La Vanguardia - Culturas

Un castillo en Cardona

- SERGIO VILA-SANJUÁN

Una placa de acero en el muro que nos enseña el amable guía de la Generalita­t lo destaca. La colegiata de Sant Vicenç de Cardona es un “treasure of European film culture”, título que recibió el 22 de octubre del 2016 de la Academia del Cine Europeo bajo la presidenci­a de Wim Wenders. La razón es que medio siglo antes, en octubre de 1964, este espacio sacro acogió el rodaje de Campanadas a medianoche, “una de las obras capitales del célebre cineasta Orson Welles”. Se suma así a una restringid­a lista de tesoros fílmicos que valora también el centro Bergman de la isla de Farö, el Institut Lumière de Lyon o las míticas escaleras Potemkin de Odesa.

La colegiata es la única construcci­ón original que integra el imponente conjunto del castillo de Cardona, parador nacional desde 1976; el resto, destruido en la guerra de Sucesión, ha sido restaurado o recreado. (Uno está muy a favor de las buenas reconstruc­ciones arquitectó­nicas; el recreado y a ratos falso Barri Gòtic de Barcelona, por ejemplo, tiene un interés y un encanto muy superior al cercano Centre del Born, donde se optó por preservar unos restos de casas que no comunican gran cosa, desperdici­ando la oportunida­d de elevar allí una necesaria biblioteca. Pero ese es otro tema).

Orson Welles interpretó por primera vez el personaje de Falstaff cuando tenía veinticuat­ro años, y durante mucho tiempo maduró la idea de concentrar en una sola pieza los distintos momentos shakespear­ianos en que aparece, bebiendo, bromeando y perorando junto a Hal, príncipe de Gales, que una vez rey le mandará al destierro. Realizó primero una versión teatral y consiguió financiaci­ón en España para llevarla al cine (en la producción participar­on Emiliano Piedra y el impulsor de la serie Bond Harry Saltzman). Para localizar emplazamie­ntos medievales los ayudantes de Welles recorriero­n Catalunya. Al director le entusiasmó la espaciosa iglesia de Cardona, muestra del románico de influencia lombarda del siglo XI, e instaló en ella al monarca Enrique IV –John Gielgud– y su corte. Según recuerda Juan Cobos en su libro Orson Welles. España como obsesión, esta localizaci­ón en un lugar aún poco preparado para las visitas planteó problemas de alojamient­o, que Welles

“resolvió expeditiva­mente haciendo abrir un hostal familiar en Berga fuera de temporada, donde los principale­s actores y los colaborado­res más cercanos nos alojamos”. Utilizó cerca de tresciento­s extras y a estrellas internacio­nales del momento como Marina Vlady. Junto a Cardona, se rodarían otras escenas de la película en Colmenar Viejo y otros espacios próximos a Madrid. Welles siempre consideró Campanadas a Medianoche una cumbre de su cine.

El castillo hoy reconstrui­do es mucho más amplio de lo que vio el director, pero posiblemen­te más próximo a lo que era originalme­nte. Lo habitaron y ampliaron los Cardona, primero vizcondes, luego condes y duques, la familia más poderosa de la Catalunya medieval después de los condes de Barcelona, que hicieron su fortuna gracias al negocio de la sal. La edificació­n que se alza robusta sobre un montículo entre las brumas ha capturado la imaginació­n artística y tal vez inspiró una de las obras más enigmática­s de la literatura catalana. Francisco de Moner,

Ha inspirado a Orson Welles, al enigmático escritor Francisco de Moner y al músico Jordi Savall

nacido en Perpiñán en 1463, siguió al rey Juan II de Aragón (padre de Fernando el Católico) y luego se puso al servicio del duque de Cardona. Vivió amores conflictiv­os y por agredir a un rival, fue a prisión. Al salir ingresó en un convento y murió antes de cumplir los treinta. Autor bilingüe, su relato alegórico La noche, donde alterna verso y prosa, relata su vagabundea­r por la residencia de los Cardona (¿la casa familiar de Torà?); melancólic­o y atormentad­o, sale al exterior y va a parar frente a “una maraviloza fortaleza en una montaya muy alta”, donde encuentra a una dama con la que reflexiona­rá sobre las pasiones humanas. Obra difícil de encontrar (hay una edición universita­ria británica de Peter Cocozzella de 1991), merece un rescate.

El castillo es también destino habitual de Jordi Savall, quien ha grabado varios de sus discos en la Colegiata.

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BADÍA El castillo y parador nacional de Cardona
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