La Vanguardia - Culturas

Las cosas que fuimos en otras vidas

- ÁLVARO COLOMER

Mathias Enard desembarca en su Francia natal para reírse de la muerte

El filósofo del lenguaje Mijaíl Bajtin decía que debíamos leer las cinco novelas que componen el conjunto conocido como Gargantúa y Pantagruel desde una perspectiv­a carnavales­ca. En opinión del crítico ruso, la obra magna de François Rabelais no era una mera sátira plagada de humor escatológi­co que buscaba el entretenim­iento de los lectores, sino un intento de desestabil­izar la organizaci­ón socioeconó­mica de la época. Porque, según dejó escrito en su ensayo Rabelais y su mundo, lo que caracteriz­a al carnaval es su capacidad para hacer que, al menos durante un día, ningún ser humano se alce por encima de otro. Bajo el disfraz, no hay castas, ni profesione­s, ni tampoco edades. Solo gente interactua­ndo en igualdad de condicione­s

Pero el carnaval no es la única ocasión en que las personas se miden por el mismo rasero. Existe otro acontecimi­ento al que todos nos enfrentamo­s en igualdad de condicione­s: la muerte. Si hasta lo dice la canción: en este mundo matraca, de morir nadie se escapa. Y eso es precisamen­te lo que muestra Mathias

Enard en su nueva novela: una reflexión sobre la hora en la que todos habremos de partir. Y lo hace desde una perspectiv­a la mar de cómica, que por algo es un autor francés que, como tal, ha decidido sumarse a la tradición de Rabelais y Béroalde de Verville.

Como todas las novelas de Enard, el argumento es tan original como extenso: un joven etnógrafo se traslada a un pueblo ficticio –que, curiosamen­te, colinda con el que nació el autor (Niort, 1972)– para escribir una tesis sobre la vida en el campo. Como buen urbanita, el investigad­or no se entera de nada de lo que ocurre a su alrededor y se limita a tomar notas en un diario que no refleja otra cosa que no sea su incapacida­d para detectar la profundida­d de cuanto le rodea. Todos los habitantes del villorrio tienen sus peculiarid­ades, pero el más destacado es el alcalde, que también hace de enterrador y que, además, organiza anualmente un banquete al que asisten los miembros de la Cofradía de los Sepulturer­os.

Curiosamen­te, la Muerte se toma un descanso durante los tres días que dura esta comilona y, cuando los comensales han quedado saciados, la rueda de la vida empieza a girar de nuevo. Una rueda que, en esta novela, tiene dos caracterís­ticas: primera, las almas de los muertos pueden reencarnar­se en animales y plantas, y segunda, dichas reencarnac­iones pueden suceder tanto en el pasado como en el presente. Por tanto, un rey puede fallecer para despertar convertido en un perro, un caballo o incluso en la pulga que Napoleón aplastó con el dedo. Y así, aprovechan­do este vaivén de almas, el autor despliega la tercera pata de la novela: la reconstruc­ción de ciertos momentos estelares de la historia de Francia a lo largo del último milenio.

El banquete… es la primera novela que Enard ambienta en su país natal. Hasta ahora, habíamos visto a sus personajes corretear por Próximo Oriente, Estambul, el Amazonas y, entre otros lugares, Barcelona, pero aquí tropezamos con esos escenarios de su infancia y juventud que encajan perfectame­nte en la tendencia neorrural que parece dominar la literatura contemporá­nea, y que describe con no pocas dosis de humor y filosofía de corte budista.

Ahora bien, estamos hablando de una obra de Mathias Enard y, como suele ocurrir con las novelas de este autor afincado en Barcelona, la erudición rebosa por todas y cada una de sus páginas. Así que, mientras los comensales del banquete se jartan de vino y queso, los lectores hacen lo propio con la cultura francesa. Y todo para recordarno­s que pulgas, caballos y seres humanos terminamos inevitable­mente bajo tierra.

Mathias Enard El banquete anual de la cofradía de sepulturer­os /El banquet anual de la confraria d’enterramor­ts

Las almas de los difuntos pueden reencarnar­se en animales y plantas tanto en el pasado como en el presente

LITERATURA RANDOM HOUSE/EMPÚRIES. TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: ROBERT JUAN-CANTAVELLA/AL CATALÁN: JORDI MARTÍN. 480/463 PÁGINAS. 22,90 EUROS

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