Algoritmo y cultura humanística
El dominio digital en la toma de decisiones y el desarrollo de la inteligencia artificial replantean grandes preguntas de nuestra especie. Su desafío acaba de empezar
de que sea demasiado tarde, vencer a las máquinas allí donde ellas muestran su auténtico talón de Aquiles, en lugar de luchar en ese territorio donde los troyanos siempre ganan porque tienen la doble información, la suya y la del oponente humano que se afana por evitar relatos fáciles de asimilar, convertidos en meros datos para dar sentido al algoritmo que determina su función y su importancia social.
Un desafío para la nueva era
El desafío del algoritmo a la cultura humanística es el gran acontecimiento de nuestro tiempo, se puede seguir evitándolo, sosteniendo ese tiempo retenido de la vida académica llena de individuos fáciles de ser sustituidos por ordenadores porque lo harían mejor. No hay que tener miedo a las máquinas, cuyos algoritmos piensan en una nueva era donde alcancen su plena hegemonía porque probablemente no estén nunca a la altura de la creatividad transformadora, es decir, a esa manera de ser tan humana de desarrollar ideas que cambian las reglas del juego. Pero, entonces, la pregunta de verdad de nuestra época, la época que nace con el coronavirus, es esta: ¿Quién teme a la creatividad transformadora? ¿Acaso los directivos y los políticos que han sido seleccionados ya por un algoritmo? Aquí reside la cuestión a la que debemos dar una respuesta que las máquinas son incapaces de encontrar, habiendo creado en su entorno un bucle informático
Las virtudes humanísticas (creatividad, espíritu crítico, disidencia) son las que dan respuestas a las grandes preguntas
Tras haber alcanzado fama mundial con su libro La música de los números primos, Marcus du Sautoy (Londres, 1965) nos regala ahora un libro sobre la programación de los ordenadores, por supuesto vinculada a la inteligencia artificial que mantiene el perfil de este brillante matemático de cincuenta y cinco años, catedrático en Oxford y profesor visitante en las más prestigiosas instituciones, convencido de que “los algoritmos recorren el paisaje digital y aprenden como lo hace un niño”. No se amedranta ante el desafío, sino que lo sitúa como punto de partida de su trabajo: “Si queremos entender cómo funcionan los algoritmos que controlan la vida moderna, necesitamos comprender las reglas matemáticas que los sustentan”, con lo que convierte su libro en una exploración sobre el principio de distinción del ser humano respecto a la máquina (“estoy pendiente del posible éxito de la inteligencia artificial en el mundo de los museos y galerías de arte, de las salas de conciertos y las editoriales”). El libro tiene dieciséis capítulos y está estructurado como un tríptico cuya ecuación es: 7+4+5.
En la primera hoja se pasea por el territorio de la creatividad y se detiene en el mundo del go, un juego capaz de desafiar al algoritmo, el de vencer una estrategia que no se basa en la destrucción de las fichas del contrario, sino de rodear al oponente, evitando que este te rodee. Una metáfora de las actuales relaciones internacionales que se han convertido en un go para el control del mundo. Para eso, se necesitan los algoritmos, ya que ellos son “las divisas de nuestra era porque son el alimento perfecto para los ordenadores”. Baste pensar en el algoritmo que hoy ayuda “a millones de personas a navegar por internet cada día”.
La segunda hoja sitúa los objetivos de este juego donde el ser humano lucha contra el algoritmo (a veces también a la inversa) y se pregunta por qué motivos el financiero mexicano David Martínez pagó ciento cuarenta millones de dólares por un cuadro de Jackson Pollock conocido como No. 5, 1948. Ese motivo se llama “aprender de los maestros”, el medio de detectar los falsos Pollock. Aquí el algoritmo se convierte en arte; por ejementre una maestría extrema y un gran reto”: entrar en las profundidades de los actos creativos, ese lugar-momento en que todo es posible, lo profundo sale a superficie y lo que está en la superficie se hace profundo. Al no poder encontrar explicaciones sobre este sorprendente gesto humano (de momento, solo humano y quizás demasiado humano) la sociedad se ha visto obligada a moverse por los laberintos de pasillos interminables, buscando una salida que diera sentido a la búsqueda, a la quête. Ahora se nos quiere decir que el algoritmo es el Grial del siglo XXI. Antes de decidirlo, leamos el libro de Marcus du Sautoy. Programados para crear es una experiencia mística; incluso más:unaperfectainmersiónpitagórica.
Marcus du Sautoy Programados para crear. Cómo está aprendiendo a escribir, pintar y pensar la inteligencia artificial
TRADUCCIÓN DE EUGENIO JESÚS GÓMEZ AYALA ACANTILADO, 404 PÁGINAS, 24 EUROS