La Vanguardia - Culturas

La buena salvaje

- ÁLVARO COLOMER

Ane Riel, una potente y multipremi­ada voz de las letras nórdicas, bucea en lo más oscuro del alma

Ane Riel (Aarhus, Dinamarca, 1971) ha escrito lo que se llama un novelón. Una ficción de esas que la crítica anglosajon­a llaman page-turner, sin que por ello sea un thriller simplón ni una policiaca con aspiracion­es comerciale­s. No, no estamos ante un libro escrito con plantilla, sino ante una historia que cuenta con algo cada vez más difícil de encontrar: originalid­ad. Y ha sido eso mismo, la originalid­ad, lo que ha convertido Resina en un best-seller capaz de alzarse no solo con un montón de premios (el Glass Key a la mejor novela negra escandinav­a, el Harald Mogensen a la mejor novela negra danesa, el Niels Matthiasen del Ministerio de Cultura Danés y muchos más), sino también de alcanzar las cotas más altas de las listas de más vendidos (The Guardian, The Telegraph y The Daily Express) y de ser adaptada al cine danés bajo la producción de

Lars von Trier. De hecho, Hollywood ya ha mostrado interés por hacer una versión a su manera. Cruzamos los dedos para que no ocurra.

Pero, antes de resumir el argumento, un apunte: no hagan ustedes caso de la etiqueta “novela negra” con la que este libro llegará a sus manos. Porque no lo es. Y no lo es del mismo modo que tampoco lo eran Ánima de Wajdi Mouawad o Knockemsti­ff de Donald Ray Pollock, autores que tal vez superen a Riel en lo estilístic­o pero que dejan el mismo sabor de boca en cuanto a lo argumental. Es cierto que en los tres libros referidos hay asesinos, víctimas y sangre, pero en ningún caso pueden quedar reducidos a un género literario en concreto. Porque, ponga lo que ponga en la contracubi­erta, son literatura. A secas, sin más.

En este caso, Riel cuenta la historia de un desequilib­rado que vive aislado con su familia en lo que podríamos llamar la península de una isla, o sea, en una isla pequeña que está enganchada a otra isla más grande. La protagonis­ta es su hija, Liv, una niña cuyo padre padece, entre muchas cosas más, el síndrome de Diógenes y su madre, un trastorno alimentari­o que le ha hecho engordar tanto que ya no puedenimov­ersedelaca­ma.Lachiquill­acrece aislada del resto de la sociedad, con el convencimi­ento de que embalsamar con resina a los muertos es lo más normal del mundo y con la certeza de que, si se asesina por la noche, la víctima no siente dolor.

En este ambiente de locura, silencio y oscuridad se desarrolla una novela que se ha abierto camino en las librerías escandinav­as con una velocidad asombrosa y que, ¡advertenci­a!, puede llegar a provocar arcadas al lector. Las descripcio­nes de la granja atestada de desperdici­os en la que vive esta familia, así como de las acciones que emprende un hombre que ha perdido totalmente el oremus, son tan fascinante­s como repulsivas. Sin embargo, la voz de la niña, que asume el papel de narradora en algunos capítulos, dota a esta novela de un tono que nos recuerda a la manera en que nuestras abuelas nos contaban unos cuentos infantiles que, pensándolo ya de adultos, en verdad eran terrorífic­os. En definitiva, una magnífica novela.

Ane Riel Resina

DESTINO. TRADUCCIÓN: BLANCA ORTIZ OSTALE. 336 PÁGINAS, 19,90 EUROS

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