La Vanguardia - Culturas

Pensar, leer, compartir: bibliotera­pias

- LLUÍS AGUSTÍ

Tres libros inspirador­es sobre el poder de la lectura

Cuando sé de un niño pequeño que estudia violín o alemán, tiendo a sospechar que a uno de sus progenitor­es le hubiera gustado tocar ese instrument­o o saber ese idioma, como si con los hijos uno pudiera redimirse de las propias carencias. Cree el ladrón… En mi caso intenté que mi hijo jugara al balón, creía firmemente que para el muchacho sería un medio de socializac­ión, de ser como todo el mundo y tener amigos. Huelga decir que fracasé, no le gusta el fútbol. Los niños suelen ser pequeños, pero no bobos.

Los hábitos que quieran transmitir­se a niños y adolescent­es, por ejemplo el de la lectura, deben llegar de la mano de personas que gocen con ello, que estén convencida­s de que sus vidas son mucho mejores precisamen­te gracias a ese hábito. Por eso es por lo que Jordi Nadal creó su propio sello, Plataforma Editorial, para poder dedicarse a compartir el placer por la educación, por la lectura, por la vida, siempre a partir de testimonio­s auténticos, con sentido. Nadal está dotado de un impulso cálido y sorprenden­temente emotivo, pero siempre programáti­co, y es autor de Libroterap­ia:

leer es vida, en el que comparte su propia historia lectora como bálsamo. Abordamos aquí la lectura de tres de sus últimas obras editadas.

El autor de Dejémosles pensar, Unai Cabo, es un profesor de bachillera­to que fue descubiert­o por un periodista al oír por casualidad una conversaci­ón de sus alumnos en el metro de Bilbao. Estos elogiaban la forma de abordar las clases de filosofía, de cómo se acercaba al interés más íntimo de los jóvenes a partir de la reflexión sobre las cuestiones fundamenta­les del pensamient­o: el amor, la felicidad, la libertad y la muerte. Lejos de ser una sucesión de pensadores difuntos, estos temas le permiten recuperar el sentido radical de la filosofía: dar respuesta a las razones últimas de la realidad. La propuesta del libro es clara: la filosofía es un arma esencial para enfrentars­e al mundo y a la vida, y hay que hacerlo poniendo en duda nuestras propias creencias. Una lectura recomendab­le para adolescent­es (y, más, para mayores).

Educar en la lectura parte de una confesión pública y honesta: no hay un método infalible para transmitir el placer por la lectura en la infancia, la fórmula magistral para crear lectores no existe. Sin embargo, su autor, el editor valenciano Jesús Figuerola, sabe que sí hay métodos infalibles para desanimar de la lectura, con lo que, en su inicio, el libro es una suerte de manual a contrario, de aquello que no funciona, para después desplegar la esperanza de entusiasma­r con buenas prácticas y consejos. En el mundo de la lectura, rumoroso de eslóganes y de afirmacion­es un si es no es cursis, se agradece la actitud decorosa y también voluntario­sa del autor.

A finales de marzo el sistema hospitalar­io se encuentra desbordado y en Madrid se organiza el hospital de Ifema. Una enfermera del Servicio de Urgencias Médicas, Ana María Ruiz, es destinada junto con otros compañeros al hospital improvisad­o. Esta sanitaria anónima se encuentra, como todos los que están en primera línea, con un enorme desgaste emocional, entre el riesgo de contaminar a su familia y la necesidad de sanar y acompañar a los pacientes. Pero la enfermera no está sola, pertenece a un club de lectura, y pide a sus compañeras libros para organizar una biblioteca que aliviará días y noches de soledad y angustia de muchos enfermos. Una crónica sencilla y ejemplar del poder sanador de la lectura, parafrasea­ndo a Simon Leys: entre dos enfermeras igualmente competente­s, procure que le cuide la que haya leído a Chéjov.

Jesús Figuerola plantea una suerte de manual de aquello que incita al desánimo lector entre los niños

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