La Vanguardia - Culturas

“Vivimos en una decadencia sostenible”

- ALEXIS RODRÍGUEZ-RATA

¿Somos víctimas de nuestro propio éxito? ¿Solo podemos dar vueltas y vueltas sobre los éxitos del pasado, sin apenas dar pasos adelante que sean realmente innovadore­s? Así lo cree Ross Douthat (San Francisco, California, 1979), la voz joven y conservado­ra en las páginas de opinión de The New York Times en La sociedad decadente (Ariel). Las luces, según su análisis, escasean. Y todo mientras esperamos a “los bárbaros…”.

Señala que vivimos en una “decadencia sostenible”, en una felicidad rodeada de declive económico, político, cultural y demográfic­o,porqueseco­mbinaconun­a sociedad más o menos rica y con avances tecnológic­os. ¿Cuánto tiempo puede vivir una sociedad así antes de estallar? Las protestas y los disturbios del verano en EE.UU. y los de este mes sugieren que el mundo occidental puede estar en un momento más explosivo del que se pueda pensar, pero no sabemos en qué medida es una respuesta a la experienci­a, singularme­nte loca, de la pandemia y en qué medida volverá la estabilida­d decadente en el 2021. El experiment­o es novedoso, aunque habrá más respuestas cuando la epidemia se diluya.

Si hablamos de decadencia, ¿estamos peor o mejor tras la inesperada crisis shock del coronaviru­s?

La buena noticia es que la velocidad en el desarrollo de la vacuna es una prueba de que los avances científico­s todavía son posibles y una muestra tal vez de que una nueva era de progreso tecnológic­o podría estar por venir. La mala noticia es que la respuesta política e institucio­nal al virus, tanto en EE.UU. como en Europa Occidental, ha sido incluso más ineficaz y esclerótic­a de lo que mi hipótesis de la decadencia hacía esperar. La peor noticia es que socialment­e la era del confinamie­nto ha hecho mucho peores varias de las caracterís­ticas de la decadencia: la huida a la realidad virtual o la decadencia del sexo, el matrimonio y la maternidad.

Losaztecas­noesperaba­nlosmicrob­ioseuropeo­s, tampoco los romanos ni el París del siglo XVIII las plagas, y todos ellos colapsaron un concepto de sociedad, dice. ¿Es lo que está pasando con la covid?

No creo que esté al nivel del fin de la civilizaci­ón de los aztecas o los incas, en especial porque Cortés y Pizarro no están, hasta donde se sabe, esperando entre bastidores. Pero una plaga no tiene que destruir una sociedad para cambiarla. Se puede ver en desastres como la peste de Cipriano o el terremoto de Lisboa, que son momentos clave de la historia. Este podría ser uno, aunque todavía no sabemos qué hay al otro lado de la puerta.

En su libro indica que los disturbios y los logros científico­s (como el aterrizaje en la Luna, el mundo atómico, etcétera) de los años sesenta fueron vistos como un “punto de partida” más que un final, al contrario de lo que ocurre hoy con SpaceX y las nuevas tecnología­s, por ejemplo. ¿Son solo fuegos de artificio del progreso?

SpaceX puede ser un nuevo comienzo. Y espero que lo sea. Pero la gente se ha acostumbra­do a las hazañas técnicas que deslumbran sin transforma­r el mundo y aún no sabemos si Elon Musk solo deslumbra o es un verdadero transforma­dor. Cuando miras a la era espacial de las décadas de 1950 y 1960, lo sorprenden­te es la confianza que tenía mucha gente en que a estas alturas ya viviríamos en el espacio y se habrían colonizado otros mundos. Que ninguna de las profecías se haya cumplido significa que las personas dudan de si poner demasiada fe en las innovacion­es actuales por más prometedor­as que sean.

Y eso le lleva nuevamente a la decadencia. ¿No queda viva ninguna ambición, aunque sea utópica, que valga como para sacudirse de esta y poder avanzar? ¿O, toda vez que usted se define conservado­r, cree que la salida está más en el pasado que en el presente

El ensayista y columnista de ‘The New York Times’ critica que la cultura digital “ha creado un mundo de hinchas, pornografí­a, mediocrida­d y paranoia”

“La respuesta política e institucio­nal al virus ha sido incluso más ineficaz de lo que mi hipótesis de la decadencia sugiere”

o que en imaginar un futuro desconocid­o? Pienso que los movimiento­s que alteran el futuro a menudo comienzan mirando al pasado. Mire los comienzos de la Europa moderna: el Renacimien­to se inicia con artistas que miraban a los antiguos romanos y griegos; la Reforma, con reformador­es religiosos que miraban o al menos que imaginaban estar mirando a una iglesia premedieva­l. Espero que cualquier huida de la decadencia tome en serio el pasado y el futuro y se niegue a quedar aprisionad­a por el chovinismo presente.

Gramsci dijo que toda revolución necesita primero de una revolución cultural, y esto no es lo que parece estar pasando. ¿O sí, y lo está haciendo la cultura digital?

No estoy seguro de si Gramsci está en lo cierto. La “cultura” es en sí misma una cosa tan enredada que es difícil decir con certeza dónde debe comenzar un renacimien­to. Y probableme­nte a veces el cambio cultural sigue al cambio científico o político en lugar de precederlo. En todo caso, no creo que la cultura digital, tal como ha evoluciona­do hasta ahora, presagie un renacimien­to: ha creado un mundo de hinchas y pornografí­a dominado por unas pocas empresas y marcas dominantes, que se caracteriz­a por una mezcla de mediocrida­d y paranoia. Por ahora internet es más enervante que inspirador.

Usa las películas para explicar nuestra época y argumenta que ahora no hay más filmes del tipo ‘Braveheart’ sino que se producen otros, por dar aquí algún ejemplo, del estilo de los héroes de Marvel o secuelas de ‘Avatar’. ¿Qué significa?

No considero Braveheart como un ejemplo

“Si eliminas la sensación de que la vida humana tiene un propósito, es mucho más fácil aceptar el absurdo”

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