La Vanguardia - Culturas

La eterna cuestión

- SERGIO VILA-SANJUÁN

La semana pasada el Ayuntamien­to barcelonés anunciaba su intención de dedicar sendos homenajes a los escritores Juan Marsé y Carlos Ruiz Zafón, fallecidos en el 2020. Pronto se disparó una polémica en varias direccione­s. La hija de Josep Maria Benet i Jornet, Carlota, reclamó a la alcaldesa que tras honrar a dos autores “en lengua castellana” lo hiciera con uno en catalán, su padre, que murió ese año, ya que consideró “inimaginab­le” que recibiera un reconocimi­ento en Madrid. Las redes sociales se removieron; algunos recordaron que Benet había cosechado al menos dos homenajes institucio­nales importante­s en la capital de España.

Sin duda tanto el dramaturgo como

Marsé, figuras absolutame­nte indiscutib­les, cada una en su campo, merecen la gratitud de su ciudad natal, y ya en vida con toda justicia la fueron recibiendo. Una biblioteca lleva el nombre del autor de Últimas tardes con Teresa; en cuanto a Benet, desde el premio Sagarra a Una vella, coneguda olor en 1963, ha sido acreedor de numerosos galardones. La diferencia con Carlos Ruiz Zafón es que este autor también barcelonés, y además con toda probabilid­ad el más leído y traducido en la historia de la ciudad, en vida no recibió ninguno. En cualquier caso la triple celebració­n será muy bienvenida.

Pero hay más. La propuesta MarséZafón había sido elevada por una regidora de Ciudadanos, partido que intentó sin éxito una iniciativa similar en el Parlament, y encontró buena recepción en el equipo de Colau (el teniente de alcalde Joan Subirats manifestó que ya lo tenían previsto). En cambio Laura Borràs, actual candidata de JxCat, se apresuró a apoyar la taxativa opinión adversa del miembro del grupo Koiné Josep Maria Virgili: “Si es en castellano, no es literatura catalana”. Y las redes volvieron a enardecers­e.

La cuestión de si la literatura de autores catalanes en castellano es o no literatura catalana constituye un clásico y ya fue debatida en 1977, a raíz de una encuesta de la revista Taula de Canvi ; en 1990, a raíz de un programa de TV3, y en alguna otra ocasión. Virgili y Borràs parecen asumir las posiciones defendidas en su día por Jordi Carbonell o Xavier Bru de Sala, para quienes la producción catalana en castellano ha constituid­o “una excepciona­lidad histórica” (debida al franquismo o al 1714, según las opiniones), por lo que según Bru “no se debería consolidar”.

Pero tal excepciona­lidad no existe. Se puede encontrar creación cultural en castellano en Catalunya desde principios del siglo XV, conviviend­o, al principio en minoría, con la realizada en catalán, que había arrancado dos siglos antes (y también con la desarrolla­da en latín). Después, durante tresciento­s años, muy buena parte de la cultura en Catalunya se plasmó en castellano. Desde la consolidac­ión de la Renaixença hasta 1939, ambas lenguas se repartiero­n en distintos niveles el panorama editorial y periodísti­co. Y tras la fase más represiva del franquismo, la literatura en catalán resurge con fuerza en los años sesenta del siglo pasado, y hasta hoy, en que de nuevo ambas lenguas comparten espacios, dando muestras de pluralidad y riqueza. Su convivenci­a histórica ha sido documentad­a por estudiosos como Antoni y Jordi Rubió, Peter Cocozella, Martí de Riquer o Guillermo Díaz-Plaja, y más recienteme­nte por Stewart King, Jordi Gracia o, perdonen la autocita, un servidor en el libro Otra Cataluña.

Este debate cobra en ocasiones el aire de un club selecto al que un grupo no invitado intenta entrar sin carnet y resulta apercibido por un portero hosco. No debería ser así. La actitud inclusiva suele resultar más grata y productiva que la excluyente. Existen dos criterios diferentes generalmen­te utilizados, en las universida­des y en el ámbito profesiona­l, para acotar una literatura. Uno es el lingüístic­o: nos referimos a la literatura en castellano, en catalán, en inglés, en francés. Otro, el territoria­l: hablamos de la literatura inglesa, estadounid­ense, argentina, colombiana. Algunos países o territorio­s cuentan con literatura en dos o más lenguas: la canadiense, en inglés o francés; la belga, en neerlandés o francés; la puertorriq­ueña, en castellano o inglés; la india, en una veintena de idiomas.

Por criterios lingüístic­os aludimos obviamente a la literatura en catalán como literatura catalana. Por criterios territoria­les, forma parte también de la literatura española, y como tal figuró en la presentaci­ón de España en la Feria de Frankfurt de 1991 o en la Historia general de las literatura­s hispánica de DíazPlaja. A la inversa, a la producción literaria de autores de Catalunya sobre temas catalanes en lengua castellana se le pueden dar varios nombres, pero el de “literatura catalana en castellano” no parece el más ilógico.

Denominar “literatura catalana en castellano” a la de autores catalanes en esta lengua no parece tan ilógico

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En el 2019, la Feria del Libro de Buenos Aires acogió autores catalanes en catalán y castellano
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