Leer es salud
Durante la trágica primera ola de la pandemia, la enfermera Ana María Ruiz llegó al hospital que se montó a toda prisa en un pabellón de la Feria de Muestras de Madrid (Ifema). Llegaron a ese hospital de campaña camas y respiradores y medicinas para contener al coronavirus, pero nada para la inmensa soledad de aquellos pacientes repartidos por un hangar que no podían tener a su lado a ninguno de sus seres queridos. Y ella, ferviente creyente en la lectura, empezó a movilizarse para que hubiera una biblioteca que aportara a los enfermos la compañía y el consuelo de la imaginación. Lo que sucedió lo cuenta en Libros que salvan vidas, ganador del premio Feel Good que publica la editorial Plataforma. Que dejen de contratar a
En el club de lectura del hospital Sant Rafael de Barcelona llevan ya leídos a Chéjov, McEwan, Sampedro Blai Bonet
yagencias de publicidad para hacer campañas para contar por qué hay que leer y lleven a Ana María Ruiz por todos los colegios de España, para que escuchen alumnos y profesores. Esta mujer te reconcilia con muchas cosas.
La relación del mundo sanitario con el de las letras es larga, la historia de la literatura está llena de médicos, de Chéjov a Conan Doyle. Por eso despliego las antenas cuando Óscar Carreño , al frente de la Direcció de Promoció de Sectors Culturals del Ayuntamiento de Barcelona, me habla del club de lectura Llegir abans de Curar. Un proyecto que arranca en el 2016 cuando Josep Maria Busquets i Clara Llubia de la Societat Catalana de Bioètica contactan con
Marina Espasa, entonces en la oficina de Barcelona Ciutat Literària, y se ponen en marcha cuatro clubs de lectura para personal sanitario.
Me explica que en el hospital Sant Rafael de Barcelona se reúne mensualmente su club de lectura y en lo que llevan de año han leído a Chéjov ,a McEwan, José Luis Sampedro o Blai Bonet. Me pone al habla con la conductora del club, la doctora Anna Carol Pérez Segarra, directora médica del Sant Rafael. Me cuenta que “las lecturas son diversas pero con un denominador común: tema científico en general y ciencias de la salud en particular”. Le pregunto qué aportan a los atareadísimos profesionales de la salud estos encuentros: “¡La lectura nos aporta muchas cosas! Nos supone parar y dedicar tiempo al libro escogido de forma individual, pensar, reflexionar, compartir en grupo, expresar ideas, escuchar a los otros. Como profesionales podemos, a través de la ficción o de la narración de casos reales, entender mejor al otro, entrenar nuestras observaciones y ser más empáticos con los que nos rodean, especialmente con los que sufren. Creo que la literatura al médico lo puede hacer mejor médico”.
Aprovecho su amabilidad para colarme virtualmente un jueves en la sesión del club y ese día acude el autor del libro y, además, es Màrius Serra con ese libro que es mucho más que un libro: Quiet . Lo publicó en el 2008 cuando su hijo Lluís, el Llullu, estaba entre nosotros y tenía siete años. Una obra en la que explica el día a día de tener un hijo con una grave parálisis cerebral. En ese tobogán de sentimientos y lucha cotidiana a los que él denomina “recuerdos refulgentes”.
El encuentro se celebra en la biblioteca del hospital Sant Rafael, con las pertinentes medidas de seguridad anticovid. Todo mujeres, y lo peor es que –por habitual– la sequía masculina en los clubs de lectura no sorprende. Muchas batas, zuecos blancos y conversaciones expectantes. La coordinadora del proyecto de clubs de lectura para profesionales de la salud, Susanna Álvarez ,dala bienvenida y dice que “en el momento en que participas en un club de lectura, lees diferente” y también que “la sesión más interesante es en la que ninguno está de acuerdo”. Esta vez, sin embargo, hay unanimidad: a las profesionales sanitarias el libro les ha llegado. Varias destacan que “el libro es emotivo pero con toques de humor”. Una de ellas explica que fue a ver la obra que se hizo del libro “y en el teatro la gente tenía la piel de gallina y reía, todo a la vez”. Màrius Serra se muestra feliz de estar rodeado de lectoras tan saludables y nos deja a todos pensativos cuando nos dice que “toda realidad la puedes mirar con ojos oscuros o con ojos luminosos”. Pues iluminemos y leamos mientras podamos.