Índice de pasiones
Fèlix Riera dialoga con Rafael Argullol sobre todo lo que nos hace humanos
El escenario de juego era tan sugerente como desafiante. Cada quince días, Fèlix Riera escogía un concepto que considerara fundamental en el arte, la filosofía y la vida y, sin previo aviso de su elección, establecía un diálogo con Rafael Argullol, primero en los estudios de Catalunya Ràdio –donde Riera era director, entonces– y más tarde en los de Ràdio Estel. Esas conversaciones, mantenidas durante tres años y medio, ahora el lector las puede recuperar en un ensayo que se ocupa de hasta treinta y cuatro pasiones que, según el filósofo, permiten que no caigamos “en la apatía o en la indiferencia”.
El diálogo –género que puede transitar de la reflexión a la confesión, del debate a la complicidad– arranca con la pasión universal, el amor. Y, como toda pasión, el amor puede acoger el ideal y el contraideal al mismo tiempo, como vemos en la tradición trovadoresca de la donna angelicata y cómo, más tarde, eso se transformará en lo que hemos conocido como la femme fatale. Una visión evidentemente patriarcal de la mujer como objeto del deseo, pero que también se refleja, aunque con otras mutaciones, en las figuras de Casanova (“que es un gran amante”) y de Don Juan (“que es un gran acumulador”). Pero el amor, como señalan Argullol y Riera, también tiene otras maneras de expresión, y, más allá del erotismo, encontramos la amistad, reflejada ya con gran intensidad en el Poema de Gilgamesh (que narra el viaje del protagonista para buscar la inmortalidad del amigo recién fallecido, Enkidu) o, incluso, en los Ensayos de Montaigne, en los que Étienne de la Boétie mantiene una ausencia absolutamente presente.
El libro también se detiene a analizar el poder como pasión humana. Y es que una cosa es el poder y otra, muy distinta, la contraposición al poder. “Es decir, la compasión”, nos advierte Rafael Argullol. Y esas fuerzas en tensión están encarnadas a lo largo de nuestra historia en los muchos intentos de sustituir la ley de la selva por la ley civil. “El ser humano no renuncia al poder, tan sólo altera su fundamento”, nos dice el pensador.
Fèlix Riera también le pregunta sobre la belleza. Para el filósofo, esta pasión recorre “dos grandes vertientes emocionales”, la “eufórica” (que afecta al individuo frente a la obra de arte) y la “consoladora” (que relaciona al humano con la conciencia del tiempo). Y es que, ya hablando de la pasión por el juego que siente el homo ludens, Argullol nos recuerda que “la propia vida es un juego sin reglas”. El pensador reconoce que el juego del descubrimiento y la exploración ha sido el que siempre le ha acompañado a él, en esa pulsión de entender el conocimiento como una aventura.
“La libertad como pasión no es comprensible sin vincularla a la libertad como derecho y como aspiración”, sostiene Fèlix Riera. Rafael Argullol añade que estamos ante una pasión compleja y contradictoria, y que, si la trasladamos al escenario público, siempre surge la tentación de imponerla. “Para que la libertad colectiva pueda ser real, debe respetar primero la libertad del individuo, la libertad de expresión, la libertad de conciencia y la libertad de pensamiento”.
El libro cierra con un interesante intercambio dialéctico sobre la pasión por Dios. Su mayor magnetismo, nos dice Riera, “no es otro que su habilidad para poner en contacto lo limitado y lo ilimitado”. Pero, cuando la naturaleza de la divinidad se burocratiza y se fosiliza, nos sugiere Argullol, “puede volverse contra el propio género humano y convertirse en una fuente de terror”.
ACANTILADO. 486 PÁGINAS. 26 EUROS
“El ser humano no renuncia al poder, tan solo altera su fundamento”, señala el pensador barcelonés