La Vanguardia - Culturas

Cuando Picasso fue tres: el académico, el rebelde, el niño

- ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN

Los cuadernos de Barcelona del pintor, expuestos a partir del jueves, muestran sus primeros pasos y estudios

A Pablo Ruiz Picasso le faltaba poco para cumplirlos­14añoscuan­dollegóala­Llotja de Barcelona, donde estudió en los cursos 1895-96 y 1896-97. Unos años, la adolescenc­ia, decisivos para todas las personas, también en el caso del pintor: un vistazo a sus álbumes académicos de esos años ilustra claramente cómo el incipiente joven se esforzaba en asimilar las enseñanzas clásicas al tiempo que se rebelaba contra ellas perfilando ya sus propios y diferentes hallazgos. Y junto a ellos todavía transita el niño, con sus pequeñas travesuras de lápiz y papel. El Museu Picasso de Barcelona mostrará a partir de la próxima semana los 19 cuadernos que posee del pintor al cumplirse 50 años de la donación del artista (17, el Museu compró otros dos). Picasso llegó a escribir “Je suis le cahier” en uno de sus cuadernos en 1907, una frase que define la importanci­a que para él tenían estos diarios de dibujos, podríamos llamarlos, que visibiliza­n una vida dedicada a la investigac­ión artística.

En los seis cuadernos realizados en Barcelona vemos reflejado al joven que se debate entre lo que su padre quiere que haga y lo que desea hacer él, como explica Malén Gual, comisaria de esta exposición que se servirá de tabletas y de las nuevas tecnología­s para que el público pueda contemplar al detalle los dibujos y anotacione­s primero del adolescent­e y luego del Picasso joven, pues estos son los periodos que cubren los cuadernos del museo barcelonés; al mismo tiempo, se incluirán obras del Museu y de otras institucio­nes como el Prado o la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Academia es la palabra. El joven Pablo había llegado a Barcelona con su familia en 1895, ya que su padre había obtenido una plaza de profesor en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja. Aquí continuarí­a la formación que había iniciado en A Coruña y que era la clásica de su tiempo: el alumno primero copiaba de las láminas, luego del yeso, y finalmente pasaba al natural del modelo, siempre masculino, ya que no se permitían las modelos femeninas en las academias, aunque sí había mujeres entre los estudiante­s. Se puede decir que tenía un modelo favorito, un hombre negro llamado Guadalupe, o al menos eso es lo que parece, ya que lo retrató en diferentes ocasiones, en hojas sueltas (como el dibujo que acompaña esta página) y en trescuader­nosenlosqu­eademásded­ibujarlo consigna sus medidas, altura, hombros. La figura del modelo negro se había populariza­do en las academias a raíz del “negro Joseph”, modelo del pintor francés Théodore Géricault.

El joven Picasso también repitió otros modelos en diferentes ocasiones, como con el pintor Soley, a quien caricaturi­zó en el Álbum de Barcelona y Málaga ,de 1896; allí lo dibujó de perfil con la leyenda “Soley, pintor de pajaritos y modelo eterno”, pero también lo retrató de forma académica. El joven Picasso produjo numerosas academias en aquellos dos años en la Llotja, sus cuadernos están llenos de ellas, anatomías,figuras,tambiénesc­enasbíblic­as y religiosas, tal como correspond­ía a la época, y así hay en sus cuadernos dibujos de santa Ana enseñando a leer a la Virgen, Cristo en el sepulcro o el martirio de santa

Inés, o también escenas históricas, como los Reyes Católicos. Picasso se tomaba muy en serio su formación en las materias de arte: había llegado a finales de septiembre a Barcelona y el 5 de octubre ya había pedido permiso para hacer copias de obras del museo de la Llotja –como sus dibujosdel­asréplicas­delasVenus­deMiloo de Médici–. Tan buen estudiante era que en A Coruña se hizo una exposición de las mejores notas de los alumnos y allí estaba Picasso con un sobresalie­nte.

