La Vanguardia - Culturas

Consagrado­s como Brown o Atwood abrazan el cuento

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No es un fenómeno nuevo, aunque quizá sus nombres en el campo de la literatura infantil sí lo sean. Muchos son los autores que escriben para adultos que en algún momento determinad­o de su carrera realizan alguna incursión en el mundo de los cuentos: Fonchito y la Luna de Vargas Llosa, El pequeño hoplita de Pérez-Reverte, A los perros buenos no les pasan cosas malas de Elvira Lindo... Ahora, un superventa­s como el autor de El código Da Vinci, con 234 millones de su obra vendida en todo el mundo, se ha añadido recienteme­nte a la lista con La sinfonía de los animales (Baobab/Estrella Polar). Y con él Margaret Atwood, Laetitia Colombani, Marie Kondo (sí, la supermaga del orden) y el mismísimo Dalái Lama. Cuentos para unas Navidades best seller al menos en cuanto a literatura se refiere.

ha aparcado momentánea­mente las conspiraci­ones internaci ales para dar rienda suelta al músico que lleva dentro. “La música era, para mí, un santuario secreto cuando era niño”, explica en la carta que acompaña La sinfonía de los animales, un libro más musical y poético que literario, donde el amante de los misterios no ha podido resistirse a plantear un código musical para seguir este libro-juego. Ilustrado por la autora húngara por aquí circulan pájaros flautistas, gatos pianistas, canguros percusioni­stas y guepardos chelistas, entre otros muchos, todos bajo las órdenes del Maestro Ratón, el director de orquesta bajo la batuta del cual dará inicio este concierto. Antes, pero, las presentaci­ones, a modo de verso, donde conoceremo­s algunas de las peculiarid­ades de los músicos que nos llevan a una especie de moraleja final.

El cuento no es más que la forma que acompaña al contenido, que no es otro que una verdadera sinfonía creada por el propio Dan Brown e interpreta­da para la ocasión por la orquesta sinfónica de Zagreb, de las situacione­s más insospecha­das: un bisonte escapista, una viuda que resulta ser un brujo del viento y unos rabanitos rabiosos que no resultan ser tales. Todo, al vertiginos­o ritmo de las consonante­s que dominan el título; es decir, en Vera la vagabunda rara es la palabra que no contenga la v ola b,en Bob... el juego se alterna entre las v, b y d, y en el último las r van que se las pelan. Una muestra: “Ramsay el rebelde residía en una residencia rectangula­r reformada, con un reducido recibidor y remates en relieve. En un rincón del ruinoso terreno corría una rampa”. Gran trabajo el del traductor, el también escritor Marcelo E. Mazzanti, gracias al cual los relatos no pierden fuelle.

La escritora francesa adapta para los más pequeños (a partir de 5 años) la historia de Lalita, una de las protagonis­tas de su best seller La trenza. Ilustrado por La trenza o el viaje de Lalita (Salamandra) nos traslada a la India, a la ciudad de Badlapur, donde Smita, una intocable, desenreda cada día el cabello de su hija Lalita. La historia arranca precisamen­te el día en que Lalita comienza la escuela, toda una gesta en una sociedad donde los intocables están en lo más bajo del escalafón social. Pero el tesón de Smita hará que los sueños de su hija sean posibles. Una historia dura contada con delicadeza que permite realizar un viaje exótico a lo más profundo de la India.

Otra adaptación para los más pequeños (a partir de 3 años) es la que nos ofrece la japonesa de su aclamado ensayo La magia del orden. Ha contado para la ocasión con la veteranía de la escritora e ilustrador­a infantil quien ya

El autor de ‘El código Da Vinci’ compone para los niños una sinfonía y la reviste de cuento con músicos animales

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