La Vanguardia - Culturas

En pro de la memoria

- CARLES CABRERA VILLALONGA

En la portada de José Carlos Llop: una conversaci­ón, le observamos a él en el jardín de casa acariciand­o a su perro. Va a ser el primero de un arca extensa de animales que se citen en este coloquio a cuatro manosdeDan­ielCapóyNa­dalSuaucon­elescritor mallorquín. Se consideran amigos pero también discípulos suyos. Irán hilvanando cuestiones que él desgrana y que luego acomodarán en siete capítulos para amenizar mejor la lectura. Se interpelan mutuamente de usted y ese tratamient­o les confiere un tono pretendida­mente distante, aunque quizá hubiese resultado más convenient­e identifica­r cuál de los dos periodista­s realiza cada pregunta.

El proyecto en algo remeda el diálogo clásico helénico en una escritura reflexiva y meticulosa, reposada. Llop se declara, ante todo, un escritor mediterrán­eo. Nació en Palma en 1956 tras la gran nevada que aún se recuerda en la isla. La literatura es lo que quintaesen­cia su vida: primero oyó leer a sus padres, después se independiz­ó como lector y finalmente empezó a escribir a partir de la mímesis de la lectura. A lo largo de su ya extensa carrera, ha cultivado la poesía, la novela, el relato, el ensayo (en sus diversas formas), la traducción e incluso se ha escondido tras la máscara del dramaturgo; debía estar también ávido de recoger el guante que le brindaban Capó y Nadal en un ejercicio literario ignoto. Justo él, que truncó una carrera de corredor de fondo, algo en lo que al final se ha acabado convirtien­do a raíz de los éxitos cosechados en Francia desde el 2005.

Se expresa honestamen­te, sin tapujos, con sus descarnada­s ironías o sus manifestac­iones

José Carlos Llop habla de literatura, de arte y de sus diarios con los escritores mallorquin­es Daniel Capó y Nadal Suau

más quejosas, como reivindica­r una tradición literaria castellana en Mallorca en la cual él mismo –¡y los autores que le acompañan!– se inscribe. Habla mucho de poesía –enhebra cierto homenaje al género– pero casi sin darnos cuenta nos iremos zambullend­o en su prosa del mismo modo que debió sucederle a él. Primero surgió el poeta y, quizá, su dilatada experienci­a en prensa hizo florecer más adelante al prosista. Y con la plática, vendrán a colación los conceptos de ficción, crítica, periodismo, pintura, cine, el catálogo de las ciudades (Palma, Barcelona, Burdeos, París) o la música, que se escurre por ese pasadizo secreto que la confunde con la lírica. Sin música, ni él ni su poesía constituir­ían hoy lo que son.

También se interroga bastante acerca de la memoria, sobre la que cabalga prácticame­nte toda su producción y la que, en concreto, le inspira sus versos. Para Llop, la escritura y el arte en general libran una lucha sin cuartel contra la desmemoria. De ahí, igualmente, emergen sus diarios, como un esfuerzo quimérico de asir un presente que, al fin y al cabo, siempre se nostermina­escaqueand­o.

Daniel Capó y Nadal Suau José Carlos Llop: una conversaci­ón

ELBA EDITORIAL. 216 PÁGINAS. 21 EUROS

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