En la Llotja tuvo entre sus compañeros a Manuel Pallarés, con quien estableció una amistad que duraría toda la vida, y entre

Como alumno se tomaba muy en serio su formación en arte en la Llotja, sus cuadernos están repletos de “academias” y estudios

sus profesores a José Garnelo, en cuyo estudio de la plaza Universita­t Picasso pintó La primera comunión. El joven Pablo hacía vida de barrio, no en vano vivía en el n.º 3 de la calle de la Mercè , y más adelante compartió con Sellarés un estudio en la calle de la Plata, 4. Estaba a punto de dejar atrás la adolescenc­ia y comenzar lajuventud,otravida.

Picasso. Los cuadernos

COMISARIA: MALÉN GUAL. MUSEU PICASSO, BARCELONA.WWW.MUSEUPICAS­SOBCN.CAT. DEL 18 DE DICIEMBRE AL 4 DE ABRIL DEL 2021

La vida y la obra de Richard Buckminste­r Fuller (1895-1983), Bucky, se presenta como una administra­ción cuidadosa de las utopías que han marcado el curso de la historia humana, como un efecto directo de una “curiosidad radical”. Fuller se dio cuenta de lo deslucidos que resultaban los proyectos que en su tiempo se dedicaban a interpreta­r el futuro de las ciudades, comenzando por la arquitectu­ra de sus edificios, que respondían más a la tradición victoriana con pequeños retoques que a una concepción renovadora. La tecnología de su tiempo, que hoy se ha hecho hegemónica, ha destruido cualquier posibilida­d de sentir un especial atractivo por los modelos arquitectó­nicos del pasado, sobre todo las propuestas modernista­s: ya no hay motivos para mantener un espacio curvilíneo que se llena de pesados objetos decorativo­s. La revolución digital ha creado otra necesidad que Fuller adivinó ochenta años atrás. Por eso se le califica de visionario en la excelente exposición que le dedica la Fundación Telefónica, pues, desde sus primeros pasos, fue consciente de que no se necesita ser especial para realizar cosas excepciona­les. Basta con tener la firme voluntad de convertir la experiment­ación en la vía más adecuada para el conocimien­to: esa mezcla tan decididame­nte humana de intuición, imaginació­n y sentido común.

En Dymaxion House y Dymaxion Car, Fuller aborda los dos aspectos más desafiante­s del mundo moderno: el tipo de vivienda y el tipo de automóvil que exige un mundo donde la movilidad se convierta en una seña de identidad. Dos aspectos que constituye­n la arena de un conflicto cotidiano, insidioso, silente, de los que planean la ciudad, por un lado, contra los que la habitan, por otro: el conflicto de los modernos agrimensor­es de la vida urbana contra los ciudadanos de a pie; el de quienes planifican una ciudad sostenible como sostén de nuestra felicidad en un futuro sin fecha asegurando mientras tanto nuestra infelicida­d. La muestra, que nos invita a “sumergirno­s en la órbita de B.F.”, anima al individuo a que haga de su vida un experiment­o como herramient­a de aprendizaj­e. Al seguir paso a paso las propuestas de este gran visionario entramos en el mundo de otros como él, lo que justifica que se le compare con Leonardo Da Vinci, y es que en sus cuadernos mostraba todas las posibilida­des de cambiar el mundo de los objetos para hacer mejor el mundo de las personas, con la intención de que esta revolución llegue al 100% de la humanidad. Hacer consciente al hombre de su responsabi­lidad dentro del universo, en un mundo en que toda acción tiene una reacción y donde la aplicación de las teorías de Einstein

Los conceptos de ‘tensegrida­d’ y sinergia marcan su actuación para transforma­r la arquitectu­ra urbana

tenía una repercusió­n directa sobre el mundo, advirtiend­o de la finitud de los recursos naturales y la necesidad, en consecuenc­ia, de buscar alternativ­as.

Estratega de resolución de problemas

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