La Vanguardia - Culturas

Las historias que él contaba

- LILIAN NEUMAN

La editorial Planeta recopila todos los relatos cortos, incluyendo cuatro inéditos, del recienteme­nte fallecido Carlos Ruiz Zafón

Daniel Sempere, hijo de un librero de la calle Santa Anna, dio un paso decisivo aquella fría madrugada de 1945. Y mientras Daniel se internaba en el Cementerio de los Libros Olvidados, su creador, un ilustre desconocid­o de treinta y siete años, se paseaba tranquilo una tarde del 2001 por el centro de la rambla Catalunya, con una colorida camisa california­na. De hecho, hacía años que vivía en Los Ángeles.

Era autor de novelas juveniles, y finalista del premio Fernando Lara del año 2000 con una novela llamada La sombra del viento que, como señaló Sergio Vila-Sanjuán (y que en la ficción de El laberinto de los espíritus sería el despierto periodista Sergio Vilajuana), anunciaba un fenómeno en la literatura popular española.

Ruiz Zafón no dejó de hacer lo que ya hacía, también en aquel viaje a su ciudad: husmear en todas las librerías de viejo, y regresar a Los Ángeles a seguir escribiend­o: El juego del ángel (2008), El prisionero del cielo (2011) y la última y ya citada El laberinto de los espíritus (2016). Quedaba pendiente la edición de sus relatos, publicados en distintos medios, más cuatro inéditos que conforman este volumen tan pequeño si se lo compara con sus extensas y arrollador­as historias. Y tan representa­tivo de qué escritor quiso ser. Y fue.

El mundo que Zafón creó, la ciudad y la gente que renombró desde una misteriosa casona del Tibidabo hasta la orilla del sucio mar, y que sigue en pie por encima del tiempo, es el de una Barcelona que abordaba, primero, en plena posguerra, para luego ir viajando hacia delante y atrás. Ciudad gótica, neblinosa, injusta y fantasmagó­rica; en estos cuentos reaparecen muchos de esos personajes que la habitaron, y alguno de ellos, como David Martín en su niñez, protagoniz­a uno de los relatos más tristes del libro: ese amor imposible junto a Santa María del Mar, ese abismo al que siempre regresa, entre el Círculo Ecuestre y lo más sucio de la Ribera.

Tragedia y tristeza también infinitas en Sin nombre, en la azotada ciudad de principios de siglo XX, y en Una señorita de Barcelona y el sórdido destino de supervivie­nte de una joven llamada Laia.

Como en sus novelas, en estos cuentos los muros helados, los hedores y las figuras en la oscuridad son tan reales, tan nítidos como el enorme dragón, la enorme bestia en vuelo rasante sobre los tejados de Barcelona. O como la figura del protagonis­ta abrazado a una serpiente de fuego, antes de la lluvia de ceniza. O como el juego creativo de Cervantes en su juventud, o como esa Alicia que se aparece de madrugada. Y la habitación del hotel Oriente, importante escenario en sus novelas, y también cocina y criadero de viles seres grises en la dictadura eterna. Merece elogio aparte el viaje con Gaudí a Nueva York (qué bien se atreve con él, como personaje), otra de las ciudades cuya historia apasionaba a Zafón, desde el siglo XIX.

En el año 2001, cuando escribí en estas páginas sobre La sombra del viento, y para la entrevista que acompañaba la reseña, el joven autor me dijo que, por encima de moda o tendencia, lo que de verdad le importaba en una novela era “la ejecución”. Él quería ejecutar con la misma contundenc­ia y versatilid­ad que Joyce Carol Oates, a quien admiraba. Para eso estuvo ensayando desde niño, cuando viajaba cada día desde su casa en la Sagrada Família a estudiar a los Jesuitas de Sarrià.

En todos y cada uno de estos cuentos, incluso en el más breve sobre el fin del mundo, asoma aquella media sonrisa del tipo que nunca se olvidó de su elenco de miserables dignos de Victor Hugo, de su biblioteca de hallazgos sobre su ciudad, que se acrecentab­a en cada viaje. Con la materia de estos cuentos abrió las compuertas e incendió el aire. Y la imaginació­n de muchos que vinieron después.

Él, que incomprens­iblemente tuvo que morir joven, y que se reía tímidament­e cuando decía esto: “Las madres iban a ver a mi madre y le preguntaba­n: ¿qué cuenta su hijo a mi niño, que por las noches se despierta chillando?”.

En todos los cuentos asoma la media sonrisa del tipo que nunca se olvidó de su elenco de miserables dignos de Victor Hugo

Carlos Ruiz Zafón La ciudad de vapor/ La ciutat de vapor

PLANETA. TRADUCCIÓN AL CATALÁN: JOSEP PELFORT. 217/224 PÁGINAS. 17,90 EUROS

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SASCHA STEINBACH/EFE El novelista barcelonés Carlos Ruiz Zafón falleció el pasado mes de junio en Santa Mónica, Los Ángeles

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