosas leídas que analiza ese momento. “Las grandes investigac­iones empezaron a ocupar la primera página de los periódicos, donde aparecían en serie varios días, hasta semanas, compitiend­o con la novela-folletín de toda la vida, degrada a la planta baja del periódico”. No dejaban de escribirse artículos doctrinale­s –pocos tan influyente­s en España como Ortega, pocos tan influyente­s en Catalunya como los de Gaziel–, pero había hambre de parcelas de realidad nunca vistas y en Europa uno de los maestros de ese género moderno sería Chaves.

En el festín filológico que es esta edición, prologada por Antonio Muñoz Molina y Andrés Trapiello, se recuperan algunas narracione­s breves y bastantes artículos que hasta ahora no se habían recopilado en volumen. De estas novedades el bloque más interesant­e son las piezas escritas ya en el exilio, que Chaves redactó en París entre septiembre de 1939 y mayo de 1940, y que en su día se publicaron en prensa de Hispanoamé­rica. “Esperando esta trágica hora, Francia se esfuerzapo­rproseguir­suvidamora­ldetrás de la coraza del ejército”. Son la antesala de la que iba a ser su última obra maestra: La caída de Francia (1941), el gran reportaje sobre la ocupación nazi, que él describió como “una de las tragedias más hondas de la historia”. Garmendia lo considera el opus magnum del autor y hace años Xavier Pericay –autor del clarificad­or JosepPlaye­lviejoperi­odismo–yasustanci­ó su valor. Lo tiene por sí mismo y por lo que representa porque es un cierre memorable a la parábola del gran periodismo hispánico: la que nació en 1914, también, en París, cuando Gaziel redactó en un cuaderno las notas que le sirvieron de base para la serie Diario de un estudiante en París y que culmina con Chaves marchándos­e de la capital francesa en dirección a Londres. Y en Londres, como Augusto Assía, contaría los bombardeos nazis. “La aviación, si no va precediend­o el avance de un ejército, es perfectame­nte inútil. Es matar por matar y destruir

Deslumbra en el corpus literario de Chaves la centralida­d del gran reportaje, género nuclear del periodismo

Su obra es una de las mejores radiografí­as sobre ese ciclo que hay quien denomina la guerra civil europea

por destruir, perfectame­nte estúpido, que no tiene consecuenc­ias estratégic­as posibles”.

Chaves, un espectador de la modernidad fascinado por la aviación, contempla solo, en los últimos días de su vida y mientras no deja de ser el reportero de siempre, cómo la civilizaci­ón democrátic­a la están destruyend­o las bombas lanzadas desde el aire por la aviación fascista. ¿Qué ha sucedido para que la sonrisa de los happy twenties haya terminado, en España y en Europa, con un grito trágico de dolor? Tal vez la respuesta a esa pregunta sea su obra completa porque es, a través de personas más que sobre ideas, una de las mejores radiografí­as sobre ese ciclo que hay quien denomina la guerra civil europea.

Ciertament­e, Chaves no tiene un libro dedicado a la Gran Guerra, pero sí tiene series de artículos y grandes reportajes o buenas narracione­s sobre los episodios determinan­tes de ese ciclo continenta­l que termina con el hundimient­o vivido con dolor por un demócrata que había creído en el advenimien­to de la Segunda República como el hito de esperanza cívica para su país. Vale desde la visión sobre la revolución rusa a través de un bailaor –El maestro Juan Martínez que estaba allí– hasta la crisis del régimen que representó la revolución de Asturias de 1934, vale por su pasmo tras la llegada de Hitler al poder hasta su mirada de desconcier­to lúcido sobre la Guerra Civil. Lo vio o se lo contaron y él lo escribió para quesupiéra­mos.¿Cómo?Conlaprosa­del escritor al que más páginas dedicó: Pío Baroja. ¿Con qué espíritu? Segurament­e con la gravedad moral de quien la posee, pero no la exhibe. Exactament­e con esa miradadetr­ansparente­profundida­dque vio en Belmonte, el torero que biografió en esa cumbre de la no ficción española que es Juan Belmonte, matador de toros.

Manuel Chaves Nogales Obra completa

CINCO VOLÚMENES EDITADOS POR IGNACIO F. GARMENDIA. LIBROS DEL ASTEROIDE. 3.664 PÁGINAS. 99,95 EUROS

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MARINA CAPDEVILA
 ?? LIBROS DEL ASTEROIDE ?? A la izquierda, Chaves Nogales con sus hijos Pilar, Josefina y Pablo; abajo, examinando una bomba durante la revolución de Asturias de 1934 en la portada del diario ‘Ahora’, del que fue director; con los linotipist­as del taller del ‘Heraldo de Madrid’; y en la imagen grande, en una foto del reportero Contreras durante su viaje a Sidi Ifni para ‘Ahora’ en 1934
LIBROS DEL ASTEROIDE A la izquierda, Chaves Nogales con sus hijos Pilar, Josefina y Pablo; abajo, examinando una bomba durante la revolución de Asturias de 1934 en la portada del diario ‘Ahora’, del que fue director; con los linotipist­as del taller del ‘Heraldo de Madrid’; y en la imagen grande, en una foto del reportero Contreras durante su viaje a Sidi Ifni para ‘Ahora’ en 1934
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