ALGUNOS NUEVOS TÉRMINOS
una población, persona o grupo por razones de salud y seguridad”.
El ingenio también ha hecho aflorar algunas divertidas creaciones para definir tendencias o incluso generaciones. Así nacen los coronababies, coronials, bebés pandemials o baby-coronas, que son algunos apodos que se les ha dado a los niños nacidos durante la pandemia. O cuarentenials para los nacidos 9 meses después de la cuarentena, términos que ya se utilizan incluso en los círculos médicos para referirse a ellos y a sus problemas.
El equivalente en inglés y en español del coronaskan sueco ha sido el covidiot y el covidiota para los que no respetan las normas o que durante el confinamiento domiciliario acaparaban más de lo necesario. The New York Times registró covidiot por primera vez el 4 de abril del 2020 en su cuenta @NYT_first_said, donde tuitea las palabras que salen por primera vez en el periódico. Después están los llamados sologripistas frente a los alarmistas, los dos extremos de las teorías sobre la covid. O los vigilantes de balcones que surgieron durante el confinamiento domiciliario, mientras el resto de los mortales balconeaba (balconear: realizar actividades lúdicas en los balcones durante el confinamiento), y que, a modo de policía, increpaban a los que no respetaban las normas: fueron conocidos como balconazis.
La fatiga pandémica es otra reciente incorporación a nuestro lenguaje que comenzó a surgir a partir de la segunda ola, un concepto que la Organización Mundial de la Salud definió como “desmotivación para seguir las recomendaciones de protección y prevención que aumenta con el tiempo”. También han surgido en los últimos meses los hidroalcohólicos, las personas que han convertido en obsesión el lavarse las manos con hidroalcohol, una acción que realizan de forma compulsiva. Y nos hemos alegrado cuando finalmente hemos conseguido negativizar, o dicho de otra manera, dar negativo en las PCR, tests que hasta los niños han incorporado en su vocabulario cotidiano.
Durante esta pandemia también hemos celebrado y celebramos zoompleaños, en honor al programa de videollamadas y reuniones virtuales Zoom, y los zoompleañeros se han tenido que conformar con soplar las velas con familiares y amigos vía videoconferencia.
En Bélgica, durante el segundo período de encierro que se decretó en el país en noviembre, una de las medidas instauradas por el propio Gobierno fue el llamado knuffelcontact, cuyo significado literal es “compañero de mimos”. Una palabra que circuló como la pólvora y trascendió fronteras, ya que preveía como medida para combatir la soledad durante el encierro que todo el mundo pudiese tener un “compañero de mimos” y los solteros, incluso dos. “Cada miembro de la familia tiene derecho a un knuffelcontact. Las familias solo deben invitar a uno de ellos a casa a la vez. No se puede recibir otra visita domiciliaria. Hay una excepción para los que viven solos: pueden invitar a otra persona además de su knuffelcontact, pero no al mismo tiempo”, explicaba el primer ministro belga, Alexander de Croo.
En este apartado amoroso y auspiciado por las redes sociales, la pandemia también nos ha dejado el coronasutra, una guía completa de las posiciones sexuales recomendadas para protegerse del contagio evitando la proximidad del rostro.
El ingenio también ha hecho aparecer otros neologismos, más fugaces quizá, que han tergiversado la terminología médica. Ahí tenemos la cuarenpena, neologismo que resulta de cuarentena más pena, entendiéndose en términos más lastimeros que penitenciarios; el confitamiento, nueva palabra que circuló sobre todo durante el confinamiento domiciliario para referirse al estado en el que se encontraban las personas ante la falta de ejercicio físico y el aumento de la elaboración e ingesta de repostería doméstica.
El doctor en Filología y rector de la Universitat Abat Oliba CEU, Rafael Rodríguez-Ponga, ha identificado hasta 127 palabras o expresiones que componen lo que llama “un nuevo lenguaje covídico” que recoge en el capítulo El nacimiento de un nuevo vocabulario, dentro del libro Pandemia y resiliencia: aportaciones académicas en tiempos de crisis, publicado por Eunsa. Un artículo centrado principalmente en España, pero que da cuenta también de la ola de creatividad internacional. “Esta crisis nos ha cambiado la forma de hablar, sin darnos cuenta”, comenta Rodríguez-Ponga, quien en el libro pone ejemplos tan extremos y reales como este: “El pobrecillo era sologripista y además no tenía epi; después le hicieron un erte, su madre murió de covid y ahora, en la desescalada, él mismo tiene coronavirus”. Un discurso que cualquiera comprende hoy, pero que hubiera sido ininteligible en el 2019.
Las palabras médicas y científicas centran las aportaciones al catalán; en castellano han triunfado neologismos coloquiales
En su última revisión la RAE incorpora al diccionario nuevas palabras como COVID y cuarentenear
“Había que dar nombre a la crisis, a la enfermedad y a tantas y tantas otras situaciones que se han ido dando después”, comenta. Y se ha ido respondiendo de forma espontánea e ingeniosa, la mayoría de las veces. Coronabono, covidoso, coronabulo, coronabeso, coronacompra o covidiano son solo algunas palabras que el rector de la Abat Oliva recoge como ejemplo de la capacidad de la sociedad para adaptarse y reaccionar ante cualquier situación, y una manera de reaccionar es a través de la lengua. Su alteración es síntoma de avance, aunque muchas pasarán o están ya en desuso. Aunque de todas, Covid es la que a ojos del lingüista más atractivos presenta como nueva palabra. Comenzó siendo de género femenino y aguda, y ha acabado popularizándose en su versión masculina y plana. Aunque sin acabar de cuajar del todo. “La inestabilidad de la palabra no es másqueunreflejodelasituacióndeincertidumbre en la que estamos viviendo”, concluye Rodríguez-Ponga.
El Termcat (Centro de Terminología de la Lengua Catalana) fue de los primeros en iniciar la publicación de un diccionario pandémico que hoy cuenta con más de 400 expresiones y palabras, la mayoría, ya mencionadas, de terminología médica o científica. Se puso en marcha a finales de enero y a principios de marzo, antes del confinamiento domiciliario, publicaron la primera entrega. “Son expresiones y palabras muy especializadas que han emergido y se han colado en nuestra cotidianidad”, comenta el director del Termcat, Jordi Bover. También han emergido palabras muy específicas del ámbito digital y del teletrabajo –“el micròfon l’has de mutejar”– que aunque no las recoge este diccionario, sí que se han añadido a nuestro vocabulario a causa de la covid y que Bover señala como aportaciones interesantes. “Todos nos hemos hecho ahora especialistas en mascarillas, medicina, medidas... Es un fenómeno normal; es nuestro aprendizaje”, concluye.